Fue en noviembre de 1960 y tuvo como escenario el Batallón Monte Escuela de Tartagal. Miguel Iñíguez, un militar que en 1955 resistió la llamada “Revolución Libertadora”, comandaba las operaciones desde Rosario.
Un largó artículo rubricado por Eduardo Anguita y Daniel Cecchini se refirió al episodio. Uno que quedó opacado por el frustrado levantamiento que encabezaron los generales Juan José Valle y Raúl Tanco en junio de 1956 contra la dictadura de la autodenominada “Revolución Libertadora” y que dio lugar a la obra cumbre de Rodolfo Walsh: “Operación Masacre”.
Esos episodios le restaron visibilidad al levantamiento de noviembre de 1960 que también estuvo encabezado por militares y también buscaba traer de regreso a Perón a la Argentina, aunque la situación política era muy diferente: la dictadura de Aramburu y Rojas había dejado lugar al gobierno constitucional –fuertemente condicionado por las Fuerzas Armadas– de Arturo Frondizi.
Ocurrió el 30 de noviembre de 1960, tuvo como epicentro la ciudad de Rosario y era comandado por el general (RE) Miguel Ángel Iñiguez y el coronel Julio Barredo. El primero tenía ascendencia entre los miembros de la Resistencia Peronista porque al iniciarse el golpe que derrocaría a Perón en 1955 se dirigió desde Santa Fe a Córdoba para resistir a los golpistas.
“Allí los de Iñíguez resistieron y el propio general rechazó el ofrecimiento de Videla Valaguer de darse vuelta y sumarse a la sublevación. Corría el 18 de septiembre, los militares antiperonistas de Ejército y Marina avanzaban en muchos frentes, sin embargo, al recibir la orden de avanzar contra los golpistas, Iñíguez la aceptó sin dudar. En eso estaba el general leal cuando, al día siguiente, las radios informaron que Perón había renunciado a la Presidencia de la Nación. Sin autoridad a la que defender, Iñíguez se rindió”, rememora el artículo publicado hoy por el sitio Infobae.
Cinco años después, Iñiguez inicio su sublevación para que Perón retorne al país. En la madrugada de ese último día de noviembre de 1960, los liderados por Iñíguez y Barredo redujeron al conscripto que estaba de consigna en uno de los portones del Regimiento 11 de Infantería, en los suburbios de Rosario, y atacaron la guardia del cuartel, que lograron tomar luego de un furioso tiroteo. En las horas siguientes, en distintos lugares del país, otros grupos civiles y militares intentaron la toma de otra guarnición, el copamiento de puestos de servicios públicos estratégicos y acciones de sabotaje para apoyar al movimiento iniciado por Iñiguez”, resalta el escrito.
Uno de esos copamientos ocurrió a las 5 de la mañana. “Fue en Tartagal, Salta, donde tropas comandadas el teniente coronel Eduardo Escudé consiguieron ocupar el batallón Monte Escuela, desde el cual hizo conocer un comunicado de apoyo a Iñiguez. Casi al mismo tiempo, grupos rebeldes ocuparon casi todos los edificios públicos de la ciudad, y un comando dirigido por el exdiputado peronista Tomás Ryan tomó el Campamento Vespucio, también en Salta. Iñíguez, finalmente, no logró vencer la resistencia opuesta por la guarnición del Regimiento 11 y para el mediodía quedó claro que el levantamiento había fracasado. Los insurrectos de Salta intentaron escapar hacia Bolivia, los demás trataron de buscar refugio donde podían. La mayoría de los sublevados fueron capturados”, destaca el informe.
Con el movimiento derrotado, Iñiguez logró eludir el cerco. Los intentos por encontrarlo eran infructuosos. Muchos creyeron que había logrado huir del país, aunque muchos años después se supo la verdad. “Iñiguez había planificado todo, incluso su retirada en caso de que las cosas salieran mal. Los hermanos Vicente y Juan “Chito” Sava, dueños de un campo en Venado Tuerto lo esperaban en un lugar prefijado con su camión. No lo llevaron a su campo, ya que se los conocía como simpatizantes peronistas, sino a la de su amigo Cándido “Papero” González”, resaltan Anguita y Cecchini.
Juan Domingo Perón retornó definitivamente a la Argentina el 20 de junio de 1973. Iñiguez formó parte de la Comisión Organizadora del Retorno que terminaría en la Masacre de Ezeiza. Poco después renunció el presidente Héctor Cámpora y se convocó a las elecciones que lo llevarían a la tercera presidencia de Perón en una Argentina muy convulsionada.
En septiembre de ese año, durante la presidencia provisional de Raúl Lastiri, por orden del propio Perón, Iñiguez fue nombrado Jefe de la Policía Federal, cargo que ocupó hasta el 10 de abril de 1974, cuando fue reemplazado por el comisario Alberto Villar. Su renuncia fue consecuencia de su oposición a la represión ilegal y a las torturas de detenidos que ordenaban sus subordinados, los comisarios Alberto Villar y Luis Margaride, hombres que respondían a José López Rega. Miguel Ángel Iñiguez murió en Buenos Aires en 1989.