miércoles 12 de febrero de 2025
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El siglo de la revolución | Cinco hitos de la lucha de los explotados en Salta durante el siglo XX

Entre los años sesenta y setenta del siglo XX, Salta formó parte de un período revolucionario que no comenzó de cero. Acá se reconstruyen los contextos de las huelgas generales de 1926, 1935, 1949, 1959, hasta llegar al “salteñazo” de 1969. (Alejandra Soler)*

En 1976, el filósofo-antropólogo argentino Rodolfo Kush hablaba de una “cierta vegetalidad del hombre sudamericano”, y en cierta forma reivindicaba el “estar no más”, en oposición al “ser alguien del occidental europeo”. Cuenta que un brujo de Tiahuanaco le decía que el sentido de su mundo se concretaba en la fórmula: “el mundo es así”. Esta visión filosófica sobre los pueblos andinos y del norte argentino penetró muy profundamente en el sentido común y en la historiografía. También podría tratarse de una percepción anterior a él, pero él elaboró, sistematizó, y luego muchos reivindicaron.

Cuatro años antes de la publicación de Kush, obreros rurales de la Finca Bodega Animaná (descendientes de integrantes de comunidades indígenas), sacudiéndose de ese “sólo estar” contemplativo, o más bien contradiciendo esa imagen, protagonizaron lo que en ese momento se llamó el “Animanazo”: una protesta en junio de 1972 que abarcó una huelga, cortes de rutas, ocupación del lugar de trabajo y de la intendencia, solidaridad y acompañamiento de toda la población, y movilización masiva hacia la localidad cercana más importante (Cafayate), para conseguir lo elemental que cualquier trabajador andino, porteño y de cualquier origen étnico reclama a cambio de su trabajo, el pago de su salario.

Y es que los años que van desde fines de los sesenta hasta mediados de los setenta, en toda la Argentina y en el mundo, se transitaba un período revolucionario protagonizado por una alianza social entre una parte de la clase obrera y la pequeña burguesía (estudiantes e intelectuales) que pensaba que el mundo tenía que dejar de ser como era.

Para el italiano Antonio Gramsci, la “historia de los grupos sociales subalternos es necesariamente disgregada y episódica”. La del norte argentino y Salta en particular todavía más, aunque en los últimos años cobró un impulso destacable. Por eso sabemos que la lucha de los explotados en la provincia no comenzó de cero en los años sesenta y setenta. A partir del conocimiento elaborado, la historia de Salta y sus luchas durante el siglo XX hasta la dictadura de 1976 podría tener por lo menos cinco hitos: la huelga general de 1926, la huelga general de 1935, la de 1949, la de 1959, y el “salteñazo” de 1969.

Los transportes a la vanguardia

Estrictamente, la de 1926 fue una huelga general del transporte, pero se adhirieron otras fracciones sociales tanto de obreros como de patrones (municipales, lecheros, panaderos, verduleros, abastecedores de carne, comerciantes mayoristas entre otros). Se organizó contra un impuesto creado por el gobernador Joaquín Corbalán (1925-1928) que encarecía el transporte de productos y por lo tanto el precio de muchos bienes de consumo. En la acción huelguística se fundían disputas entre diferentes fracciones de la burguesía salteña y las internas entre conservadores y radicales yrigoyenistas o antiyrigoyenistas, que explican la participación patronal en una primera etapa de la huelga. Pero fue una experiencia que sirvió a los trabajadores para reconocerse como clase: el diario Nueva Época de 1926, después de caracterizar que la huelga había tomado el carácter de una “subversión”, comentaba que un grupo de obreros conductores de carruajes se había alejado del encuentro realizado una vez finalizada la huelga, “porque ésta había mostrado la necesidad de fundar una sociedad puramente gremial para la defensa de sus intereses “que son antagónicos de los patrones y dueños de cocherías”.

Esta actitud de independencia no puede haber sido espontánea y sólo resultado de su experiencia de protesta. Sabemos que desde fines del siglo XIX y principios del siglo XX, católicos, socialistas y anarquistas crearon organizaciones y en particular los dos últimos protagonizaron las primeras luchas. La existencia de un llamado “Partido Obrero de Salta” en 1901, del Club Libertad y la Sociedad de Resistencia de Obreros panaderos (anarquistas), del Centro Socialista de Salta adherido al Partido Socialista Argentino, de la Federación Obrera de Salta, de los Dependientes de Comercio, en fechas tan temprana como son 1900, 1901, 1902, 1904, 1909 respectivamente, así lo indica. De aquellas organizaciones formaban parte trabajadores y artesanos, albañiles, zapateros, talabarteros, panaderos, tipógrafos, comerciantes, y dirigentes como Adelmiro Avellaneda, Luis Cordero, Silvano Gramajo Gauna entre otros, que participaron de protestas y actos en conmemoración del 1 de mayo en la ciudad durante los primeros años del siglo. En abril de 1902 se desarrolló una de las primeras huelgas por cuatro días de la que surgió la Sociedad de Resistencia de Carruajes (en 1908. Con sus huelgas conseguirían la jornada laboral de 8 horas). En septiembre y octubre de 1904 se produjeron movilizaciones en la ciudad contra la carestía de la vida, y a mediados de 1905 los obreros tipógrafos y zapateros efectuaron una serie de huelgas por aumentos de salarios y reducción horaria, en su mayoría con resultados favorables. Además, ya se habían desarrollado conflictos entre los obreros del Ingenio San Isidro (1902) y ferroviarios (1904).

Ya en la década del veinte, se destacó el accionar de anarquistas como Francisco Reyes, Juan Arocena y Juan Riera entre tantos otros. Incluso las mujeres anarquistas habían organizado en esa época el Sindicato de Obreras de la Aguja de Salta con Petrona Arias como secretaria. También había surgido el Centro de Obreros Radicales en 1926.

Los anarquistas realizaban permanentes denuncias por la explotación laboral en los ingenios azucareros, crearon el Sindicato de oficios varios y agrupaciones anarquistas en localidades del interior. Fue el caso de la agrupación Voluntad y el Sindicato de los Trabajadores de la Construcción Salta-Chile en Campo Quijano (1923), que agrupaba a quienes habían desatado una huelga general de todo el ramal en construcción del ferrocarril Huaytiquina en noviembre de 1923 por falta de pago de salarios.

Es decir que no sólo existía una experiencia práctica previa, sino formación teórica y política de los explotados en la provincia en sintonía con corrientes internacionales. ¿Quienes formaban esta clase obrera organizada y activada? Por los primeros indicios, eran criollos, provenientes o descendientes de comunidades indígenas en gran parte ya desestructuradas o en proceso, e inmigrantes de países limítrofes pero también europeos.

1935: la alianza obrero estudiantil

Casi diez años después de aquella primera huelga general del transporte, tuvo lugar la primera huelga de tipo “general” de la ciudad de Salta. Ocurrió en junio de 1935 en apoyo al sindicato de lecheros, quienes reclamaban contra disposiciones del gobierno que incrementaban el precio de la leche y suprimía la figura del repartidor a domicilio. En el contexto de gobiernos conservadores, y de un clima de persecución anticomunista en la provincia, partes del centro de la ciudad se vieron atravesadas por piquetes que usaban los carros de reparto para bloquear el paso. Inmediatamente, diversos gremios, estudiantes secundarios y el Partido Socialista convocaron a una asamblea de delegados donde se resolvió la huelga por solidaridad.

Por el momento no sabemos mucho más, pero hay que destacar ese dato: tan temprano como es 1935, encontramos desplegada en Salta no sólo la principal forma de lucha de la clase obrera que implica un alto grado de coordinación, sino también la primera manifestación de una alianza obrero estudiantil. En ese año se había registrado y denunciado, la existencia de la organización juvenil comunista Insurrexit, las primeras “huelgas estudiantiles” y represiones.

Huelga y muertes durante el peronismo

Los años cuarenta quizás marcan un parteaguas. Algunas organizaciones obreras siguieron dirigidas por socialistas (comercio, ferroviarios, construcción entre otros), pero las de la Iglesia católica cobraron nuevo impulso a partir de la creación de la Confederación de Trabajadores Cristianos que agrupaba a varias organizaciones de menor grado creadas décadas antes. Paralelamente, se creó el Partido comunista (1944), el Laborista (1945) y el Peronista (1946). Además, en 1944/45 se había creado la Confederación General del Trabajo (CGT) con gran parte de los gremios de la Iglesia. Muchos opositores siguieron por fuera.

Esta división política y sindical de la clase obrera salteña en la primera etapa de formación del peronismo contrasta con su unificación en el desarrollo de la lucha de clases en las calles. Además de haberse producido múltiples huelgas, en particular del sector azucarero (1946, 1948, 1949), en 1949 las protestas se unificaron en una huelga general.

Desde 1948 las familias trabajadoras sufrían el impacto de una crisis económica, que se profundizó en 1949. En abril de ese año la CGT regional Salta, luego de numerosos planteos al gobierno y ante la presión social, exigió la derogación de decretos que afectaban la carestía de la vida, y la renuncia de varios funcionarios del área de comercio y economía del gobierno peronista de Lucio Cornejo Linares (1946-1949), entonces propietario del Ingenio San Isidro. De no cumplirse las exigencias, la CGT declararía un paro por tiempo indeterminado.

A pesar de varios intentos de negociación e intervención de autoridades nacionales, el 18 de abril comenzó la huelga general. Ese día, grupos de trabajadores pararon la usina cortando la luz y las comunicaciones. Los transportes estaban completamente parados y los comercios cerrados, pero el panorama no era de desolación: las calles del centro de la ciudad se poblaban con una concentración que reunió a 5000 obreros que comenzaron la movilización hacia la Casa de Gobierno (ubicada en Buenos Aires entre Alvarado y Urquiza).

La situación en las calles fue de extrema tensión: en varios puntos del centro se sucedieron tiroteos, obreros heridos, escaramuzas, disparos desde la azotea de Casa de Gobierno y de grupos civiles armados contra la huelga. El resultado fue 40 heridos y 5 obreros muertos: Facundo Fernández, José Allende, Samuel Rueda, Victoriano Silvestre y Manuel Flores. La huelga terminó con el gobierno derrotado: renunció parte del gabinete, el jefe de policía, un mes después el propio gobernador, y se derogaron los decretos sobre precios máximos.

Con el peronismo, que representó el intento más organizado de una parte de la burguesía y el ejército de estatizar y burocratizar el movimiento obrero, contradictoria y objetivamente se abría el camino y las experiencias para que el clasismo, la independencia de clase, creciera luego como una tendencia política.

Solidaridad de clase

Otra huelga general provincial fue declarada por la CGT local en enero de 1959 en repudio a la represión en Corralito: días antes, el paro y movilización de los obreros de la construcción de la Usina de Corralito (Campo Quijano), había dejado un muerto como consecuencia de la represión policial. La huelga general de repudio no derivó en manifestaciones callejeras, pero su importancia radica en que muestra otro momento de solidaridad de clase, y no sólo provincial, sino nacional: la medida de fuerza también se había declarado en repudio a la represión del 17 de enero contra la movilización de trabajadores y vecinos que defendían el Frigorífico Lisandro de la Torre de la entrega al capital privado por parte del presidente Arturo Frondizi.

El “salteñazo”

Durante la segunda parte del siglo XX en Salta, el carácter y sucesión de las luchas comenzó a escalar. Situaciones internacionales como la Revolución cubana (1959) y las luchas por la descolonización y la guerra de Vietnam tuvieron un gran impacto. En Argentina, la dictadura de Onganía (1966-1970) y su ataque feroz a las condiciones de vida de los trabajadores y los estudiantes avivarían el estado de ánimo ya caldeado por dictaduras anteriores y la situación internacional.

Como se mostró al principio del artículo, a principios del siglo XX ya se había vivido un proceso huelguístico y organizativo muy intenso, pero los distintivos de las luchas de los años sesenta respecto a las anteriores, son: la coordinación nacional, la participación de un nuevo tipo de organización (partidos de izquierda armados), la masividad y fuerza de la alianza obrero-estudiantil y de sus intereses, los combates callejeros contra Estado y sus fuerzas represivas, y un intenso debate acerca del poder, el socialismo y la revolución social por parte de algunas fracciones sociales y organizaciones. Así, hechos como el “Rosariazo”, el “Cordobazo”, el “Salteñazo” de 1969 y tantos otros, excedieron la huelga general.

Diversas luchas y reclamos desatados en los años sesenta de forma aislada por distintos sectores, desembocarían en un proceso comparable a los de fusión y fisión nuclear al mismo tiempo, es decir, concentración y liberación de energía, reacciones en cadena y formación de una fuerza social unificada contra el régimen imperante. El asesinato de los estudiantes Juan José Cabral en Corrientes y de Adolfo Bello en Rosario durante las protestas en esas provincias el 15 y 17 de mayo de 1969, hizo que el 21 de mayo, las masas pasaron a la acción directa en las calles de la ciudad de Salta, desarrollándose el “Salteñazo”.

El paro nacional universitario y enfrentamientos sociales en todo el país, activaron una fuerza social alimentada por asambleas generales de estudiantes universitarios, secundarios y obreros en la provincia que denunciaba el régimen militar y exigía la renuncia del gobernador, además de oponerse a medidas que afectaban los salarios de obreros industriales. Durante diez horas se desarrollaron múltiples formas de lucha en el centro de la ciudad y alrededores: toma de facultad, concentración, movilizaciones en columnas, atentados, pedreas, barricadas, lucha callejera, lucha cuerpo a cuerpo con la policía, marcha de antorchas, ocupación de la plaza central y espacios sociales de la burguesía (Club 20 de febrero). En la disputa por la dirección de la lucha intervino el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), y en días posteriores estuvieron presentes el Partido Justicialista (PJ), Juventud Peronista (JP) y Unión Cívica Radical del pueblo (UCRP).

La masa de mil a dos mil movilizados hizo perder el dominio de situación a la policía, por lo que el ejército se encontraba preparado para reprimir. La prensa caracterizaba los hechos como “sin precedentes” en la ciudad, y afirmaba que “el centro ofrecía el aspecto de un campo de batalla”.

Ese mismo día, las masas protagonizaron el primer “Rosariazo”, inicio de la era de la revolución con iniciativa proletaria en Argentina, y días después el “Cordobazo”, abriendo un proceso de características revolucionarias en Argentina.

Durante 1969 y 1970, en la provincia de Salta los trabajadores y estudiantes se movilizaron, acataron huelgas nacionales y desarrollaron nuevos enfrentamientos, como en la huelga general nacional del 30 de mayo de 1969, la del 9 de octubre de 1970, la del 22 de octubre y noviembre de 1970. Esta última desembocó nuevamente en una lucha callejera. En el marco del “Tucumanazo”, durante la movilización que se realizaba en Salta el 12 de noviembre, cayó asesinado Roberto Díaz, estudiante y trabajador militante. Esto desencadenó una jornada de cinco horas de luchas callejeras entre miles de manifestantes y la policía. Al agotarse los gases lacrimógenos tuvo que intervenir el ejército, que efectuó el allanamiento de locales obreros. La prensa nacional advertía sobre la “extrema tensión” en la ciudad, y transcribía las declaraciones del Ministro del Interior sobre Tucumán y Salta: “estamos ante la presencia de una lucha entre la revolución y la contrarrevolución”.

En 1971 se produjeron otras rebeliones en distintas ciudades del país. La más importante y radicalizada fue el “Viborazo”, con centralidad del clasismo, de las organizaciones de izquierda y armadas. En Salta, los años 1971 y 1972 parecen haber sido los de mayor actividad de las organizaciones político militares de izquierda: los comandos “Iver Tejada” y “Roberto Díaz” del PRT-ERP realizaron acciones a lo largo de todo el año en Capital, Metán y Rosario de Lerma. También fue el caso de Montoneros y Ejército de Liberación Nacional. En ese entramado se produjo el Animanazo al que se hizo referencia al inicio del artículo, y también los enfrentamientos del 26 de julio de 1972 en Salta con motivo del asesinato del estudiante salteño Víctor Villalba durante una represión en Tucumán.

Años de formación (no acabada quizás) de una fuerza social revolucionaria desde la que se impugnaba no sólo el régimen político sino la sociedad capitalista, fueron eclipsados por el llamado a elecciones para marzo de 1973 y el triunfo del peronismo. Sin embargo, las luchas no cesaron. A mediados de junio de ese año, como parte de una ola de ocupaciones de organismos e instituciones provinciales y nacionales en todo el país por parte de organizaciones de izquierda, en Salta se produjo la ocupación de la CGT por una fracción del movimiento obrero y el Frente Revolucionario Peronista, dando lugar a lo que se autodenominó “CGT clasista”, por un mes.

Los protagonistas se propusieron poner límites a la burocracia sindical que dirigía la organización, pero el gobierno provincial de Miguel Ragone y nacional de Héctor Cámpora intervinieron para desalojar la central obrera local y devolverla a sus tradicionales direcciones. El poder de la burocracia sindical y su alianza con el peronismo no evitó que la clase obrera salteña siguiera movilizándose, en particular contra el Pacto Social del gobierno peronista con organizaciones de la burguesía y la CGT que congelaba salarios, contra la ley de asociaciones profesionales que fortalecía a las cúpulas sindicales, y por salarios adeudados. La ola de huelgas comenzó a fines de 1973 y se intensificó hasta junio de 1974, pero se restringieron mayormente a reivindicaciones económicas. Por otro lado, por lo menos en Salta, la potente fuerza social que vimos actuar desde 1969 se estaba disolviendo: ya no encontramos con nitidez aquella masiva alianza entre clase obrera y estudiantes-pequeña burguesía actuando en las calles.

En noviembre de 1974 se produjo la intervención federal al gobierno de Ragone, luego de amplios operativos “antisubversivos” en la provincia, en línea con el Operativo Independencia en Tucumán (febrero de 1975) por parte del gobierno peronista nacional. Aunque las luchas obreras tuvieron continuidad ya en un proceso de descenso, en 1975 era clara la formación y acción de una fuerza social opuesta, la del capital, de la burguesía, dispuesta a tomar en sus manos junto a las fuerzas armadas, la intensificación y extensión del proceso represivo desde 1976, ya iniciado en plena democracia peronista.

El siglo XX ha sido llamado por el historiador español Josep Fontana como “el siglo de la revolución”. Esto es así no sólo para el occidente europeo. Aunque hacen faltan muchas más cabezas y manos para completar estudios sobre las luchas de los explotados en Salta durante el siglo XX, con lo que ya sabemos, la imagen de una población que aceptaba el mundo tal cual era, queda conjurada.

*El artículo completo – con notas al pie de páginas y fotos del periodo incluidas – puede consultarse en https://www.icsoh.unsa.edu.ar/new/rizoma.php?ib=3

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