viernes 6 de diciembre de 2024
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Medio siglo en la selva tropical de Orán | La historia de un cafetal único en Salta

Surgió en los años 70 a partir de un plan nacional del que también participaron otras provincias. Solo el emprendimiento salteño sigue delante de la mano de la hija de quien fundó la plantación en las yungas oranenses.

Graciela Ortiz nació en Jujuy y se crió en Salta. Hace 15 años heredó los cafetales que en los años ‘70 su padre Antonio y sus tíos Juan y José plantaron en la selva tropical de Orán. La revista El Planeta Urbano le dedicó un largo artículo en donde recordaron que hace medio siglo el “Estado Nacional propició un plan llamado Salta Café, del que también participaron las provincias de Misiones y Jujuy; pero debido a cuestiones climáticas fracasó tanto en la provincia ubicada más al norte del país como en la litoraleña”.

Sólo el emprendimiento salteño ubicado en las yungas tropicales sobrevivió. Se trata del café Baritú y es Graciela quien se cargó al hombro la idea de su padre y de sus tíos que recibió un golpe letal con la convertibilidad de los años ’90. “Eso terminó de matar el plan cafetero”, relató Graciela a El Planeta Urbano, “porque no se podía competir, y menos con los monstruos del café que venían de afuera. Yo tuve la suerte de hacerlo en otro contexto y otra época, donde las personas aprecian todo lo que es orgánico, natural, y lo que son emprendimientos familiares. Tuve otro tipo de apoyo y pude diferenciarme también”, agrega.

“La finca tiene más de 1.500 hectáreas, pero las que nosotros destinamos al café son 30, porque la mayoría de la quinta está dentro de lo que es reserva biosfera y está preservada y cuidada por nosotros” declara la mujer para luego agregar que llegar a la propiedad es complicado: “no podemos hacerlo por el lado argentino y entonces tenemos que ir por Bolivia, haciendo todos los trámites (aduana y migraciones, de ida y de vuelta) como si fuéramos de paseo. Increíble porque es solo un tránsito de 15 km. De allí cruzamos la alta cuenca del Río Bermejo en una chalana e ingresamos a pie a la propiedad. Luego volvemos al lado argentino”.

Graciela (Foto: Planeta Urbano)

Graciela relata que tras el fracaso del plan cafetero se dedicó al turismo alternativo, aunque le resultaba inverosímil que los cafetales empezaran a ser devorados por la selva. “Entonces se me metió en la cabeza la idea de recuperarlos”. A la hora de hablar de las variedades que produce, la mujer precisa que “Coffea arabica (conocida comúnmente como arábica). La sub variedad es la Catuaí, que es una fusión de dos variedades, Mondo novo y Caturra. El fruto puede ser bourbon o amarelo. La Mondo novo es una variedad colombiana cuya productividad es muy alta, y la Caturra es brasileña y de porte muy robusto. Eso hace que la planta tenga mucha fuerza, sea muy productiva y al mismo tiempo soporte los embates climáticos. Donde nosotros tenemos la plantación es selva de altura; ahí la amplitud térmica es muy marcada entre el día y la noche”.

Al final del informe, Graciela relata los inconvenientes que generó la pandemia. “Yo hace más de dos años que no puedo ingresar a la propiedad porque esa frontera todavía sigue cerrada. Ahora nos comunicaron que podemos pasar con las chalanas y de ahí tomar un taxi boliviano desde la localidad de Bermejo hasta la propiedad. Son unos 20 km. La plantación de todos modos está cuidada y totalmente manejada. La fuimos manteniendo con mucho esfuerzo con gente que sí podía cruzar. Lo que sí sucede es que no pudimos crecer”, lamenta.

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