martes 3 de diciembre de 2024
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Semana de la memoria | Dictadura y economía en Salta: la reivindicación de los desmontes

En 1976 Rodolfo Walsh aseguraba que la brutal represión desatada por la dictadura sólo podía explicarse por la necesidad de imponer un modelo económico profundamente antipopular. Salta no fue ajena a ello.

“Estos hechos, que sacuden las conciencias del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino (…) En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

La frase es de Rodolfo Walsh. Es parte del texto que él mismo tituló “Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar”. A la frase antecede la larga descripción de los tipos de represión puesta en marcha en marzo de 1976 y que Walsh aseguraba que sólo podía explicarse por la necesidad de esa Junta de imponer un modelo económico profundamente antipopular. Salta no fue ajena a ello. Las medidas anunciadas por El Tribuno días después del Golpe de Estado lo confirman: reducción del aparato burocrático provincial y municipal; instar al empresariado y al contribuyente en general a pagar los impuestos adeudados; reducir los gastos improductivos y consolidar “la estabilidad jurídica, seguridad y facilidades al empresariado para que cumpla más efectivamente su cometido de generar riquezas…” (El Tribuno: 3/4/76).

Pero la situación no se redujo a ello. También los discursos del gobernador de facto Augusto Ulloa – asumió en abril de 1977 y fue ratificado en el cargo en mayo de 1981 – evidenciaban la matriz económica provincial deseada. Detengámonos ahora en uno de esos discursos que pueden leerse en una publicación de la Secretaría General de la Gobernación de aquel entonces. Emitido el 4 de octubre de 1980 en la provincia del Chaco y ante el mismísimo Leopoldo Fortunato Galtieri, Ulloa decía: “En Salta salimos a abrir caminos: 490 kilómetros de caminos pavimentados, nuevos; 700 enripiados. Salimos a invitar a los empresarios a jugarse junto a nosotros (…) Y ya más de 200.000 hectáreas incorporadas a la agricultura, desmontadas en tres años, nos están dando la idea de esa respuesta que recibimos de los hombres que son capaces de jugar su capital y de poner su tecnología y su trabajo al servicio de esta gran aventura que es conquistar la llanura chaqueña”.

Evitemos aquí la crítica ambiental porque el llamado “sentido histórico” aconseja no hacerlo en tanto, en aquel momento, se conocía poco y nada de la problemática ambiental. Lo que sí se conocía era eso que Rodolfo Walsh denunciara en su carta a la junta: que el programa económico tenía, entre otros pocos privilegiados, a la vieja oligarquía ganadera que se favoreció de un “aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976”, lo cual definía “la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda” que se asombraba de que hubiera gente insistiendo en que los alimentos debían ser baratos.

Mientras Walsh distribuía esa carta por las calles de Buenos Aires el 24 de marzo de 1977, fue secuestrado y nunca más apareció ni entre los vivos ni entre los muertos. El modelo agrario que Ulloa reivindicaba entonces, goza hoy de excelente salud en provincias como la nuestra donde viejos y nuevos terratenientes apelan a las nuevas tecnologías para tumbar bosques y al Estado neoliberal para diagramar una ingeniería legal que hace de nuestra provincia una provincia insólita: explotar recursos naturales provinciales que se venden al mercado internacional en forma de alimentos que podrían saciar el hambre de millones, aunque acá los niños se mueran por no comer.

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