El entrecomillado pertenece al libro de Ana Mariani. El mismo bucea en la vida de la única mujer acusada y condenada por desapariciones forzadas, torturas, abusos sexuales y homicidios durante la dictadura: la cordobesa Graciela “la Cuca” Antón.
Ana Mariani hizo esa reflexión en el ciclo Entremujeres que luego el diario Clarín amplificó en su edición de hoy. La charla ocurre tras la publicación por parte de la editorial Aguilar de la investigación de Mariani sobre la única mujer sentenciada a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad (Editorial Aguilar).
“Yo estuve cubriendo los crímenes por lesa humanidad y, fundamentalmente, el de la megacausa «La Perla», que duró cuatro años. Ver a una mujer entre una cincuentena de hombres fue un impacto muy grande. Empecé a investigar a partir de verla a ella en el banquillo de los acusados. Además, entrevisté a sus víctimas que se habían salvado del terrorífico Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba”, relató la periodista en el programa mencionado.
Se reunió cinco veces con la única mujer condenada a perpetua por este tipo de delitos en América Latina. “Tuve muchas contradicciones, muchas idas y vueltas, no estaba segura de que haya que entrevistar a represores y genocidas. Si no hubiera logrado entrevistarla, el libro no hubiera existido; a mí me interesaba tener su palabra y contrastarla con la historia de sus víctimas”, rememoró.
Mirta Graciela Antón cumple actualmente su sentencia en la cárcel de Bouwer, en Córdoba. Policía, hija de policía, esposa de policía, hermana, madre y tía de policías, se declara inocente hasta el día de hoy. “Me confunden”, alegó ante las múltiples víctimas y testigos que la reconocieron.
Con 20 años ingresó a la fuerza en 1974. Entre los testimonios recogidos para el libro, sobresale el de Humberto Vera, quien relató las atrocidades sufridas cuando fue secuestrado en agosto de ese año. “Lo que tengo registrado es que había una policía que pasaba y, cuando se paraba delante de mí, me pisaba los testículos con los tacos”, en clara referencia a Antón.
La autora explicó que “nos cuesta imaginarnos a una mujer teniendo esa maldad, poder llegar a torturar a las personas igual o peor que un hombre. Quizás sea una cuestión cultural, quizás a la figura de la mujer uno la tenga idealizada en algunos aspectos. Sin embargo, yo creo que el mal y la perversión no tienen género. Una mujer o un hombre pueden llegar a torturar de la misma manera”.
“Cuando entré en el lugar, la primera que me pegó una trompada fue Graciela ‘la Cuca’ Antón, una policía que torturaba y a la que todos temían”, dijo Graciela Olivella durante el juicio que condenó a la acusada. “‘La Cuca’, en cuanto a la tortura, no diferenció hombres de mujeres. Lo que a muchos les impactó bastante es que en la cadena perpetua que le dieron en la megacausa La Perla haya sido también sentenciada por seis abusos sexuales”, detalló Mariani.
La historia de Antón y la de sus víctimas mujeres echan por tierra la ya casi desestimada teoría del “sexo débil”. En el caso de la condenada, por la monstruosidad de sus torturas, vejaciones y crímenes. En el de las secuestradas, por la valentía con que enfrentaron no sólo el momento de los ataques sino también por la fuerza con que los relataron ante la Justicia.
Casi como una paradoja de la democracia, a “la Cuca” la detuvieron en el año 2009, mientras votaba en una escuela cercana a su casa cordobesa para las elecciones legislativas de ese año. Desde ese momento hasta ahora cumple sentencia en una celda aislada, tras negársele la prisión domiciliaria.