El Partido de la Victoria y el PJ anotaron frentes electorales con el nombre que consagró a Alberto y Cristina. La última palabra la tienen los apoderados nacionales, verdaderos guardianes de la estrategia nacional. (Daniel Avalos)
Que el espacio que lidera Sergio Leavy en Salta se desacate a las estrategias nacionales no sorprende. Sorprendió un poco más que el Justicialismo que lidera Gustavo Sáenz no haya podido ingresar al Frente de Todos siendo gobierno en la provincia y contando con el guiño de la Casa Rosada. La combinación generó un desaguisado bien salteño: la inscripción de dos frentes con la misma denominación que consagró a Alberto y Cristina Fernández como presidente y vicepresidente en el año 2019. La situación es insostenible y solo uno de los dos puede usar el nombre. Para fortuna de la prensa provincial, la situación ya ocurrió en Salta y por ello mismo podemos pronosticar quiénes decidirán y hasta especular qué razonamientos atravesarán a los mismos.
Una nota del 20 de mayo pasado dirigida al presidente del Tribunal Electoral de Salta viene a nuestro auxilio. Llevaba la firma de quienes se presentaban como apoderados del Frente de Todos en el orden nacional: el recientemente fallecido Jorge Landau y Gustavo Adolfo López Wesselhoefft. Allí destacaban que habiendo sido informados que en la provincia se había presentado una lista que utilizaba el nombre “Frente de Todos”, solicitaban al tribunal que se “le ordene el cambio de denominación y se permita ello en la medida que sea autorizado por los apoderados nacionales del mismo, cosa que no ha acontecido en el caso de este distrito electoral”.
El énfasis con que resaltaban su condición de guardianes de la denominación vuelve a repetirse en el párrafo siguiente cuando informan que ya habían solicitado a la secretaria electoral que se comunicara a todos los juzgados federales con competencia electoral “que la utilización de la denominación Frente de Todos era posible, a los efectos de las elecciones provinciales, en la medida que fuera autorizado por los apoderados nacionales de dicha agrupación política”. El resguardo de la denominación, por supuesto, incluye el uso de los colores, la tipografía y hasta el tamaño de los nombres de los candidatos.
La nota ponía fin a la aventura de cuatro partidos salteños que cansados del destrato que Sergio Leavy le dispensaba, decidieron -a fines de abril- romper con ese espacio e inscribir un frente electoral con la denominación “Frente de Todos”. Parece una historia vieja, pero los criterios usados por la dirigencia nacional para dirimir la disputa de entonces se repetirán para dirimir el litigio que acaba de surgir. De allí que para pronosticar quién se quedará con la denominación en Salta para las próximas elecciones de diputados nacionales, hay que evaluar la estrategia política nacional y las personas que ofician de apoderados de la agrupación.
Ambas cosas parecen favorecer al PJ provincial, que podrá presumir de haber sido parte de ese frente durante el año 2019, aunque desde hace un año es señalado por el Partido de la Victoria y sus fuerzas aliadas como ejemplo del “oportunismo y entrismo saencista” en el movimiento nacional y popular. Tienen sus buenas razones los que así piensan, aunque no se trata de una acusación que haya pesado demasiado en el diseño de la estrategia política electoral que el oficialismo nacional ejecuta: armados que se valoran según las consecuencias prácticas del mismo y no por las procedencias de los “nuevos” que se suman; Partido Justicialista devenido en columna vertebral del Frente de Todos, razón por la cual Alberto Fernández lo preside y el kirchnerismo duro lo coloniza con Máximo Kirchner al frente del PJ bonaerense; PJ que en Salta es controlado efectivamente por el saencismo, aunque ese kirchnerismo coló dirigentes como Emiliano Estrada que responde a uno de los guardianes de la estrategia política nacional: Wado de Pedro, actual ministro del Interior. El hombre que debe articular intereses, negociar con actores políticos de distintas jerarquías (que incluyen a gobernadores), forjar vínculos y tejer acuerdos que, aun siendo informales, son considerados claves para garantizar gobernabilidad y proveer de musculatura política al proyecto propio.
Equivocada, impugnable o hasta condenable, esa es la estrategia nacional y difícilmente la Casa Rosada la modifique para satisfacer a los kirchneristas salteños de la primera hora. Las razones para suponerlo son varias, pero detengámonos sólo en tres: la convicción de que si Cristina dio un paso al costado y levantó el veto a actores que habían sido muy opositores a ella como Sergio Massa para garantizar un triunfo, cualquiera puede y debe hacerlo en nombre del proyecto; la certeza que los dirigentes y militantes propios deberían entender la importancia tácita de los acuerdos que se tejen con los gobernadores aun cuando no siempre conozcan los detalles de los mismos; y el hecho no menor de preguntarse porque deberían modificar una estrategia para satisfacer a “K” salteños que no han protagonizado nada que se asemeje a un logro político desde el año 2019.
Difícil entonces que estos últimos se queden con la denominación “Frente de Todos”. Dependerá de los apoderados que siempre son personas que gozan de la confianza absoluta de los jefes y jefas que dirigen la partida. Lo era el fallecido Jorge Landau y lo es Gustavo Adolfo López Wesselhoefft, las personas que firmaron el escrito dirigido al Tribunal Eectoral de Salta para vetar el uso del sello al frente que hoy es “Salta para Todos”. No son los únicos. El sector del frente que responde a Sergio Massa tiene el apoderado propio y el pelotón incluye también a Gerónimo Ustarroz. Se trata del primo hermano del propio Wado de Pedro quien -tras el secuestro y la desaparición de sus padres por la dictadura– fue criado por su tía materna y su marido Javier Ustarroz que tenían dos hijos: Juan Ignacio y Gerónimo, personas que como el mismo Wado militan desde hace años en La Cámpora.