“Una estructura perfecta de origen volcánico despierta teorías, leyendas y asombro entre viajeros y científicos por igual”, destacan los medios nacionales que reseñan la belleza geológica de la Puna salteña.
“En la vasta inmensidad del Salar de Arizaro, donde el silencio reina y el paisaje parece de otro planeta, se eleva una estructura natural que desconcertó a científicos, viajantes y pobladores por igual. A más de 3.690 metros sobre el nivel del mar, en pleno corazón de la Puna salteña, el Cono de Arita aparece como una figura solitaria que corta el horizonte con una simetría tan precisa que más de uno creyó estar frente a una construcción humana” resalta una nota rubricada por Celeste Sawczuk y publicada en el sitio Infobae.
Ubicado al sur del Salar de Arizaro, el cono tiene una extensión aproximada de 1.600 kilómetros cuadrados con 200 metros de altura. Desde lejos, su silueta recuerda a una pirámide y la superficie del cono, compuesta por rocas volcánicas oscuras, contrasta con el blanco brillante del salar reforzando su aspecto casi sobrenatural. “No posee cráter ni señales de actividad volcánica, lo que llevó a pensar durante años que se trataba de una estructura artificial, quizá construida por antiguas civilizaciones. Sin embargo, estudios geológicos demostraron que se trata de un cono volcánico que nunca llegó a erupcionar, lo cual explica su forma cerrada y la ausencia de lava en su interior” destacó la periodista mencionada.
El nombre “Arita” proviene de la lengua aymara y significa “filoso” o “puntiagudo”. Esta denominación no solo describe con exactitud la figura del cono, sino que también refleja la conexión ancestral que los pueblos originarios mantenían con el entorno. Se cree que el Cono de Arita fue un centro ceremonial utilizado por culturas preincaicas, que lo habrían elegido para rituales vinculados con la Pachamama.
Para llegar desde la capital salteña se debe realizar una primera parte del trayecto por la Ruta Nacional 51 que cruza paisajes de altura hasta llegar a San Antonio de los Cobres. Desde allí, se toma la Ruta Provincial 27, pasando por sitios emblemáticos como el Viaducto La Polvorilla y los parajes de Olacapato y Caipe, hasta llegar finalmente a Tolar Grande. Este pintoresco pueblo andino sirve como base para adentrarse en el Salar de Arizaro, donde restan unos 85 kilómetros de ripio hasta el Cono de Arita.
“Debido al estado de los caminos, muchas veces erosionados por el clima y la sal, es indispensable realizar el recorrido en vehículos 4×4 y, en lo posible, con el acompañamiento de un guía local que conozca la zona” destaca la nota ya citada.