En los comicios de hace veinte años se presentaban varios de los políticos que se desempeñan en la actualidad.
Como si fuera el Día de la Marmota, la política salteña avanza siempre por los mismos carriles. Más allá de las alianzas y las rupturas, los actores son similares, se mantienen nombres y discursos.
Las elecciones de 1999 le dieron el triunfo a la fórmula oficial que ya gobernaba: Juan Carlos Romero y Walter Wayar, quienes volvían a postularse y durante la campaña reiteraban la necesidad de “no volver al pasado” y “trabajar por la gente”. El cierre de campaña fue el 6 de mayo, con la inauguración del acceso a la ciudad por la Ruta 9. Allí, Romero anunciaba el Plan Quinquenal prometiendo “más salud, más escuelas, 27 mil viviendas y pulverizar la desocupación con 50 mil puestos de trabajo”, además de obras públicas.
El rival a vencer en 1999 era la fórmula de la Alianza Salteña, surgida entre el acuerdo del PRS y la Unión Cívica Radical. Estaba compuesta por Ricardo Gómez Diez y Néstor Salvador Quintana y tenía el apoyo de la Alianza de Fernando de la Rúa y Chacho Álvarez, que en octubre de ese año lograría ganar la presidencia. En el cierre de campaña, realizado en barrio 20 de Junio, Gómez Diez proponía trabajo, educación y salud, además de defender la economía salteña. “Estamos pidiendo asesoramiento para la política de salud de la provincia y una idea tomada es la de brindar turno anticipados en hospitales públicos”, expresaba.
Las otras fórmulas de 1999 eran Claudio del Pla – César Rainieri (Partido Obrero), Lidoro Sánchez – Humberto Massafro (Unión Popular) y Carlos Herrando – Alejandra Vitar (Partido Humanista). El padrón de la provincia estaba compuesto por 609.643 votantes. Se elegían 30 diputados, 11 senadores, 58 intendentes y 292 concejales.
Romero y Wayar ganaron con amplia mayoría. “Según la encuesta de boca de urna encargada por el PJ, anunciamos el contundente triunfo de Juan Carlos Romero con el 60,2 por ciento sobre el 37,7 de la Alianza”, le decía a La Nación el jefe de campaña romerista, Juan Manuel Urtubey, el domingo 9 de mayo.
En octubre de ese año, Urtubey se postulaba a diputado nacional. El cierre de campaña activó a todo el aparato del PJ, encabezado por Romero y Wayar. En su discurso final, realizado en barrio Santa Ana, Urtubey empezaba a mostrar su tendencia a repetir palabras y conceptos en poco tiempo: “Todos hablan de cambio. Pero me pregunto: en esta provincia, ¿puede hacer el cambio la gente que hace cuatro años se fue diciendo que Salta era inviable? ¿Pueden hacer el cambio quienes desde hace años se vienen postulando para cualquier cargo, con la confianza de los votos, y a veces de las botas y los fusiles? Ellos no lo pueden hacer. La única forma de hacer el cambio es reventando las urnas el domingo con votos del peronismo”. Luego, Urtubey, que tenía treinta años en ese momento, decía tener “la seguridad” de que Eduardo Duhalde y Palito Ortega lograrían que el país caminara “por la senda de la dignidad y la recuperación de la familia argentina, con el apoyo que haga falta desde este glorioso Norte peronista”. Finalmente, la Alianza derrotó a nivel nacional al PJ, pero Urtubey accedió a su banca.