Trabajaban en plantaciones de flores de Florencio Varela y La Plata. Todas son oriundas de Aguaray. Uno de ellos estaba con su pareja y sus dos hijos.
El procedimiento de Florencio Varela se originó tras el contacto que los trabajadores establecieron con miembros de la Federación de Trabajadores Agrarios de la Actividad Primaria (FETAAP) del propio distrito. “Los trabajadores se contactaron con nosotros y nos comentaron su situación que nos hacía ver que se cometía explotación laboral y se subrayaba la trata”, contó a Salta/12 el delegado de la FETAAP en la provincia de Buenos Aires, Alejandro Vera.
La situación involucró a once personas, ocho eran trabajadores y uno de ellos se encontraba con su pareja y sus dos hijos de cuatro años y el otro de unos meses de vida. Eran oriundos de Aguaray y con edades entre los 20 y 35 años, llegaron a la provincia de Buenos Aires porque los patrones les pagaron los pasajes y les proporcionaron el lugar para vivir. Estaban en Florencio Varela, pero en dos fincas distintas. Una parte del grupo estaba en «una casa muy precaria» de madera donde no tenían baño, el piso era de tierra y se filtraba el frío. El sueldo era de $10 mil no registrados y que era abonado en cuotas. Pero en el último pago cuentan que se les ordenó que abandonaran el lugar.

Tras tomar conocimiento de la situación, la FETAAP se dirigió a Gustavo Vera, director del Comité Ejecutivo de Lucha Contra la Trata y Explotación de Personas y Para la Protección y Asistencia de Víctimas. De inmediato se encaminó el operativo desde la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX) del Ministerio Público Fiscal y los trabajadores fueron rescatados el viernes 12 de junio.
El otro caso ocurrió en el mismo jueves 18 – informó la sección local del diario Página 12 – en el establecimiento Colonia Urquiza, ubicado cerca del barrio “La Villa”, en La Plata. Se trataba de un hombre de 57 años y su hijo de 18 años, también de Aguaray. “Llegaron a La Plata para la producción de flores de primavera contratado por un productor llamado Chimo Carpitanio, quien les abonó los pasajes de ida y después les descontó de sus primeros pagos” informa el medio citado que preciso lo siguiente: la jornada que padre e hijo tenían durante la primavera y el verano iba de siete a diecinueve horas diarias, el pago era de $15 mil por mes, desde el inicio de la cuarentena la jornada laboral se redujo a seis horas y Carpitanio ya no les pagó ningún sueldo.
Al igual de lo que sucedió en Florencio Varela, el dueño les ordenó que desalojen la casilla precaria que se les preparó. En dicha casa no había calefacción, ni agua caliente. Mientras tenían sus ingresos, ambos se pagaban sus propios alimentos, pero tras no recibir ningún tipo de ingresos, ya no tenían el alimento diario.