Lo contó el diario La Nación. «A los que sienten el deseo de ser papás o mamás, les diría que le hagan caso a su corazón», dijo la flamante madre.
Pamela de la Colina es una mujer de 42 años de Caleta Olivia, en la provincia de Santa Cruz, que adoptó a María, una niña salteña de cinco. Un amor que nació a tres mil kilómetros de distancia, tal como informó el diario porteño La Nación, que tuvo mucho que ver con la unión de ambas.
«Un día vi en un posteo de Instagram de La Nación la carita blureada de una nena. Era una convocatoria pública de adopción. Llené el formulario y mandé el mail», contó la mujer en el mismo medio. «Siempre quise ser mamá. Mi nena le da más vida a mi vida”, agregó esta docente de educación especial que pasó por tratamientos fallidos para quedar embarazada y en diciembre pasado decidió adoptar a María.
Hasta marzo de este año, María vivía en un hogar de niños en Tartagal. No hablaba. Presenta una condición del espectro autista (TEA) por la que no se comunicaba oralmente. Pero con Pamela comenzó a hablar.
«Dicen que es engorroso adoptar, pero no es así. A los que sienten el deseo de ser papás o mamás, les diría que le hagan caso a su corazón. Y que si solo buscan un bebé, que piensen si los podrán acompañar en todo su desarrollo porque quizás puedan interactuar mejor con un chico más grande. Hay muchos niños, niñas y adolescentes que desean tener una familia. Un amigo me dijo hace poco: ‘Ojalá haya cada vez menos Marías en los hogares y si las hay que haya más Pamelas’. Me lloré todo cuando lo dijo», contó la mujer entre risas y un poco emocionada.
María ahora va al jardín y a terapias con una psicopedagoga y una fonoaudióloga. «Hay palabras que le cuestan más, pero ahora habla», relató su madre. «Para ser padre hay que querer brindarle todo a un hijo y es hermoso lo que te devuelve», dijo. “Mi nena me cambió el gusto de las mañanas, hasta esas en las que cuesta levantarse. Ahora soy feliz solo porque empezamos juntas el día», cerró.