El historiador, ex secretario de Cultura de la provincia, habló sobre la colección privada con acceso público que alimenta desde 1968 y que suele ser visitada por investigadores de todo el país. Escuchá la entrevista.
Un bastión cultural se encuentra en Salta. Se trata de la biblioteca privada con acceso público «J. Armando Caro», que Gregorio Caro Figueroa mantiene en Cerrillos. Un espacio de rescate y difusión que crece desde hace casi sesenta años.
En una entrevista en Cuarto Oscuro, de FM La Plaza, el ex secretario de Cultura de Salta reconoció que tiene tantos ejemplares que no sabe cuántos son. Agregó que fundó la biblioteca en 1968, junto a su esposa.
«Empezamos con muy pocos libros. Ella estudiaba filosofía, yo tenía un pie en el derecho y otro en historia. Un hecho raro es que en nuestro matrimonio tuvimos 22 o 24 mudanzas dentro de la ciudad de Salta, Buenos Aires, Madrid. La biblioteca no tenía el tamaño ni la calidad de este momento, pero ese fue el punto de partida», declaró.
Caro Figueroa aclaró que la biblioteca «es privada pero de acceso público y gratuito». Y explicó que «se ha hecho fundamentalmente con donaciones de bibliotecas enteras.
«Bibliotecas de Buenos Aires, de Salta. Una de las más importantes fue la de la profesora Alicia Chibán. Están no solamente sus libros sino sus ficheros, trabajos de apuntes, incluso mobiliario. No nos podemos atribuir un mérito personal sino que es el producto de la generosidad, la solidaridad de personas que dijeron ustedes van a cuidar los libros», explicó.
La biblioteca tiene quince secciones. Entre ellas hay material de publicaciones periódicas, como la colección del diario La Nación desde 1870 hasta 1929. «Luego periódicos de Salta de 1850, que pertenecían a la más importante colección de miguel Solá. Después folletería, fotografía antigua, cartografía, discos de pasta», señaló.
Caro Figueroa explicó que la biblioteca suele ser visitada por profesionales o estudiantes. «Sobre todo en dos áreas: historia o letras. Pero la biblioteca es universal», siguió, y agregó que también poseen diarios de sesiones de diputados y senadores.
«No es una biblioteca museo solamente. Se conservan ejemplares que son muy escasos. Y vienen investigadores, directores de la Biblioteca Nacional. Desde Félix Luna, que vino dos veces, a Horacio Gonzáles, Alberto Manguel. También Juan José Sebrelli y Marcos Aguinis, que escribió un articulo en La Nación en el que describió a la biblioteca como «un tesoro escondido» que está «lleno de joyas bibliográficas».
«No es un depósito de libros, es una biblioteca viva, en el sentido de que crece», siguió Caro Figueroa en la entrevista, que aclaró que no recibe ayuda oficial.
«Tenemos también ediciones muy raras, únicas, primeras ediciones que forman parte del tesoro de la biblioteca, que no están en nuestro salón, sino en una caja de seguridad externa. Entre ellos, la primera edición del Facundo, de Sarmiento. También hay primeras ediciones de Borges», agregó.
Caro Figueroa explicó la importancia de mantener la biblioteca y difundir su contenido como una manera de desarrollar la cultura local y nacional. Y aclaró que «no hay cultura sin memoria».