La condena fue para el exmilitar y el excomisario por el secuestro y ejecución del médico Pedro Enrique Urueña en 1975. El caso fue calificado como delito de lesa humanidad cometido en el marco del terrorismo de Estado previo a la última dictadura argentina.
El Tribunal Oral Federal N°1 de Salta dictó una sentencia histórica al condenar a prisión perpetua al exmilitar Ernesto Alejandro Repossi y al excomisario Joaquín Guil. Ambos fueron hallados culpables de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio agravado en perjuicio del médico Pedro Enrique Urueña, quien fue secuestrado de su domicilio en Tartagal el 16 de diciembre de 1975.
La sentencia, emitida de forma unánime por los jueces Federico Santiago Díaz, María Alejandra Cataldi y Jorge Abelardo Basbus, se alinea con el requerimiento del Ministerio Público Fiscal. El tribunal también declaró los hechos como delitos de lesa humanidad, reconociendo su comisión en el contexto del terrorismo de Estado que precedió a la última dictadura militar argentina.
Durante el juicio, que comenzó el 31 de julio pasado, se acreditó que Urueña fue secuestrado por personal del Ejército y la Policía provincial, para luego ser ejecutado y su cuerpo dinamitado. La fiscalía logró probar la participación de cinco hombres vestidos de civil que, armados y movilizándose en un Ford Falcón, irrumpieron en la casa de la víctima bajo el pretexto de realizar un allanamiento.
El móvil del crimen estuvo vinculado a la labor política y social que Urueña desarrollaba como médico comunitario y militante de la Juventud Peronista en Tartagal. Los testimonios, incluyendo el de la viuda de Urueña, revelaron un historial de persecución previo al fatal desenlace, con detenciones anteriores por «razones políticas».
La investigación determinó que los responsables condujeron a la víctima por la ruta nacional 34 hasta un camino cerca del paraje Balbuena, donde lo ejecutaron con armas de fuego y explosivos. La fiscalía destacó la responsabilidad de Repossi como segundo jefe del Regimiento de Infantería de Monte 28 de Tartagal, y de Guil como director de Seguridad de la Policía de Salta, en la planificación y encubrimiento del crimen.