El médico Rodolfo Franco hace ocho años que vive en Misión Chaqueña. Asegura que los wichís se encuentran desprotegidos y que la cuarentena se les vuelve imposible. Si el virus llegara «sería un desastre», dicen los caciques.
En un extenso informe publicado por el diario Clarín tras viajar por distintas comunidades originarias del país, también se tomó nota de lo que ocurre en la provincia de Salta con la comunidad wichi que diariamente es noticia por los casos de niños muertos por desnutrición.
El medio citado entrevistó para la ocasión al doctor Rodolfo Franco quien hace ocho años se mudó a Misión Chaqueña, una comunidad de cuatro mil habitantes, a 5 kilómetros del Río Bermejo y casi 50 kilómetros de la ciudad de Embarcación. Franco está casado con una lugareña y es el único doctor para seis mil habitantes, incluyendo a los de la vecina Misión Carboncito. Con recursos escasos y la compañía de dos enfermeros, atiende a cerca de cincuenta pacientes por día.
“Uno de nuestros mayores problemas es la tuberculosis. Estamos atravesando una situación trágica: el hospital de Embarcación, que se debería encargar de eso, no lo hace, porque dice que están esperando la llegada del coronavirus. Se preparan con barbijos y guantes, pero a los tuberculosos los mandan a la casa o les piden que consigan donantes de sangre. Acá eso es muy difícil. Primero, por un tema cultural. Segundo, porque a la mayoría de la gente le picó la vinchuca alguna vez en su vida”, agrega.
Tras resaltar algunos de los ejemplos que pincelan la pobreza en la que viven los wichís salteños – “Acá todos tienen anemia (…) Ven las vacas solo cuando viajan. A veces, con suerte, compran 10 o 20 pesos de carne o hueso y hacen un puchero” – Franco explicó los cambios operados en su comunidad con el arribo del coronavirus: “Estamos haciendo un aislamiento general, tratando de no ir a Embarcación, que es una ciudad grande. Si llega el virus, es porque viene de afuera. Ahora empezó a haber presencia policial en el monte, desde las 21 horas. A los que encuentran, se los llevan a pasar la noche en la comisaría, no sin algún abuso de autoridad. Es todo un tema, acá la gente se desplaza para cazar o pescar”.
Ante la pregunta de cuál sería la situación en caso de que hubiera infectados, la respuesta es clara: “un desastre”. El hospital cuenta solo con dos ambulancias, los medicamentos escasean y hay una discriminación palpable hacia los habitantes originarios. Félix Díaz denuncia que, durante los controles, se evidencia el racismo y la persecución a los indígenas y los campesinos pobres. La observación es compartida por varios caciques wichís y de otras comunidades indígenas del país.