Acorde a los tiempos que vivimos, otro periodista calcula sus posibilidades para lanzarse a disputar la intendencia capitalina que Gustavo Sáenz dejará en el 2019.
El fundador del portal Que Pasa Salta y conductor del programa televisivo Somos la Mañana -que se emite diariamente por la señal de Cablevisión- posee algunas características de esas figuras que, en los últimos años, han accedido a la función pública desde un ámbito distinto al de la política. Hablamos de los outsiders, esas figuras cuyo éxito puede explicarse a partir de la borrachera de una clase política que, al sofocar la emergencia de nuevos liderazgos para perpetuar mezquinos intereses, posibilitan el triunfo de quienes hacen política gritando que la esa práctica y quienes la ejercen asquean. Ese es el contexto que explica la emergencia del fenómeno que para terminar de cristalizarse precisa de otro elemento central: los medios de comunicación, devenidos en correa de transmisión entre las propuestas deloutsider y la sociedad; razón por la cual, casi siempre, el outsider es una celebridad mediática que aprovecha su popularidad para dar el salto a la política participando de elecciones.
Emiliano Durand reúne algunas de esas condiciones, aunque un rasgo crucial de su vida personal y profesional lo alejan de la categoría. La principal de todas es su relación con la política: todos los que lo conocen coinciden en que se preocupa por no atosigar sus programas con esa dimensión de lo social ni se dedica propiamente a ella, aunque no puede vivir ni pensar sin la política. No hay por qué dudar de ello. Un buceo rápido por la genealogía familiar lo explica: su tío abuelo paterno – Ricardo Durand – fue un afiliado radical que se volcó al peronismo con la emergencia de ese movimiento y accedió a la gobernación de la provincia en las elecciones de 1952, hasta que en 1955 la autoproclamada Revolución Libertadora lo desplazó por decreto; su abuela materna, Lucrecia Barquet, fue una militante revolucionaria durante los 70 que debió exiliarse a Suecia tras el Golpe del 76, y tras el retorno de la democracia se convirtió en la referente principal en Salta de la “Comisión Nacional de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones políticas y gremiales” que había ayudado a fundar antes de que partiera al exilio; sin olvidar que su madre también ocupó una banca en el Concejo Deliberante de la ciudad hace una década.
El propio Emiliano Durand estuvo sumergido en las lógicas internas de la política antes de dedicarse de lleno al periodismo: fue asesor de legisladores y apoderado de varias listas que lo deslizaron a las congregaciones sudorosas que un outsider por definición evita. No son pocos quienes le reconocen ser de esas personas capaces de identificar oportunidades políticas y electorales a las que trata de aprovechar diseñando un objetivo general que depende del éxito combinado de tres o cuatro movimientos claves.
Con esos antecedentes políticos y la convicción que le transmiten los televidentes en cuanto al rechazo que genera la política tradicional, no resulta inverosímil aquello de lo que algunos hablan: Emiliano Durand no descarta que en un escenario fragmentado – con un Grand Bourg sin candidato potente para la intendencia y con un saencismo fragmentado entre quienes impulsan a Martín Grande, Guillermo Durand Cornejo y hasta Matías Posadas para reemplazar a Sáenz – haya espacio para la emergencia de un “cisne negro”, tal como el gurú Jaime Durán Barba entiende la expresión: la aparición de algo o alguien que estaba fuera de lo previsible no porque no existiera, sino porque simplemente los problemas que el círculo rojo provincial y los analistas acostumbran a mirar no necesariamente son los que interesan a la gente.