María Eugenia Carante reseña aquí el libro de Raquel Espinosa. El mismo bucea en la aventura del empresario-explorador Natalio Roldán, el hombre que quiso domesticar al río Bermejo y se adentra en la región más pobre de Salta.
El tema del viaje, como testimonio de la acción humana, es un tópico en la literatura universal, generalmente como elemento asociado a la epopeya. Así lo vemos por ejemplo en la Odisea de Homero, uno de los textos fundacionales de la literatura occidental.
La evocación de la travesía vista, vivida y posteriormente plasmada en algún tipo de escrito o narración, se va a continuar a lo largo de los siglos, recordemos los viajes de Marco Polo, por ejemplo. Y más reciente, Julio Verne, Jonathan Swift, Melville, Joseph Conrad, etcétera.
Sin dudas hubo un gran desarrollo del género en América, y creo que es el más rico ejemplo de literatura de viaje el que dejan los cronistas de Indias, desde fines del siglo XV, recordemos los diarios de Colón, y que se continuaron de forma consecuente durante los siglos XVI, XVII y XVIII. En Latinoamérica, este género o subgénero literario ha sostenido el interés no solo de la crítica especializada, sino de los propios escritores que, por supuesto, con las variantes de época se han mantenido fieles a él, bajo el nombre de novela histórica, y se podría afirmar que está plenamente vigente en la literatura contemporánea. Pienso, por ejemplo, en la obra magistral de la escritora jujeña Libertad Demitrópulos: Río de las congojas (1981), que transcurre en Santa Fe, a orillas del río Paraná, donde se cuenta la travesía de María Muratore, mestiza amante de Juan de Garay, con quien viajará en la expedición que va a refundar Buenos Aires; El país de la canela (2008) del colombiano Willian Ospina, sobre la primera expedición al Amazonas en el año 1541, guiada por Gonzalo Pizarro, en busca de los bosques caneleros y el inminente fracaso que los condujo al primer encuentro con el río Amazonas. En Salta, tenemos a María Cumbá de Ana Gloria Moya, ganadora del premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2002, que rescata la figura de María Remedios del Valle, mulata ignorada y negada por la historia, que participó de manera activa en la Campaña al Alto Perú, al punto de merecer el título de capitana del ejército y el grado de oficial en la Guerra de la Independencia.
El último viaje, se ajusta a esta tradición literaria, puesto que contiene la mayoría de sus ingredientes: la figura del conquistador, como poseedor de ciertos principios y valores fuera de lo común; el testimonio del periplo con sus éxitos y sus fracasos, el desafío constante, el descubrimiento de nuevas geografías, el encuentro con otras culturas, todo dentro de una atmósfera épica.
El protagonista es Natalio Roldán, un empresario de Buenos Aires (nac. Arrecifes, provincia de Buenos Aires, 1840 – f. Colonia Rivadavia, Provincia de Salta, 1910) cuyo espíritu temerario y aventurero lo lleva a explorar el Chaco, sumando más de veinte excursiones, a estudiar la navegación del río Bermejo y rescatar regiones de innegables riquezas uniendo Salta y Bolivia con el Paraná y Buenos Aires. Era de los hombres que poseen una notable fuerza interior, y su carácter no conocía desmayos ni lo acobardaban los obstáculos.
Como tenaz conocedor del Chaco, y con el propósito de fundar una empresa para navegar el río Bermejo, se aboca al trabajo de convencer a quienes pudiesen aportar capital. Fue venciendo resistencias y contagiando entusiasmo hasta que logra constituir una sociedad, la “Sociedad de Navegación a Vapor del Río Bermejo. El propio Presidente de la Nación, Domingo Faustino Sarmiento, le manifiesta la voluntad de apoyar la empresa en cuanto fuese posible. En los primeros días de octubre de 1869, se aprueba por Ley Nacional Nº 354 un convenio según el cual se otorga a la Sociedad la concesión para canalizar y navegar el Bermejo. La Sociedad se compromete a verificar la navegación del río hasta la Esquina Grande, y explorar luego los canales hasta Orán, incluyendo estudios sobre los ríos San Francisco y Lavallén. Nace así la “Compañía de Navegación a Vapor del Río Bermejo”, cuando Natalio Roldán contaba con 29 años.
Luego de realizar varios viajes que, de alguna manera no lograron plenamente el objetivo, y en distintos vapores, los accionistas en un último esfuerzo reúne la suma necesaria para adquirir un nuevo barco: el “Orán” que, en su segundo viaje, en 1881, naufraga sin llegar a Rivadavia. El pasaje y la tripulación tuvieron que completar el viaje por vía terrestre, usando un camino de indios. Sin recursos, Natalio, su esposa Genara Ñanez que lo acompañaba, y su hermano Rufino Roldán quedaron a vivir en Rivadavia, subsistiendo en la pobreza con un pequeño almacén hasta el año 1885.
Hasta aquí, la anécdota contada a muy grandes rasgos; en la novela encontrarán todo lo sorprendente de este empresario, de sus viajes, de sus proyectos, y del contexto que rodea esta aventura.