Luciana Chavéz se refirió a su especialidad en el Día de la Arqueología. Dijo que en el NOA el aporte de los pueblos originarios es enorme y que el boom minero generó la necesidad de especialistas para estudios de impacto ambiental.
Tiene 38 años y un máster en Memoria Social y Patrimonio Cultural. Nació y creció en Salta, pero estudió en la Universidad Nacional de Tucumán. En una larga entrevista que concedió a la agencia Telam, relató su vocación por la disciplina y sus inicios en una carrera “larga, que generalmente va direccionada a la investigación”.
.»Por suerte, apenas me recibí tuve la posibilidad de aplicar para una beca en Brasil, así que adelanté la tesis y estuve casi dos años y medio en el sur de ese país, haciendo una maestría», reveló la profesional. Asimismo, comentó que retornó a Salta, donde le encontró una nueva veta de la profesión: «empecé a descubrir la parte privada de la arqueología».
En el Día del Arqueólogo, Chavez opinó que «en el país está creciendo muchísimo la profesión, y te das cuenta en la cantidad de chicas y chicos que se reciben en esta disciplina», al tiempo que destacó que «también se va diversificando la posibilidad laboral».
En este sentido, apuntó que el crecimiento de la minería provocó un aumento en la necesidad de contratar arqueólogos, para la realización de los denominados «informes de impacto ambiental, que deben presentar las empresas para obtener las habilitaciones». «Básicamente es un relevamiento arqueológico para ver el estado del sitio donde tienen que hacer la obra, si hay algún tipo de rastro arqueológico y, en ese caso, implementar las medidas necesarias para preservarlo», explicó.
Además, apuntó que la tarea incluye la elaboración de «un plan de contención y manejo para el caso en que en las obras aparezca algún vestigio arqueológico», y agregó que se trata de «un plan de mitigación de cualquier tipo de daño que pueda sufrir el patrimonio arqueológico».
También señaló que «en Argentina tenemos una riqueza cultural y arqueológica increíble», aunque consideró que «es poco lo que se conoce, y en eso tenemos que hacer un mea culpa como sociedad y como sistema educativo». A la hora de precisar lo que ocurre en la región, Chávez resalto que en el “norte argentino existe un aporte muy visible de los pueblos originarios», lo que se traduce en «una cultura más viva».
Actualmente, «la tecnología ayuda y facilita muchísimo» el trabajo de registro arqueológico, ya que «años atrás era salir al campo solamente con la lapicera y el anotador . Ahora todo es mucho más práctico», desde la las mediciones y la fotografía y hasta la ubicación.
«Ya no queda únicamente apuntar a la investigación, al Conicet, sino que van surgiendo otras ramas en las que uno puede aplicar y desarrollarse como arqueólogo o arqueóloga», sostuvo, y acotó: «Más allá de ser lo que uno ama, y por lo tanto tener una visión un poquito subjetiva, también veo que se ha ampliado mucho».
Chávez destacó el trabajo que se desarrolla «desde la arqueología, junto al Equipo de Antropología Forense (EAF), en contexto del terrorismo de estado, que hace un aporte social es muy grande», y también el estudio sobre los ex combatientes de Malvinas.
«Es muy amplio el trabajo que se hace desde la arqueología, como aporte», aseguró, y contó: «en mi caso particular, dentro de lo que es la arqueología histórica, me incliné a la rama de la arqueología de la diáspora africana».
Su investigación está basada en la población afro y afrodescendiente en el Tucumán colonial, considerada una temática «muy interesante en Argentina, por toda esa negación que hay con nuestro pasado afro», precisó. «La idea fue aportar un granito de arena al proceso de visibilización y de reconocimiento a este gen africano que tenemos dentro de la sociedad argentina y que tanto tiempo ha estado negado y oculto», resaltó.
Fuente: Telam