Clara Acoria buscaba ser reelegida en el pueblo de 300 habitantes. Cosechó 27 votos frente a los 44 de Ema Choque, una originaria que acusaba a Acoria de tensar el diálogo con la minera Río Tinto y con los proveedores que le prestan servicios.
Olacapato es un pueblito cuya plaza principal se levanta casi entre las nubes: a 4100 metros de altura. Hoy vive de la minería como hace 50 años lo hacía el Ferrocarril Belgrano y los dos cargos electivos más importantes con los que cuenta son el de delegado municipal y el cacicazgo comunal.
La elección del cacique generó una situación impensada hace apenas diez años para un pueblito de casi 300 habitantes: fue seguida con atención y preocupación por la corporación minera Río Tinto, por proveedores varios que prestan servicios a la misma, también por el gobierno de la provincia de Salta y por los integrantes de la comunidad Quewar.
Clara Acoria buscaba ser reelegida, aunque contaba con la presión comunal que le demandaba potenciar los beneficios prácticos obtenidos en la localidad por el boom del litio, la presencia de la minera vecina Río Tinto y el arribo de proveedores que aumentan la cadena de valor. “No queremos que los intereses colectivos se subordinen a los personales”, decían quienes le endilgaban tensar demasiado la relación con las empresas y de prescindir de la opinión de los comuneros que apoyan a las mineras más de lo que se suele creerse. Con igual economía de palabras expresan lo que pretendían: “representantes que promuevan el desarrollo de la población y de los proveedores locales”.
Fue el mensaje que personificó Ema Choque, la hija de una mujer que hace medio siglo montó una pieza como hospedaje para trabajadores que pasaban por el lugar y consumían las empanadas y rosquetes que la madre de Ema preparaba. “Así siguió hasta que se compró su casita y más adelante empezó con el servicio de catering”, narró Ema Choque a la periodista Cindy Damestoy que en Julio del 2023 publicó un largo informe sobre el lugar en el sitio Infobae.
En la misma entrevista relató que fue la única de su familia que eligió quedarse en Olacapato para no abandonar el emprendimiento que volvió a cobrar vida con el auge de la explotación del litio: el servicio de catering La Estrella que en 2023 llegó a contar con 68 empleados – entre olacapeños y capitalinos – que garantizaban las cuatro comidas diarias para los trabajadores de la mina. Ema se convirtió hoy en la nueva cacique. Cosechó 44 votos entre los miembros de la comunidad contra los 27 de Acoria.
Lo ocurrido refleja el sentir de comuneros que, abandonados durante décadas a su suerte, ahora desean aprovechar las chances que suministra el boom minero en la Puna. “Antes teníamos solo 12 horas de luz, ahora tenemos las 24 horas y todas las casas tienen conectividad, aunque algunas veces por el viento no anda tan bien. Tenemos la escuela, la iglesia, nuestra plaza. Está completito ahora”, declaró en julio del 2023 la propia Ema cuando hablaba como titular de un emprendimiento ubicado a 4100 metros de altura y no como candidata a cacique, cargo al que hoy accedió por el voto de sus pares.