Las cifras corresponden a la Encuesta Mundial de Valores (WVS) y confirma que los pronósticos que auguraban un siglo XXI menos religioso eran equivocados.
De esa encuesta participa la socióloga argentina Marita Carballo, autora del libro “Dios en el mundo moderno”. Allí se resalta que el 80% de la población mundial dice creer en Dios y dos tercios se define como religiosa, aunque la Argentina está por arriba del promedio: los guarismos trepan al 91 y 70%, respectivamente.
Lo que sí cae es la concurrencia semanal al templo: apenas un 28%, aunque el 62% dice que reza o medita individualmente. “En nuestro país ese escenario es más marcado: los que asisten una vez por semana o más disminuyeron en las últimas décadas, al pasar del 31% en 1984 al 21% en 2017, pero la cantidad de quienes rezan o meditan subió sensiblemente. De ser el 61% a ser el 80%. Si bien no toda meditación es religiosa, resulta relevante que la mitad de los argentinos rece varias veces por semana y un 37 % lo haga una vez al día o más”, sintetizó el diario Clarín.
Este contraste entre la escasa práctica del culto vivida de modo comunitario y una fluida relación individual con Dios, desliza a muchos especialistas a preguntarse si el creciente individualismo en la sociedad está teniendo su correlato en los cultos.
Para Carballo “el hecho de que muchos creyentes se relacionen de una manera más personal, individual y directa con Dios, sin intermediarios, es un llamado de atención para las instituciones religiosas. Sin duda –agrega-, estamos frente a una sociedad más individualista y esto se viene agudizando en las últimas décadas, pero indica también que la Iglesia no está dando las respuestas esperadas y que debe aggionarse para atraer a los fieles y generar una relación más cercana y comunitaria con ellos”.
Caballo subraya que este proceso “es un enorme desafío para las confesiones religiosas”. Cree, pues, que “las Iglesias deben estar atentas y desarrollar estrategias de acercamiento a sus fieles respondiendo a sus necesidades espirituales y humanas como los problemas de la vida familiar, los dilemas morales…” En el caso de la Iglesia católica, dice que “se le reclama ser más abierta e inclusiva, contenedora y participativa. También se le demanda ayuda para atender los problemas sociales de nuestro país hoy en día y en este punto se reconoce su labor”.
Carballo opina que la Iglesia “está frente a una gran oportunidad. Los oficios a distancia han atraído a un público que estaba alejado y ya no frecuentaba la iglesia y pueden ser muy eficaces para un mayor acercamiento a los jóvenes. Además, la pandemia genera muchas inseguridades y las personas necesitan refugio y contención”.