Difícil tener conciencia de los fenómenos físicos que ocurren en un cuerpo en relación con este tipo de contaminación, de allí la importancia de contenidos que permitan comprender la base de ciertos mecanismos para que ello ocurra. (Sandra Carral Garcín)
Continuando con los aportes del excelente documento “Antennes de téléphonie mobile, technologies sans fil et santé”, del doctor (en medicina) Jean Pilette (2008), interesa abordar ahora la cuestión de la recepción, es decir porqué inciden en el cuerpo humano las ondas de los campos electromagnéticos en que vivimos inmersos, sean de antenas de teléfonía móvil, teléfonos móviles y otros equipos sin cable hoy habituales en cada hogar.
Es cierto que no tenemos conciencia de los diferentes fenómenos físicos que ocurren en un cuerpo vivo en relación con este tipo de contaminación. Por ello los contenidos que comunica el doctor Pilette nos permiten comprender la base de ciertos mecanismos para que esto ocurra.
Las actividades fisiológicas de nuestro organismo producen ondas de frecuencias bajas. Por ejemplo, dice el doctor Pilette, si nuestro corazón bate 60 veces por minuto, produce una onda de 1 Hertz -Hz- (60 veces / 60 segundos = 1 Hz). Así, cada uno de nuestros órganos y cada una de nuestras células vive de una manera rítmica y produce ondas. Siendo que la actividad biológica de los seres vivos está regida por procesos eléctricos, éstos también engendran ondas electromagnéticas.
Para explicar la sensibilidad del ser humano a los campos electromagnéticos, el doctor Pilette parte del análisis de 3 elementos:
– Las dimensiones del cuerpo humano, que juegan un rol en la absorción de la energía de la onda, por ejemplo, la altura. Una persona baja absorberá más que una persona alta (experiencias* realizadas revelan que los niños absorben más que los adultos en la banda de frecuencias 900 Mhz a 1.800 Mhz). Esto se explicaría por qué una onda electromagnética que se propaga tiende a formar ondas estacionarias cuando pasa a través de objetos o estructuras con una dimensión igual a su longitud de onda o a submúltiplos de ésta. Este fenómeno es la resonancia y cuando ocurre la absorción de energía en esos objetos o estructuras es máxima.
– La sensibilidad de los sistemas enzimáticos que rigen el funcionamiento del organismo humano. Los campos electromagnéticos externos pueden influenciar el funcionamiento de nuestro sistema enzimático debido a que las actividades enzimáticas esenciales funcionan con el magnetismo del Mg-25 (isótopo de magnesio con 12 protones y 13 neutrones). Este isótopo produce un campo magnético que permite que las enzimas que sintetizan la molécula ATP (trifosfato de adenosina), molécula que es reservorio de energía de las células, la produzcan 2 a 4 veces más que en presencia de otros isótopos (ver entre otros, los trabajos del profesor Anatoly Buchachenko y equipo**). Este mecanismo puede entonces ser perturbado por campos electromagnéticos exteriores, de manera de impedir que las células produzcan energía en cantidad suficiente, afectando el metabolismo celular.
– La presencia en el cuerpo humano de cristales de magnetita (imanes naturales). Un investigador americano, el profesor Joseph Kirschvinsk***, y su equipo descubrieron la presencia de millones de cristales en el cerebro humano. Cada cristal de magnetita (Fe3O4) está asociado a un poco de maghemita (Fe2O3) y está protegido por una membrana, constituyendo con ella un magnetosoma (la membrana está formada por lípidos y proteínas, de las cuales algunas son específicas). La magnetita es sensible a los campos electromagnéticos y los magnetosomas son capaces de percibir las variaciones de los campos electromagnéticos del ambiente.
Así, las células que contienen cristales de magnetita pueden absorber hasta el 30% de la energía de las microondas, las cuales portan una energía importante. Los átomos de toda red cristalina son capaces de vibrar colectivamente. En los cristales de magnetita las microondas, por un efecto magneto-acústico originan ondas acústicas de la misma frecuencia****. Sobre el efecto de las microondas se originan ultrasonidos, los cuales disipan su energía en las estructuras celulares que rodean a los magnetosomas, provocando aberturas transitorias en las membranas de éstos. De esta manera los cristales de magnetita quedan desnudos y puestos en contacto con otros materiales de la célula se oxidan y dan lugar al surgimiento de radicales libres, los cuales pueden alterar las membranas celulares y el ADN -Ácido Desoxirribonucleico-, la clave de nuestra genética.
Se trate de microondas pulsadas (por ejemplo, en las frecuencias de 900 y 1.800 Hz) o continuas (por ejemplo a 2.100 Mhz), todas ellas tienen un efecto en los cristales de magnetita del cuerpo humano, además de los campos de bajas frecuencias que surgen de la complejidad de los sistemas utilizados (por ejemplo es el caso de ondas pulsadas a 217 Hz; también otras ondas de 8 Hz y 2 Hz que pueden interferir con las ondas alfa y delta de nuestro cerebro -alfa en el caso de relajación y delta en el caso de sueño profundo-).
A esto hay que agregar la presencia de otros campos generados por otras fuentes, como las redes eléctricas, que siendo de baja frecuencia (corriente a 50 Hz), pueden asimismo afectar el delicado equilibrio de nuestros organismos.
Es por ello, que teniendo en cuenta la ya profusa invasión -necesaria para un adecuado standard de vida- de los múltiples dispositivos con los cuales nos asistimos, es necesario repensar cuáles de ellos son indispensables, a la vez que esta reflexión doméstica debe ser complementada, ciertamente, por las políticas públicas a la altura de decidir el aumento de la infraestructura emisora de ondas para configurar una multiplicación de los campos electromagnéticos en los cuales ya vivimos inmersos, para funcionalidades varias como el internet de las cosas, con la cual se quiere innovar ahora.
Referencias:
* Comparison of radio frecuency energy absorption in ear and eye region of children and adults at 900, 1.800 and 2.450 Mhz (2005)
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16148398/
** Magnetic isotopic effect of magnesium in phosphoglycerate kinase phosphorylation (2005)
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16043694/
*** Magnetite biomineralization in the human brain (1992)
https://www.pnas.org/doi/abs/10.1073/pnas.89.16.7683
**** Microwave absorption by magnetite: a possible mechanism for coupling non thermal levels of radiation to biological systems (1996)