La selección debutó con derrota en Qatar. La última vez que pasó eso fue hace 32 años en el Mundial de Italia. El equipo que venía de ser campeón del mundo y recibió un cachetazo ante un Camerún desconocido que abuso de las patadas violentas.
Aquel equipo terminó siendo subcampeón del mundo, pero todo había comenzado con una derrota. Hasta ahora ese debut con derrota en Italia 90 era considerado como una de las mayores sorpresas de la historia de los mundiales: el seleccionado africano de Camerún logró en el estadio San Siro torcerle el codo al campeón vigente con Diego Maradona incluido.
Camerún era un adversario casi desconocido. En palabras de los jugadores, lo único que sabían – gracias a los videos que les mostraba el DT Carlos Salvador Bilardo – es que los africanos eran aguerridos, a veces malintencionado y que tenían un único jugador conocido: el arquero Thomas N’Kono que había debutado en el Mundial de España 1982 y atajado ocho temporadas en Espanyol de Barcelona.
“A diferencia de lo sucedido cuatro años antes, en México, la Argentina no llegaba en plena forma al estreno mundialista. Oscar Ruggeri arrastraba una pubialgia que lo maltrataría durante todo el campeonato, y Maradona tuvo que jugar el primer partido con una férula en el dedo gordo del pie derecho por tener rota la uña” recordó alguna vez el diario La Nación.
Maradona había impulsado también la llegada de Claudio Caniggia al plantel nacional ante un Bilardo que no se mostraba convencido y prefirió ubicar a Abel Balbo como titular para el debut. Caniggia entró en el segundo tiempo y empezó a perfilarse como lo que sería: la figura del equipo a lo largo del certamen. Generó faltas, una amarilla y dos expulsiones: Kana Biyik y Massing vieron la roja por sendos puntapiés sobre el extremo argentino. El árbitro francés Michel Vautrot dirigió bien y sancionó correctamente todas las faltas aunque todos se acuerdan que no expulsó a Ndip Akem por dejar los tapones en el pecho de Maradona.
“El seleccionado argentino se mostró lento y previsible, dependiente de Maradona en todo momento. El capitán hizo lo que pudo durante una hora; sufrió una docena -literal- de patadas, incluidos un planchazo al pecho de Ndip Akem y una falta descalificadora de su marcador Benjamin Massing al tobillo, y después del gol africano se apagó, contagiado de la impotencia generalizada” destacaban los medios de entonces.
Camerún, de contraataque, empezó a encontrar espacios por la izquierda. Néstor Lorenzo le cometió una falta a Cyrille Makanaky. De allí vino un centro que el mismo Makanaky elevó dentro del área; en esa segunda jugada, François Omam-Biyik saltó y cabeceó mientras Roberto Sensini se quedó atornillado en el suelo. El frentazo no parecía tener mucha fuerza, pero alcanzó para superar una floja respuesta de Pumpido y la pelota se metió en el arco pidiendo permiso. «Fue un error mío, se me escapó», acepta hoy el arquero.
Días después, frente a la Unión Soviética, chocó a los 11 minutos contra Julio Olarticoechea. El diagnóstico: fractura de tibia y peroné. Y entró Sergio Goycochea, que luego sería decisivo para llegar a la final. Guiño o mueca del destino.
«Cuando vi que Camerún nos hizo el gol… No podía creer esta derrota tonta, por culpa enteramente nuestra. Y no lo digo por Pumpido, por favor, que se entienda: lo digo por todos los que jugamos. Camerún no nos ganó, lo perdimos nosotros», dijo Maradona después del partido. Omam-Biyik, que jugaba en Stade Lavallois, de la segunda división francesa, se convirtió con ese gol en héroe nacional de Camerún, y llegaría a disputar tres mundiales.
“El partido más accesible había terminado con una derrota resonante y el campeón del mundo quedaba muy temprano contra las cuerdas”, destacaron los medios de ese entonces. Cualquier parecido con lo ocurrido hoy es pura realidad. Pero si algo queda de aquel partido ante Camerún que la revista El Gráfico califico de “desastre”, es que el equipo ejerció la emoción de la vergüenza y sobreponiéndose llegó a la final de aquel mundial.