domingo 25 de mayo de 2025
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Elecciones en Salta | Recta final para una campaña sin brújula

Mientras la apatía ciudadana se consolida como la protagonista indiscutible de las legislativas del 11 de mayo, los candidatos parecen empeñados en competir no por ideas, sino por la más creativa forma de evadirlas.

Salta asiste, una vez más, a una elección legislativa provincial donde el tedio y la superficialidad se conjugan con maestría. La apatía del electorado —que apenas espera una tregua al bochorno— se corresponde con una clase política que parece haber olvidado que se postula para legislar.

En la competencia por la única banca en el senado provincial por la Capital, el oficialismo decidió que el hombre indicado era el doctor Bernardo Biella. Un profesional que en la medicina ha demostrado solvencia, pero que en política aún no ha destacado por ideas o proyectos. Con chaqueta y estetoscopio en mano, su principal aporte a la discusión pública parecen ser los tutoriales sobre salud, que parecen insuficientes frente a los complejos desafíos de la provincia.

En la categoría de diputados, su compañero de fórmula, Guillermo Kripper, tampoco desborda pasión legislativa. Su campaña parece más cómoda entre tazas de café y predicciones astrológicas en su programa matinal, que en los incómodos terrenos del debate público. Cuando no conversa con tarotistas, se fotografía junto a las obras municipales, en un obvio intento por mimetizarse con la imagen del intendente Emiliano Durand. Ideas, ninguna; pero al menos la iluminación de obra pública favorece la estética de su Instagram.

Flavia Royón, presentada por el oficialismo como el rostro técnico y preparado de la contienda, camina con cuidado por la cornisa de sus pasados políticos. De Massista a Mileísta, su pragmatismo es digno de estudio en alguna cátedra de camaleonismo. A su favor, hay que reconocerle al menos un atisbo de proyecto concreto: la creación de una Escuela de Minería en Salta. En un páramo de propuestas, ese solitario boceto de política pública se erige como un oasis técnico en medio del desierto retórico.

La oposición, por su parte, no ha querido quedar atrás en este concurso de inanidad. Los libertarios locales se encuentran enzarzados en una guerra de egos sobre quién interpreta con mayor fidelidad los designios místicos de Javier Milei. El último acto de campaña de La Libertad Avanza fue una suerte de convención youtuber, con figuras como el “Gordo Dan” y Agustín Romo como estrellas invitadas. Allí, Emilia Orozco y Roque Cornejo Avellaneda derrocharon entusiasmo y consignas huecas, pero no ofrecieron una sola propuesta concreta. El vacío doctrinario fue tan notorio que hasta el eco del salón pareció murmurar: “no se les cae una idea”.

José Gaufin de Cambiemos y Matías Posadas de Juntos, parecen lo mismo pero no lo son. Entre los límites a la política y el recorte del gasto, deambulan estos espacios que claramente llegaron tarde a la disputa del relato.

Y, por si fuera poco, apareció una de los tantan Del Fraria que hay en las listas. Susana, cuya creatividad rompe todos los moldes —y posiblemente algunas leyes de seguridad pública. La candidata a concejal del Frente Conservador Popular ha lanzado un peculiar concurso: invita a los vecinos a treparse a los postes de luz para arrancar carteles políticos colocados ilegalmente. El premio es una moto. El riesgo, evidentemente, es la vida misma. Quizás considere esto una metáfora de su concepción del civismo: peligroso, individualista y con premio solo para el más imprudente.

Así transcurre la campaña salteña: entre silencios, videos tutoriales y sorteos con riesgo eléctrico. El 11 de mayo se vota, aunque cueste entender exactamente por qué o para qué. En esta provincia que aún se resiste a la modernidad institucional, parecería que lo único que evoluciona es la imaginación para evitar el fondo del asunto: las ideas.

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