“Arraigo. Hacia un federalismo del Siglo XXI” de Paco Durañona compila textos de ex ministros, ex gobernadores y funcionarios. El salteño destacó algunas líneas de acción que considera claves en tiempos de radicales cambios políticos – culturales. Acá lo reproducimos*.
Vivimos tiempos de cambios. Esta frase tan utilizada a lo largo de la historia adquiere un brutal y contundente sentido en la actualidad. Casi podríamos decir que son los cambios la nueva constante en nuestras vidas.
La aceleración en el proceso evolutivo de los diferentes medios de comunicación e interacción interpersonales es tal que ha generado uno de los cambios más profundos en la historia de la humanidad. El impacto que causó esta aceleración transformó la forma de relacionarse de los nativos digitales y trajo consigo algo aún más trascendente: la elaboración de su pensamiento mutó del tradicional mecanismo deductivo —esto es, partiendo desde la noción general a los conceptos particulares— para adoptar el método de razonamiento inductivo, es decir, partiendo desde conceptos particulares, construir lo general.
Nuestro sistema de organización social está diseñado bajo la lógica del razonamiento y, por ende, del relacionamiento deductivo. Este cambio operado en la sociedad ha acelerado el desgaste del sistema representativo, que ya venía mal herido desde hace décadas, hasta ponerlo en una crisis que ha hecho tambalear al sistema en muchos lugares de Occidente.
Como si esta realidad no fuese suficiente, sumémosle el impacto de la transformación en la escala de la actividad económica, lo cual ha llevado a casi dos tercios de la misma a escala global, provocando un desajuste entre el lugar de generación de riqueza y el de la demanda de servicios necesarios para garantizar una adecuada calidad de vida, sobre todo, en aquellos cuya vulnerabilidad se agudiza por este proceso.
El desafío —por cierto, perentorio— es de qué manera el Estado es capaz de construir legitimidad en este sistema en el que nuestra democracia se ha convertido en casi más participativa que representativa. Estamos obligados a pensar tanto en la legitimidad subjetiva del Estado, o sea la legitimidad de origen, como así también en la legitimidad objetiva del Estado, esto es, la legitimidad de ejercicio.
El camino natural en esa construcción necesaria debe partir, en virtud de lo planteado, desde el ámbito más cercano al ciudadano que es el municipio. Es allí donde se pueden canalizar los mayores niveles de participación ciudadana a través de los cuales podremos reconstruir la devaluada legitimidad de origen de nuestro sistema. Es también desde lo local donde la capacidad de respuesta del Estado permitirá recuperar legitimidad objetiva a través de la gestión de soluciones que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos, que es la única razón de nuestra existencia. El empoderamiento del municipio como actor central en el camino hacia una nueva legitimidad es la clave para la recuperación de la salud del sistema democrático.
Es posible identificar con claridad cuatro líneas de acción para alcanzar este objetivo. Estas líneas deben llevarse adelante de forma simultánea, ya que cada una es condición necesaria, aunque no suficiente, para lograrlo.
La primera de ellas está relacionada con la urgente necesidad de elevar los niveles de profesionalismo de la administración local, mediante la capacitación de los servidores públicos, a fin de elevar la calidad en la prestación de servicios. En esta tarea es de capital importancia el trabajo conjunto entre las instituciones educativas de nivel terciario y universitario, tanto de gestión pública como privada.
La segunda es la elaboración de un Plan de Desarrollo Estratégico, cuyo éxito estará marcado, más allá del necesario rigor técnico, por el carácter participativo que adquiera en su proceso de elaboración. Debe involucrarse a la mayor cantidad de instituciones y de actores sociales posibles en su diseño, de manera tal que cada uno de ellos considere como propio el camino elegido.
La tercera línea consiste en el fortalecimiento de la capacidad operativa de los municipios a través de la acción cooperativa entre aquellos que conformen regiones comunes. Debe explorarse también, en las áreas de servicios en las que sea posible, la articulación con instituciones sin fines de lucro.
La cuarta línea de acción tiene que ver con la necesidad de dotar a los municipios de los recursos necesarios para dar respuesta a las necesidades que surgen de esa mayor demanda a la que nos referimos.
Es urgente modificar la lógica de pirámide invertida diseñada en nuestro país en la que los lugares de mayor demanda de servicios son los que menos capacidad operativa tienen para satisfacerlos. No parece tener sentido, frente a los desafíos planteados, tener una organización en la que la administración de recursos públicos está planteada, a trazos gruesos, en un 70 % nacionales, 25 % provinciales y 5 % municipales, exactamente al revés de lo que los nuevos tiempos nos exigen.
Hay diferentes maneras de llegar a una razonable distribución de los recursos públicos destinados a satisfacer la cada vez más creciente demanda ciudadana a nivel local.
La primera ofrece dos caminos: uno es el de la rediscusión en la distribución de fondos coparticipables y el otro es el de la transferencia de fondos condicionados a metas acordadas con los distintos niveles de administración.
La otra forma, que considero la más sustentable, es la que resulta de un replanteo en el sistema tributario que genere una mayor concordancia entre el ingreso y el gasto en los distintos niveles del Estado, otorgando a los municipios una mayor responsabilidad recaudatoria, en detrimento de los otros dos niveles, en línea con la mayor demanda de gasto que opera en el actual estado de cosas.
Concluyo compartiendo una reflexión del general Perón, expresada en Doctrina Peronista, quien, ya en el año 1947, nos decía: “El municipio, original forma del Estado, anterior al Estado mismo y a toda otra formación colectiva, está en contacto directo con las necesidades del pueblo y es el organismo que refleja con mayor exactitud sus inquietudes y sus interesantes anhelos de progreso y en el que repercuten, en último término, beneficiosa o adversamente, los actos de gobierno de un país, elevando o deprimiendo el nivel moral, político, económico o social de los individuos”.
*El título original del escrito de Juan Manuel Urtubey es “Repensar la democracia en el siglo XXI: El rol de los municipios”. El compilador del libro es Francisco Paco Durañona, ex intendente de San Antonio de Areco y fundador y referente nacional del Movimiento Arraigo.
Podés descargar el libro ingresando a: https://pacoduranona.ar/libro/