Falleció en la mañana del miércoles 1 de junio del año 2022. Fue la más reconocida representante de las comunidades salteñas. Hasta sus últimos días diseñó estrategias y proyectos para beneficiar a su pueblo.
La representante wichí que se había convertido en la voz de las comunidades salteñas y su muerte dejó un vacío inmenso en el sector de las luchas por los derechos de los pueblos originarios. Estaba internada hacía aproximadamente un mes en una clínica de la capital salteña. Las personas que estuvieron con ella en los últimos días cuentan que aún en el final estaba llena de proyectos que ya no podría cumplir.
Sin embargo, apenas con un repaso de los últimos cuatro años de vida alcanzaba para conocer la intensidad con la que Octorina avanzaba en la vida. Se encargó de estar al frente de muchísimas causas que tenían que ver con los pueblos originarios. En la Legislatura salteña dando un discurso frente a los diputados o senadores o en la Plaza del Congreso, en Buenos Aires, acampando junto a otros compañeros y compañeras para exigir mayores derechos.
«Creo que todo es fruto de la lucha», le dijo Octorina a CUARTO en 2017. «Yo milito desde los trece años y eso me ha llevado, con la base de la educación de mis padres, la conciencia de mi familia, la educación. Yo vengo de una familia de shamanes, que siempre ha vivido perseguida por la iglesia anglicana, que nunca aceptó a la familia de los sabios wichí, a la familia de los shamanes, porque decía que éramos familia de brujos, entonces no se podían hacer las prácticas, no se podía darse a conocer porque si no nos echaban de la comunidad, en aquellos tiempos, cuando había mucha persecuciones, mucho racismo. Que te echen de tu comunidad era muy terrible. Entonces, como ha podido, mi familia ha resguardado esa religiosidad, esa parte tan valiosa, que hoy la llevo con mucho orgullo. Y hoy podemos hacer una prédica más libre de lo que somos. Ser religiosa wichí es justamente ser guardiana de tu pueblo, de tu territorio, de tu espíritu. Entonces las cosas que se hacen están complementadas», siguió.
«Desde mi pequeño lugar pude dar a mi pueblo los primeros médicos. No solamente para el pueblo wichí, también para los pueblos empobrecidos. Eso fue a partir del 2004, cuando le escribí al Comandante Fidel Castro pidiéndole una beca para mi hija. Estaba pidiendo becas al IPPIS, a otros organismos nacionales y nadie me daba una respuesta. Tenía conocimiento que Cuba estaba dando becas latinoamericanas entonces me tomé el atrevimiento de escribirle. Cuando recibo la contestación desde la embajada, que el Comandante había autorizado, me puse muy feliz. Entonces mandé a mi hija. Cuando ella vuelve en las primeras vacaciones, me habló que era muy hermoso poder seguir gestionando becas para otros, así que empecé esa relación con Cuba solicitándole las becas para los demás hermanos que querían formarse», contaba Octorina.
«Mi hija se recibió en el 2010, la primera médica wichí en 200 años de República y sin un peso del Estado. En el 2014, a cien años de la injerencia de la iglesia anglicana en Misión Chaqueña, se recibe la otra wichí. La iglesia anglicana jamás preparó un solo maestro, ni siquiera un enfermero, entonces el Estado cubano nos entrega a nuestros hijos formados. Ahora tenemos otro médico que está haciendo la especialidad en Salta. Tenemos médicos criollos empobrecidos en los parajes de Hickman, de Palo Blanco, de Lozano», decía.
«No tuve oportunidad de estudiar una carrera pero sí considero que es muy importante tener una profesión, un título. Sobre todo en estos momentos en los que hay que hablar de igual a igual con el Estado, para que te entiendan. Entonces yo como wichí trato de tener profesionales formados y con conciencia», seguía Octorina. Su lucha ya es leyenda.