jueves 16 de mayo de 2024
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La columna de Tane Da Souza | La crisis del petróleo y la energía nuclear en Argentina: un debate necesario

Aunque el desarrollo nuclear está atravesado por intensas polémicas, nuestro país se destaca en la materia: de siete reactores nucleares que hay en toda la región, tres se ubican en nuestro país.

El pasado lunes, por primera vez en la historia, el barril de petróleo en Norteamérica tuvo un precio negativo. Para graficar esto, las empresas que extraen el crudo pagaron para que las refinerías se llevaran el petróleo. Esto, que muestra la ridiculez del sistema global en el que vivimos, regido por leyes del mercado financiero absolutamente irracionales y desalentadoras de la producción y el trabajo, nos abre la puerta para sumergirnos en el mundo de la producción de energía.

En nuestro país, actualmente, el 10% de la energía es de origen nuclear, producida por las centrales ubicadas en la Provincia de BsAs (Atucha I y Atucha II), y en Embalse (Córdoba). Esta cantidad nos pone a la vanguardia en el área en Latinoamérica, ya que de siete Reactores Nucleares en toda la región 3 se ubican en nuestro país, el primero instalado en 1974.

Si bien Argentina se transformó en nuclear en la década del 50, nuestro desarrollo no ha sido constante a lo largo de los años, con los sucesivos cambios de gobierno. Para ejemplificarlo, podemos ver que en 2015 el presupuesto de la Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEA) era equivalente a 363 millones de dólares, y en 2019 de tan sólo 170 millones, un recorte de más del 50% en solamente 4 años.

Este ajuste llevado a cabo por el Gobierno de Mauricio Macri, además de desaires diplomáticos a China, país con el que se había acordado el financiamiento de dos nuevas plantas nucleares, dejó prácticamente truncadas 5 décadas de desarrollo argentino en uranio natural y agua pesada, necesaria para el funcionamiento de las centrales nucleares. Respecto a esto, la Planta Industrial de Agua Pesada ubicada en Neuquén es la más grande en el mundo, y una de las pocas proveedoras de agua pesada en el mercado internacional.

Pero la investigación en el campo nuclear no se agota sólo en la producción de energía atómica, también contribuye activamente en diversos campos como la medicina, puntualmente en el diagnóstico y tratamiento del cáncer, y también en la agricultura, entre muchos otros.

De todas maneras, es indiscutible que el desarrollo nuclear no tiene consenso absoluto en la sociedad, más aún luego del desastre de Fukushima en 2011. En muchos casos por falta de información clara sobre los beneficios y riesgos de esta actividad, y en otros por legítimas dudas y argumentos. Para poder avanzar en la producción de energía nuclear es indispensable garantizar la correcta participación ciudadana, con información científica y seria al alcance de la ciudadanía, evitando tratamientos amarillistas.

Pretender pasar por encima de la sociedad ya ha dejado lecciones, en 2017 la ciudadanía y posteriormente la legislatura de Neuquén se opusieron a la construcción de una central nuclear en dicha provincia. Gran parte de la responsabilidad recae en el Gobierno Nacional de entonces, que intentó avanzar sin garantizar ni el acceso a la información completa ni los tiempos de debate de los neuquinos. Porque ya sabemos que modificar nuestra matriz energética no es viable sin consenso social.

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