El reciente informe del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) sobre un aumento en las ventas de lácteos en julio podría ser un espejismo en un panorama económico desalentador.
El OCLA destaca una recuperación mensual del 21% en el promedio diario de litros de leche equivalentes adquiridos. Sin embargo, este dato pierde relevancia al contrastarlo con el sombrío panorama anual: una caída acumulada del 14,8% en volumen de productos y 12% en litros equivalentes de enero a julio de 2024. Esta discrepancia plantea serias dudas sobre la sostenibilidad de la supuesta recuperación.
La comparación interanual revela una realidad aún más preocupante. Con una variación prácticamente nula (-0,1% en volumen y +0,2% en litros equivalentes), el sector parece estar estancado, lejos de mostrar signos de una recuperación robusta. El aparente «repunte» de julio podría ser simplemente un ajuste estacional o una corrección tras el desplome de junio, más que un indicador de mejora real en el consumo.
Particularmente alarmante es la situación de los productos de mayor valor agregado. La significativa caída en la demanda de quesos especiales, leches saborizadas y postres refleja un deterioro profundo del poder adquisitivo de la clase media. Este fenómeno no solo afecta a los consumidores, sino que también amenaza la viabilidad de los productores especializados en estos artículos de mayor margen.
La disminución del 14% en el consumo doméstico total y del 15% en el consumo per cápita son cifras que deberían encender todas las alarmas en el sector y en las autoridades económicas. El leve aumento en el poder adquisitivo medido en Litros de Leche Equivalentes parece insuficiente para revertir esta tendencia negativa a corto plazo, poniendo en duda la capacidad del mercado para sostener una recuperación genuina sin medidas estructurales que aborden los problemas de fondo de la economía y del sector lácteo en particular.