miércoles 15 de mayo de 2024
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La prisión de Carlos Arias goza de buena salud | Le negaron la “domiciliaria” al genocida salteño

Está condenado por el secuestro y desaparición del escribano Aldo Melitón Bustos en febrero de 1978 en Tartagal. Su defensa solicitó el beneficio aduciendo que se halla en el grupo de riesgo frente a la pandemia.

Arias solicitó el beneficio el 25 de marzo pasado alegando que hay superpoblación carcelaria y la posibilidad de que el virus se propague con mayor rapidez en un lugar cerrado. No obstante, el juez federal Federico Díaz, del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Salta, se la denegó tras un informe de la Unidad Penitenciaria donde Arias cumple condena: la Unidad 34, Campo de Mayo, del Servicio Penitenciario Federal.

Díaz destacó que en esa unidad no se registraron casos y que el Servicio Penitenciario Federal adoptó medidas para resguardar la salud de los internos. Además, desvirtuó los argumentos de la defensa a partir de un informe de las autoridades penitenciarias del que «se desprende que Arias se encuentra solo en una celda muy cómoda, (…) “que cuenta con una ventana» y comparte «espacio común únicamente con 6 presos más (sanitarios, comedor, sala de estar, cocina)». Asimismo, destacó que «tampoco se verifica» hacinamiento o superpoblación carcelaria. Por el contrario, la cárcel tiene casi el 40% de capacidad ociosa, dado que están libres 47 plazas sobre un total de 115.

Por otro lado, según informó la sección local del diario Página 12, el juez remarcó que Arias es un condenado por delitos de lesa humanidad, por lo que el Estado es responsable internacionalmente del cumplimiento efectivo de la pena. Arias fue condenado (junto a otro militar) en primera instancia en abril de 2010 por la desaparición del abogado Aldo Melitón Bustos, secuestrado por un grupo comando en su casa de Tartagal. Su hijo Raúl Federico reconoció entre los captores a Arias. Entonces recibió una pena de 20 años por homicidio simple, pero en 2011 la Cámara Nacional de Casación Penal ordenó que se imponga una nueva pena, por homicidio agravado. En octubre de 2012 el TOF de Salta los condenó a prisión perpetua.

“Arias y otro hombre no identificado hasta ahora, ingresaron a la casa de Bustos entre la 1.30 y las 2 de la madrugada. Los captores se identificaron como de Gendarmería Nacional. Raúl Bustos, que entonces tenía 16 años y fue reducido por uno de los hombres apuntándole con un arma de fuego en la cabeza, recordó que antes de que se lo llevaran su padre alcanzó a decir ‘son del Ejército'», resaltó el informe del medio recién citado que precisó también que al escribano se lo llevaron en calzoncillos, malla y descalzo; lo obligaron a subir a un automóvil Dodge 1500 amarillo que Raúl Bustos reconoció como el vehículo en el que se movilizaba uno los hijos del entonces teniente coronel Héctor Ríos Ereñú, quien fue jefe del Regimiento 28 de Tartagal hasta fines de 1977.

Para cuando lo desaparecieron el escribano Bustos venía de sufrir años de persecución por razones ideológicas. Le habían impedido acceder a un registro notarial, decisión que tomó el gobernador de facto Roberto Augusto Ulloa. Más tarde lo despidieron del colegio secundario donde daba clases. Y antes del secuestro soportó constantes amenazas.

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