Como otros diputados macristas, el cafayateño viaja en auto a Buenos Aires para reclamar sesiones. Sin embargo, fue el legislador salteño con menos proyectos presentados y con menos palabras emitidas entre el 2015 y el 2019. (D.A.)
El filósofo francés Jean Baudrillard habló alguna vez de la «hiper simulación». La definió como un ejercicio realizado en nombre de algo supuestamente noble, pero que en el fondo carece de cualquier atisbo de convicción. El concepto viene como anillo al dedo para la puesta en escena que realizan legisladores nacionales de Juntos por el Cambio, quienes con el auxilio de las redes sociales y ciertos medios difunden cómo viajan en autos desde distintos puntos del país hacia el Congreso para reclamar sesiones presenciales ya que “con la excusa de la pandemia el kirchnerismo no los deja sesionar”.
Algunos datos empíricos dan fuerza a la generalización. El primero de ellos es que durante el año 2019 cuando aún el macrismo gobernaba el país y la pandemia era inimaginable, hubo apenas 10 sesiones en el recinto y el número constituyo el menor número en una década. De allí que el despliegue teatral iniciado ayer carezca de tribuna bulliciosa, entre otras cosas porque las mayorías tienen urgencias vitales de las que ocuparse en medio del desquicio generado por la pandemia.
Del acting forma parte el diputado nacional por Salta, Miguel Nanni, quien, curiosamente, en cuatro años no ejercitó la pasión parlamentaria que ahora reclama. Entre los años 2015 y 2019 fue el peor de todos los legisladores nacionales salteños que ingresaron con él al congreso nacional en diciembre del 2015: Pablo Kosiner, Javier David y Alfredo Olmedo.
CUARTO lo había corroborado en octubre del 2019 a partir del análisis del sitio web de la Cámara de Diputados de la Nación (diputados.gov.ar). Repasemos: entre el 3 de febrero del 2016 y el 19 de julio del 2019, los mencionados rubricaron 1.090 proyectos y solo el 7,15% incluyó la firma del cafayateño: 78 iniciativas. La escasa productividad alcanza al más importante de los tipos de proyectos existentes: los de ley, aquellos que no siempre llegan a ser debatidos en el recinto, pero sí revelan mejor el trabajo de cada legislador, su perfil ideológico, la rigurosidad técnica, la relación con sus pares y el sistema legal al que aspiran para el país. De los 78 proyectos que rubricó Nanni en aquel periodo, solo 50 eran de ley contra – por ejemplo – la desmesurada cifra de 545 que presentó el amarillo Alfredo Olmedo.
Los números de Nanni también quedaron muy por detrás de lo realizado por Pablo Kosiner y Javier David: el primero participó de un total de 275 iniciativas, de las cuales 167 eran de ley; mientras el segundo sumó 176 proyectos, de los cuales 106 era de ley. Traducido: los 50 proyectos de ley que involucraron a Nanni apenas supusieron el 5,7% de los 868 que los cuatro legisladores salteños redactaron en igual periodo.
Recordemos que todo proyecto de ley requiere de su autor la habilidad para sortear los filtros parlamentarios y políticos con el objeto de que la iniciativa llegue a ser debatido en el recinto. Sólo entonces su autor puede defenderlo a través del arte más elevado y auténticamente político: la oratoria. En esto el cafayateño también se destaca para peor: fue el salteño que menos habló en estos cuatro años. Para confirmarlo hubo que recurrir a los informes anuales del sitio parlamentario.com que cada año evalúa el desempeño de cada legislador en sus distintas variantes, incluido el total de palabras emitidas.
El riguroso conteo fue lapidario para el radical: solo 4.576 palabras emitidas entre los años legislativos 2016 (1.879 palabras), 2017 (728 palabras), 2018 (1.033 palabras) y 2019 (936 palabras) contra las 63.603 de Kosiner, las 40.751 de David y las 18.868 de Olmedo. Las cifras permiten preguntarse cuantas hojas podrían llenarse con esas palabras. El ejercicio es posible. Las 63.603 palabras emitidas por Kosiner entre el 2016 y el 2019 completarían 124 hojas oficio si usáramos un tipo y tamaño de letra como las empleadas en esta nota; mientras las emitidas por el cafayateño precisarían de solo 10 carillas. Muy lejos también de las 41 páginas que requeriría Alfredo Olmedo y las 85 de Javier David.
Pero allí marcha Miguel Nanni reclamando sesionar de manera presencial y asegurando que trabajos como el suyo redimirán a la nación. Ayer se fotografió en el asiento de acompañante del radical tucumano José Cano, quien – según los informes del sitio parlamentario.com – habló menos que el salteño el año anterior: 893 palabras contra las 936 palabras emitidas por Miguel Nanni en igual periodo. La aritmética simple indica que entre ambos sumaron durante todo el año 2019 un total de 1.829 palabras. Si retomáramos el ejercicio de hacer caber ese número en carilla tamaño oficio, lo hablado por ambos durante todo un año requeriría de apenas tres carillas. Inténtelo querido lector si no nos cree.
Demasiado poco para quienes se presentan como las buenas conciencias republicanas en medio de una crisis que ellos no generaron, aunque sí colaboraron para que el país estuviera menos robustecido económica y sanitariamente para afrontar esta crisis sanitaria que afecta al país.