El antropólogo y técnico de la Defensoría General, Martín Yañez, que participó de la investigación judicial del caso “Juana” ejercita una genealogía de la aberrante práctica que se busca combatir en el norte salteño.
En esta segunda entrega de la entrevista realizada al consultor técnico de la Defensa Pública que fuera perito de la investigación judicial del caso “Juana”, Martín Yañez recurre a su formación de antropólogo para bucear en la genealogía de una palabra resistida por parte de las comunidades wichí pero que deviene en concepto que echa luz sobre una “práctica del conquistador que dominó al indígena y tomaba el cuerpo de ese otro como algo de menor valor. Eso es el racismo. Eso se juega en el cuerpo de las mujeres y las niñas indígenas” había declarado el profesional en el programa CUARTO OSCURO que se emite por la señal de FM La Cuerda (104.5).
En esa primera parte de la entrevista, Yañez resalto que la práctica se fue naturalizando al punto de perder la genealogía de la misma que es la que permite que el término devenga en concepto capaz de pincelar una situación de dominación del criollo sobre el originario. “Por eso se genera el conflicto interétnico a punto tal que al ocurrir el caso Juana se levantaron las mujeres de Alto La Sierra. No sólo había un hecho aberrante como lo es una violación, también la vulneración de la comunidad wichí que se siente negada en su condición de humanidad. Sin olvidar que esa práctica gozaba de una impunidad total. Hay que recordar que con el caso ´Juana´ se logra por primera vez una condena. El mérito de la Defensa fue probar que se trataba de un crimen de odio y de racismo”, recordó.
Yañez destaca en esta segunda parte que en aquel conversatorio del INADI (agosto del 2020) que supuso el inicio del uso masivo del término también provocó que muchos “pueblos originarios que tienen contacto con otros de origen occidental a lo largo del país manifestaran haber experimentado ese tipo de padecimientos. En ese conversatorio los mapuches comenzaron a decir ‘a nosotros nos pasa lo mismo’, igual los diaguitas, los kollas también. Era necesario entonces poner luz sobre una práctica invisibilizada y analizar qué pasa allí donde hay contacto interétnico entre occidentales y originarios. En ese conversatorio había una diputada nacional y de entre las opiniones de las personas pertenecientes a comunidades se planteó la necesidad de reformar el código penal”, destacó el antropólogo. Hacía referencia a que el “chineo” posea un agravante en materia penal –tal como ocurre con los femicidios– por encerrar factores propios de relaciones interétnicas atravesadas por el racismo.
En ese punto, el profesional fue consultado si existen registros académicos que den cuenta de prácticas similares padecidas por otros pueblos originarios de Latinoamérica que en conjunto sufrieron un similar proceso de conquista y colonización. “Nosotros tenemos que entender que la idea de raza y su conceptualización surge en el mundo a partir de la conquista de América, desde 1492 para aquí. Antes occidente se había enfrentado a otras civilizaciones, a otros pueblos, hubo guerras religiosas, etc; pero lo que no había sucedido es que se le negara la condición de persona al otro. Con la conquista de América eso ocurre y mucho tuvo que ver la supuesta falta de alma de los originarios. Entonces se le otorgó menor valor a los cuerpos. Todos los pueblos americanos en su relación con el conquistador sufren abusos: desde el trabajo compulsivo a la apropiación del cuerpo de las mujeres. Ahí está la génesis de esta práctica del chineo”, sentenció.