El gobierno de Milei detuvo la construcción -casi finalizada – de una instalación estratégica para la producción de combustible nuclear. Expertos advierten sobre los riesgos para la industria energética nacional.
La reciente comparecencia del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ante la Cámara de Diputados ha puesto de manifiesto una preocupante situación en el sector nuclear argentino. La paralización de la construcción de una nueva planta de producción de dióxido de uranio natural en Formosa evidencia un retroceso en la política energética nacional bajo la administración del presidente Javier Milei.
Dioxitek, empresa estatal creada en 1996 para la fabricación de dióxido de uranio, se encuentra en el centro de la controversia. Aunque el gobierno niega haber tomado decisiones para detener el proyecto, fuentes del sector denuncian la falta total de inversión desde diciembre pasado. La única acción concreta ha sido el despido de 36 operarios a nivel nacional, 13 de ellos en Formosa.
El ex presidente del Directorio de Dioxitek y actual ministro de Cultura y Educación de Formosa, Julio Aráoz, explicó la importancia estratégica de la empresa. Dioxitek es un eslabón clave en la cadena de producción de combustible para las centrales nucleares argentinas, contribuyendo al liderazgo del país en aplicaciones pacíficas de la energía nuclear en América Latina.
La nueva planta en Formosa, con un 90% de avance en su construcción, fue concebida para reemplazar la instalación obsoleta en Córdoba, que opera bajo un permiso especial de la Justicia Federal. El proyecto, iniciado en 2015, ha sufrido interrupciones pero logró avances significativos hasta la llegada del actual gobierno. Aráoz advierte que el desfinanciamiento total y la falta de indicios de reactivación ponen en riesgo no solo la inversión realizada sino también la capacidad del país para abastecer sus centrales nucleares.
Los expertos además señalan que la situación actual plantea serios desafíos para la soberanía tecnológica y energética de Argentina. Con una inversión cercana a los 140 millones de dólares ya realizada, el abandono del proyecto podría comprometer la generación nucleoeléctrica del país. Aráoz enfatiza que Dioxitek no es una empresa deficitaria y que, por el contrario, genera divisas a través de exportaciones de productos derivados.
El estancamiento del proyecto en Formosa, parte del Plan Nuclear Argentino aprobado por ley en 2008, representa un golpe para el desarrollo tecnológico nacional. Destacan que la pérdida de personal técnico altamente calificado y la incertidumbre sobre el futuro de la planta ponen en jaque años de inversión y planificación estratégica en un sector crucial para la matriz energética argentina.