Ante la inminente llegada de las fiestas, se insta a los padres a que ejerzan un control estricto ante el uso de fuegos artificiales y otros artefactos ignífugos por parte de los menores.
Llega fin de año y como tradicionalmente suele suceder —aunque cada vez con menor asiduidad— la ciudad se llena de puntos de venta de fuegos artificiales. Tanto la noche del 24 como la del 31 de diciembre el uso de pirotecnia es parte de las fiestas, así como los ingresos a hospitales y centros de salud por quemaduras, en el mejor de los casos, y otras lesiones relacionadas con el mal uso de elementos explosivos e ignífugos de venta libre.
Susana Balcarce, responsable de la Unidad de Gestión Clínica Pediátrica del hospital Público Materno Infantil, señaló la importancia del control por parte de adultos a la hora de manipular pirotecnia. Según el registro de ese nosocomio, el mayor porcentaje de heridos graves por esta causa se genera en chicos de 5 a 14 años de edad, sobre todo las noches de navidad y año nuevo. Algo similar sucede en otros centros de salud salteños.
En contra
Los argumentos para el no uso de pirotecnia en estas ocasiones son varios, pero primordialmente apuntan a una convivencia con empatía.
Por ejemplo está el caso de personas con Trastornos del Espectro Autista (TEA) o con problemas de salud mental, quienes suelen ser sensibles a los estímulos externos: sonidos, imágenes, olores, entre otros; y por lo tanto la pirotecnia los afecta directamente.
Otro tema es el de las mascotas, que suelen pasar noches estresantes, huir de las casas despavoridas en busca de refugio y en el peor de los casos morir a causa de infartos provocados por la sobre excitación que les genera el ruido.