El escritor y docente de la UBA, en entrevista exclusiva, conversó acerca de la coyuntura política que implica no sólo del país, sino también al mundo. Entre la derecha aggiornada que gana adeptos a pesar de sus desopilantes nuevos representantes y un progresismo castrador del pensamiento, la izquierda no termina de seducir a la población.
Entrando de lleno al análisis de la coyuntura política y la irrupción de figuras de la denominada «nueva derecha», como lo es el autoproclamado movimiento «libertario» con Javier Milei a la cabeza, el entrevistado del día en CUARTO OSCURO -programa que se emite por FM La Cuerda 104.5- comentó: «En primer lugar lo que podría decir es que no hay que desestimar nunca lo que luce como marginal; porque algo que es muy marginal hoy puede tomar cierto grado de centralidad u otro tipo de relevancia en poco tiempo». A modo de ejemplo consideró el caso del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Ojo a lo desopilante
«Yo agregaría una distinción conceptual a esto que llamamos derecha. Por una parte es lo que ya existía pero permanecía de alguna manera más solapado. Entonces lo que hay es un cambio en la notoriedad de algo que ya existía. Por otro lado, debemos pensar que sí hay algo que ha cambiado -y por lo que leo, Pablo Stefanoni es de los que lo ha pensado con más profundidad- y es adquirir una cierta pátina de aparente rebeldía, de ruptura, que no deja de ser paradójica porque hablamos de pensamientos conservadores. Efectivamente estas derechas sin dejar de ser como son, reaccionarias, adquieren esta pátina de disidencia que podemos entender como absolutamente engañosa, pero al mismo tiempo muy eficaz», acotó Kohan.
Luego especificó: «No debemos dejar de percibir esto como desopilante, pero al mismo tiempo que puede llegar a cobrar una envergadura relevante, sin dejar de ser desopilante; como sucede ahora que está ganando espacio. Entonces no debemos desestimarlo, porque siendo como es, un poco ridículo, bastante farsesco, cobra una entidad política que nos obliga a tomarlo en consideración. Y parte de lo desopilante es que le llaman comunismo a todo, al punto que no se puede decir si es una sobreactuación -o no- de una paranoia de guerra fría realmente desenfocada, pero que en algún grado funciona, como cuando le llaman marxismo a cualquier cosa».
Policía del pensamiento
Más adelante, el entrevistado reparó ante la consulta por -al contrario de la exacerbación de estas nuevas derechas- el extremo en la corrección política que muestra gran parte del progresismo, o lo que se ha dado por denominar una «policía del pensamiento». A lo cual señaló: «Es algo que se está ampliando al interior de esa cultura que llamamos progresista. Es para mí algo alarmante porque demuestra un mecanismo de censura, de intimidación que condiciona lo que podamos pensar o lo que podemos decir. Todo lo contrario a lo que queremos, que es abrir eventualmente todas las discusiones, poner en circulación todas las ideas, confrontar y polemizar. Pero lo que este régimen de lo que da por llamarse políticamente correcto tiene una función más de censura y de intimidación».
A modo de ejemplo, y desde el punto de vista académico -dado que Kohan es docente universitario- pero que se replica en otras esferas, comentó: «Lo políticamente correcto en Estados Unidos impera a nivel universitario de un modo muy fuerte, con altos grados de intimidación y censura; hay patrullajes que prohíben y habilitan lo que se puede decir o no decir, leer y pensar. Y de hecho hay un traspaso en la lógica institucional en Argentina, un lugar con condiciones sociales totalmente distintas, sin embargo empieza a replicar una lógica institucional de la peor manera; no solo lo que no podemos decir, sino lo que nos vemos obligados a decir y aclarar bajo este efecto de intimidación por ser escrachados o acusados».
«Lo que se denomina políticamente incorrecto, y esto nos lleva nuevamente a Milei, para mí forma parte de la misma dinámica de lo políticamente correcto. Yo no considero que lo primero es lo contrario a lo segundo; porque me parece que es la cara del anverso pero complementaria. Porque la cuestión con lo políticamente correcto es que determina lo que vamos a poder decir y lo que no. En tanto lo políticamente incorrecto está igual de determinado, pero por el signo inverso; porque se vuelve igual de previsible, igual de pautado».
La izquierda argentina
Respondiendo a la pregunta por la opinión que le merece el estado actual de la izquierda en el país, el escritor señaló que está clara la posición crítica que asumen tanto en las luchas que se desenvuelven en las calles y en los debates parlamentarios, pero aún así «no termina de encantar ni de persuadir» al electorado.
Entre algunas de las razones para explicar esta situación, Kohan sostuvo dos ideas. La primera, que enmarcó en el «clima de época», apuntó a que «lo que la izquierda plantea está bien, pero no es viable. Eso en términos electorales se traducen en un ‘está muy bien lo que dicen pero no los voy a votar porque no van a ganar’. Con lo cual se produce un círculo vicioso, no ganan porque no los voto y no los voto porque no ganan».
Luego comentó que a pesar de que se suele criticar la corrupción generalizada «hay una dirigencia notoriamente honesta, como lo son los dirigentes de izquierda, como pueden ser Jorge Altamira, Myriam Bregman, Luis Zamora y otros tantos más». Sin embargo, advirtió que «eso termina suscitando una especie de raro desprecio» porque se termina considerando a esa condición de honestidad «como una ingenuidad».