Los voluntarios de Cruz Roja en el campamento de Rivadavia Banda Sur, donde el 30% de la población es wichí. Los médicos voluntarios son de Buenos Aires, La Plata, Tucumán, Santiago del Estero y Salta.
El campamento fue visitado también por un equipo del portal Infobae. Alí se publicó un informe que recuerda que el municipio salteño esta muy cerca de la frontera con Chaco y Formosa, que tiene menos de dos mil habitantes y que allí el COVID tuvo problemas para entrar, aunque en junio hubo un pico de 30 contagios. “Pocos en la zona aceptan vacunarse, los locales ni se acercan a los puestos sanitarios por miedo a que los obliguen a recibir alguna dosis (cosa que no sucede)”, destaca el escrito.
El campamento de la Cruz Roja está ubicado en el club municipal y consta de dos carpas blancas y tres trailers (uno con baños, otro con camas y otro con la cocina). Se trata de un campamento itinerante que forma parte de un programa de módulos sanitarios que se instalan un tiempo en parajes alejados sin acceso a atención sanitaria y ven pacientes directamente en las comunidades más recónditas con un equipo de 20 personas entre voluntarios capacitados en enfermería y personal de la ONG.
“En la zona de Rivadavia Banda Sur viven cerca de 10 mil personas, todas distribuidas en pequeñas comunidades a las que llaman “misiones”. A casi ninguna de ellas se llega por ruta sino por caminos de tierra entre pajonales y cardones. La imagen suele repetirse así: una iglesia evangélica al centro de la comunidad y casitas de adobe o de chapa distribuidas alrededor, algunas con un alero o pequeño galponcito”, destaca el informe.
En todos los parajes, mayoritariamente wichís, hay un agente sanitario encargado que se encarga de acercarles las novedades, escuchar necesidades médicas, anunciar visitas de diferentes especialistas, y mantener al tanto a las autoridades. “Si bien es una persona que conoce mucho el lugar y conoce a cada familia, es poco lo que puede hacer con los recursos que tienen a la mano”, destacan.
En el hospital del municipio -Santos Villagra- el director es Luis González, un odontólogo de 43 años oriundo de Salta capital que aceptó un trabajo ahí porque su mujer es de Rivadavia. Junto a él trabajan en el hospital un médico y dos enfermeras. Eso es todo. Tienen una sala para varias internaciones, una sala de partos, dos consultorios y una ambulancia. Pero lo que no tienen es médicos.
“Buscamos médicos permanentemente, pero es muy difícil que accedan a venirse a vivir acá”, explica Luis. “Los sueldos que ofrece la provincia para quien acepte el trabajo rondan los 200 mil pesos mensuales, pero aún así siguen sin personal”, se destaca. De todas formas, dicen, la gente de las comunidades rara veces se acercan al hospital y hasta la mayoría de los partos sucede en las casas con la asistencia de las propias familias. Rodrigo Cuba es Subsecretario de Desarrollo Humano en Cruz Roja, fue testigo de varios nacimientos.
“Recuerdo muy especialmente una noche después de un día muy largo de trabajo. Alguien golpeó las manos en el campamento y salimos a ver qué pasaba. La persona nos dijo que alguien estaba por tener un bebé en su casa. Agarramos el bolso, la camioneta, y los empezamos a seguir. Se iban perdiendo en el medio del monte hasta que llegamos. Y ahí asistimos a todo el proceso del parto. Fue un varoncito, hermoso. Y salió todo bien, nació en su casa pero no hubo complicaciones. Y me tocó dar la noticia de que estaba todo bien. Y el papá ahí me preguntó: ¿vos cómo te llamás? Rodrigo le dije. Y me contestó que me preguntaba para ponerle mi nombre a su bebé. Y hoy ya tiene casi un añito y es el único Rodrigo de la zona”, cuenta.
Por todo esto la Cruz Roja eligió comenzar en Salta su módulo sanitario itinerante, para recorrer cada poblado llevando asistencia. La médica a cargo es Rosana Núñez. Tiene 51 años y es especialista en clínica médica. Cuando los periodistas de Infobae visitaron el lugar, Nuñez trabajaba en la comunidad de El Chañaral. “Bajo la sombra de una carpa roja, junto a la iglesia del lugar, Rosana comienza a atender a todas las personas que se acercan al puesto. Son mayormente mujeres con hijos, casi no se acercan hombres adultos. Rosana examina a cada paciente y, si está a su alcance, les ofrece alguna medicación. Pero no todo es tratable”, se resalta.
El informe relata el caso de Marina con su hija Aurelia: una beba de tres semanas que nació en su casa. Marina tiene 15 años, el padre de la beba vive en Rivadavia y no conoce a la nena que fue examinada por Rosana. “Al sacarle el pañal, le ve una infección en la ingle (…) Aurelia nació con tres kilos y hoy pesa dos. Al sacarle la ropa, no llora. ´Eso muestra que su cuerpo no registra de inmediato el frío´, explica uno de los voluntarios. Rosana la vuelve a arropar y le dice a la madre que tiene que derivarla. La madre la escucha y dice que va a su casa a buscar cosas y vuelve. Al rato, la vemos caminando de regreso con la beba en brazos y una mochila en los hombros”.
“El parto lo tuvo en su casa, como es habitual en estas comunidades. Al bebé le encontramos que tenía una infección en las piernitas producida por el mismo rascado, por las infecciones de piel, y en ese momento la derivamos al hospital. Es una infección que no podía tratar con antibióticos porque es muy chiquita, y a su vez si no se le da tratamiento la infección puede crecer y llegar a ser fatal”, nos explica más tarde Rosana, de nuevo en el campamento.
“En general las mamás una vez que los tienen no se acercan al hospital, ya sea por distancias o por diferentes motivos”, dice Rosana, que además de esta beba trató a otras veinte personas en El Chañaral. El día anterior había tratado a otras cincuenta personas de otra comunidad: “nos instalamos y empezaron a llegar y no paramos nunca, estuvimos muy demandados”, dice.
Es que para las comunidades más cercanas al río es muy difícil el acceso al pueblo por falta de transporte o por el estado de los caminos, todos de tierra. “El área del Hospital Rivadavia Banda Sur tiene 13 sectores para cubrir, y una superficie de 10 mil kilómetros cuadrados. Estamos en el medio entre el río Bermejo y el río Teuco. En tiempos de mucha lluvia el Bermejo nos corta varios lugares para llegar, la gente queda aislada. Crece el otro río a veces y también hay parajes a los que no se puede acceder”, explica Luis González.
“Hay gente que necesita venir para acá y hace lo posible y viene, y nosotros también salimos a terreno con médico cuando tenemos la posibilidad. Siempre tratamos de cubrir los sectores con un agente sanitario. El 30% de la población acá es wichí, tienen áreas poblacionales que las llaman ‘la misión”, dice.
Este, sumado a la falta de agua, es uno de los principales problemas de la zona, lo que llevó a que en febrero del año pasado se declarara la emergencia socio sanitaria, tras la muerte de 13 niños de comunidades wichí. Infobae estuvo allí en enero y febrero del 2020 y relevó las historias de esos niños y sus familias. Un año después, la vida en la zona cambió en parte gracias a la llegada de la Cruz Roja. El punto más crítico de la emergencia fue en Santa Victoria Este, cerquita de la triple frontera con Paraguay y Bolivia.