Tras la aparición televisiva de una bióloga en busca de dinero, se destapó la olla del desfinanciamiento a la ciencia por parte del gobierno nacional.
Una de las noticias de la jornada pasada fue la aparición en el programa “¿Quién quiere ser millonario?” de Marina Simian, investigadora del Instituto de Nanotecnología del CONICET. Ahí la bióloga concursaba con 500 mil pesos que dijo iba a destinar para continuar sus investigaciones sobre el cáncer.
A partir de ahí, las noticias respecto al recorte presupuestario en ciencia e investigaciones se reprodujeron, dando la voz de alerta por una realidad que deben transcurrir las y los científicos argentinos: no hay plata que desarrollen su potencial.
En Salta, el director del Instituto de Patología Experimental del CONICET que funciona en la UNSa, Patricio Diosque, le comentó a Nuevo Diario: “En este momento los fondos que recibimos del CONICET son insuficientes. En 2017 el Instituto contaba con 200 mil pesos anuales aproximadamente para funcionamiento. En este año 2019 (inflación de por medio), nos asignaron 150 mil pesos”, luego explicó que en la mayoría de los casos son los propios profesionales quienes sostienen las investigaciones con dinero de su bolsillo: “Estamos poniendo plata de nuestros sueldos los investigadores para alcohol o lavandina para funcionar”.
