En medio de los titubeos de Urtubey y Sáenz para oficializar sus candidaturas a presidente y gobernador respectivamente, el jefe comunal de Rosario de Lerma trabaja sin complejos para convertirse en el candidato a vice del segundo. (Daniel Avalos)
Para algunos, Ignacio Jarsún es un temerario, una pasión ciega que corre tras un propósito inalcanzable. Para otros, el arrojo del joven intendente es audacia no desprovista de cálculo. Lo primero por tratar de elevarse por sobre los obstáculos en pos del objetivo; lo segundo porque, sabiendo que otros sectores de Cambiemos con recursos superiores a los suyos demandarán lo mismo, prefiere trabajar para que cuando ello ocurra él ya esté apostado en el teatro de operaciones donde se dirimirá el asunto.
Los sectores que por ahora no explicitaron la demanda son dos: el romerismo y la propia Casa Rosada. Sectores evidentemente poderosos. De esos que pueden montar una organización de brazos largos y aportar al proyecto de Gustavo Sáenz aunque siempre pidan algo a cambio. Ese algo bien puede ser lo que Jarsún reclama para sí convencido de que corre con dos ventajas: lo que él considera una excelente gestión en Rosario de Lerma y su propia juventud que lo inclina a pensar que puede empatizar con el 62% de la población salteña que en octubre del 2019 tendrán entre 16 y 35 años.
El razonamiento peca de optimismo etario, aunque otros movimientos ejecutados por el jefe comunal evidencian razonamientos más propios de un político que teniendo un objetivo claro – la candidatura a vicegobernador – planifica algunos movimientos que considera claves para alcanzarlo. La creación del partido “Salta para todos” es uno de ellos. Aclaremos que difícilmente un hombre que reivindica el pragmatismo en la política crea que un partido deba fundarse para garantizar lealtades duraderas a un programa de gobierno. Jarsún es de los que valoran a los partidos como herramientas ineludibles para la competencia electoral y que en el corto plazo puede redituarle dos ventajas: una retaguardia propia que le permita eventualmente diseñar planes alternativos al de la vice gobernación (otras candidaturas provinciales por ejemplo), mientras recluta soldados para adiestrarlos y tratarlos bien a fin de que estén dispuestos a pelear por su candidatura a vice en el lugar indicado y en el momento oportuno.
El momento es obviamente el 2019; mientras el lugar es el interior provincial de donde él proviene y de donde casi siempre provienen los candidatos a vicegobernador. Un interior en donde el propio Gustavo Sáenz carece de una intrincada red de senadores, diputados, intendentes y otros cientos de intermediarios capaces de llevar una candidatura a los rincones más periféricos de la provincia para otorgarle cierto calor popular. Maquinaria de la que hoy puede presumir sólo el gobernador provincial quien con su manejo del estado provincial y su potencial candidatura presidencial, logró ordenar a cientos de caciques territoriales que ya calculan cuántos votos puede redituarles una candidatura de ese tipo si sus nombres acompañan en una boleta de papel al candidato salteño para la nación.
De allí que el propio Jarsún recorra, por ejemplo, el norte provincial dándole forma al partido. Y acá una larga digresión se impone. Servirá para recordar que el norte que históricamente proveyó de vicegobernadores a la provincia hoy parece incapaz de proveer un buen candidato a Gustavo Sáenz. San Martín es tierra de Sergio Leavy (37% de los votos para el candidato a diputado provincial impulsado por el “Oso” en octubre del 2017); es también cuna de un radicalismo resucitado que pena por despegarse del peronista Sáenz (21,3% cosechó el actual diputado radical René Mimessi); es tierra de alfiles “U” que entusiasman poco pero son expertos en obstaculizar el arrojo de los adversarios que nunca salen frescos de sus intentos; y es región en donde la memoria popular asocia a Juan Carlos Romero y a cualquier ungido por él, con la devastación provocada durante los 90 con la privatización de YPF, los miles de despidos, la asombrosa tasa de desocupación y una merma del circulante monetario que afectó a todos los sectores sociales que en aquellos años desgraciados protagonizaron la mayoría de los 220 cortes que convirtieron las rutas salteñas en escenarios de represión y muerte. La situación de Orán no es muy distinta. Es un departamento hoy repleto de clanes políticos que suele tratar electoralmente bien al políticamente inclasificable Alfredo Olmedo quien también quiere ser gobernador, y en donde la única figura cercana a Sáenz que puede presumir de buenas elecciones – el senador Pablo González – pretende ser intendente y no vicegobernador.
Finalizado el rodeo, una conclusión se impone: que Jarsún quiera tener presencia en un territorio tan débil y desguarnecido para el saenzismo es una ventaja en sí misma, aunque difícilmente resulte estratégico para un político al que parece convenirle consolidar imagen e intención de votos en la comarca propia: el Valle de Lerma. Los números pueden corroborarlo. Los doce municipios de San Martín y Orán representan el 24% del padrón electoral provincial, pero es seguida en importancia por los ocho municipios del Valle de Lerma, que reúne al el 9,5% de los votantes salteños; porcentaje superior al que representa el conjunto de las ciudades del sur (6,43%) con Metán y Rosario de la Frontera incluida; todo el departamento de Anta (4,79%); y todas las localidades de los Valles Calchaquíes (3,13).
Cuestión demográfica que puede acompañarse de ventajas de tipo geográfica y política. La primera tiene que ver con el hecho de que los nueve municipios (Rosario de la Lema, Cerrillos, La Merced, Chicoana, El Carril, Moldes, La Viña y Campo Quijano) están salpicados en el valle pero separados por distancias relativamente cortas que posibilitan un recorrido intensivo en menos tiempo. Lo segundo, con el número de intendentes alineados a Gustavo Sáenz y cuyos triunfos evidencian que en esa región al apellido Urtubey siempre le fue peor que en otras regiones. Sin olvidar que esos municipios, junto al de la Capital provincial, sumarán el 52% del electorado, superando así en peso demográfico al conjunto de la provincia. Todas variables de las que Jarsún habla poco pero conoce o debería conocer, confirmando así que el arrojo no está desprovisto del cálculo, aun cuando todo recién esté comenzando.