Se trata de la investigadora de la UBA María Inés Pacecca quien dio por tierra con los lugares comunes al que Pichetto y el gobierno apelan para justificar una reforma migratoria.
Todo comenzó el miércoles pasado con la detención de cuatro extranjeros en la marcha contra la media sanción del Presupuesto en Diputados. Esa situación más el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil envalentonaron a quienes emiten discursos xenófobos. El senador Miguel Ángel Pichetto fue uno de ellos al enfatizar que Argentina debe dejar de ser un país generoso, estúpido e ingenuo en materia migratoria; algo que el gobierno nacional aprovechó para impulsar un endurecimiento de la ley migratoria.
En un informe publicado en el blog Pescado fresco, de la Red de Investigadores/as Argentinos/as sobre Migraciones Internacionales Contemporáneas (IAMIC), la académica María Inés Pacecca, profesora de Facultad Filosofía y Letras de la UBA y responsable de estudios de la Comisión de Apoyo a Refugiados y Migrantes (CAREF), desmintió muchos de los lugares comunes para justificar los discursos xenófobos.
En el repertorio de los lugares comunes uno ocupa el sitial de honor: “Argentina, país generoso”, que hace alusión a una supuesta laxitud en las reglas económicas, sociales, políticas —o a un desinterés por vigilar su cumplimiento— que permite que cualquiera se aproveche de bienes públicos en pos de un beneficio mezquino.
Para desmentir ese lugar común, Pacecca tomó tres gráficos de un informe de 2015 de la OIT (Migraciones laborales en la Argentina). Allí se expone por ejemplo que las y los migrantes trabajan más que las/os argentinas/os: entre 2003 y 2013 su tasa de actividad estuvo por lo menos tres puntos arriba de la de los nacionales. No obstante, sus trabajos son casi siempre precarios e informales: hay 20 puntos de diferencia entre el trabajo registrado de los/as argentinos/as y el trabajo registrado de las y los migrantes.
Otro mito que la académica busca erradicar es el tema del desempleo: cuando éste baja, baja para todos: argentinos/as e inmigrantes con lo cual la nacionalidad de la fuerza de trabajo no guarda relación directa con el empleo o el desempleo. En relación a quiénes estaban en las cárceles en 2017: de 85.300 personas detenidas, solo 5.100 eran extranjeras. Entre los argentinos, 55% estaba condenado y 45% procesado. Entre los extranjeros, 40% estaba condenado y 60% procesado. (Fuente: Base de datos SNEEP).
Otro lugar común refiere a “los países serios”, cuyas políticas migratorias son más “serias”. Con ello se quiere reivindicar que construir barreras que impidan la llegada de migrantes es sinónimo de seriedad. Ante ello la académica recuerda las palabras del Relator Especial sobre los derechos humanos de los migrantes en su informe ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2.016: “si se coloca una barrera entre los factores de expulsión y los de atracción para prevenir la movilidad, pero no se responde a la necesidad de los trabajadores de abandonar el país, se favorece la creación de un mercado laboral clandestino floreciente. Cualquier intento de sellar las fronteras sin ofrecer vías más accesibles, regulares, seguras y asequibles para la inmigración seguirá siendo un fracaso de enormes proporciones”. En términos bastante claros, el Relator señaló que el conjunto de situaciones que preocupa a los Estados [serios] es resultado de la acumulación de diversas políticas, incluidas las migratorias, que construyen las barreras con las que se sellan las fronteras. Su conclusión: “el status quo no es sostenible”.