Para no dejar de lado a la Historia en el Día del Amigo, recuperamos aquí un excelente artículo que buceó en las cartas los vínculos amistosos entre dos próceres de la Patria: Martín Miguel de Güemes y Manuel Belgrano.
Roberto Colimodio es historiador y escritor. “Belgrano y Güemes, amigos más allá de la Independencia” es el título del artículo que publicó en junio del año 2022 en el diario Perfil y que bucea en la relación personal de los próceres que murieron con apenas un año de diferencia, abrazaban el común objetivo de la independencia y estaban enlazados por una amistad que trascendía el objetivo.
Para confirmarlo, Colimodio recurre al análisis epistolar entre los generales y resalta una carta escrita por Belgrano desde Tucumán el 10 de noviembre de 1816. Estaba dirigida al comandante de vanguardia y gobernador en Salta y Jujuy, el General Martín Miguel de Güemes. En esa carta Belgrano le decía al salteño: “Cuando digo amigo, lo soy y lo seré siempre, como lo soy de Ud; sin embargo de que me han querido persuadir de lo contrario”.
El escrito se detiene también en los tiempos anteriores a esa amistad. Al año 1812 más precisamente, cuando Belgrano se hizo cargo del Ejército del Norte y recibió informes negativos sobre los amoríos del salteño con la esposa de un oficial, algo que resultaba un escándalo por la alta graduación del marido de dicha señora. “Por lo que la primera impresión sobre el salteño no fue buena para Belgrano. La solución: enviar a Güemes a Buenos Aires a acantonarse allí hasta nuevo aviso”, destaca el autor del informe.
“En 1814, volvieron a encontrarse brevemente en Tucumán, Belgrano fue relevado como jefe del Ejército por San Martín; y Güemes, se sumó a los pocos días regresando de Buenos Aires. Posiblemente el Gran Capitán haya mediado entre los dos hombres para que limaran asperezas y no guardaran rencores” (…) Luego de la declaración de la Independencia y el posterior nombramiento de Belgrano como Comandante en Jefe del Ejército del Alto Perú, comenzó una relación profesional y personal de las que dan testimonio más de 300 cartas intercambiadas”.
En la correspondencia se nota cómo fueron mutuamente entrando en confianza en tiempos donde los enemigos abiertos y solapados intentaban enemistarlos apelando a chismes y falsas noticias. “Conscientes de ello, fortalecieron el vínculo, sabiendo que no sólo debían luchar con los enemigos externos sino también con los internos. Algo a lo que ambos se acostumbraron con el correr de los meses, y hasta se reían de ello” destaca el autor de la nota que resalta que en esas cartas hablaban de la campaña militar, de objetivos, política interna, del Cruce de los Andes, de la administración en tiempos de escasez de recursos, y cosas personales en las que se centra el historiador y periodista.
Las cuestiones médicas: la dura vida en campaña aquejaba la salud de Güemes que sufrió a fines de 1816 un ataque de apoplejía; informado Belgrano le pide a su amigo que “es preciso que tome precauciones grandes para que no vuelva a retocarle: dieta moderada y de cuando en cuando un purgantito suave y seguir un método de buen vivir”.
Es precisamente don Martín quien ofrece a Manuel a su médico personal Redhead para atenderlo de una afección ocular y quien oficia además de correo personal entre ambos, estrechando aún más el vínculo.
Siempre en las cartas de Belgrano que se conservan, hay espacio para párrafos amistosos de atención personal para con el salteño, incluso Güemes envía a Tucumán a su hermano menor Pepe para que se instruya en el arte militar, supervisado por el creador de la bandera. Sobre este punto contaba: “Pepe está muy decidido a aprender en la Academia de Matemáticas y ya le he señalado maestros para lo que es la táctica de Caballería. Creo que ha de salir un buen oficial, según los deseos que me manifiesta”.
Meses más tarde escribía: “El Cadete es un diablito de primera: lo que le gusta es el caballo, y esto me servirá para hacerlo aplicar, concediéndoselo, o privándoselo”. Y en otra oportunidad: “A Pepe lo he puesto en su regimiento para que me lo sujeten y aprenda, se me iba echando a perder; tercera vez lo he vestido completamente porque todo se lo robaban; lo he de sacar un hombre o poco he de poder”. Se ve que el muchachito tenía lo suyo…
Evidentemente la elegancia en el vestir del salteño pasaba en 1817 por un momento de crisis; informado Belgrano le escribía: “Me dicen que está Ud desnudo: envíeme sus medidas, que no falta crédito para enviarle ropa y algo más que quiera. Trampa adelante, que pagaremos cuando se pueda.” También le pedía las medidas de sus botas para confeccionarlas o bien encargarlas a Buenos Aires “adonde me dicen las han traído muy buenas los franceses”. Incluso le adjuntaba un diseño “a fin de que vea Ud en qué lugares se toma y se señalen las pulgadas que hay de ancho y de largo”.
En la misma misiva Belgrano reconoce la actuación de Güemes con estas palabras “estoy convencido de su mérito, de sus servicios y de que ha sido la muralla de todas estas Provincias” elevando el pedido de ascenso al Director Supremo que fue otorgado.
En junio de 1817 ambos se entrevistaron personalmente en el río Pasaje en Salta, Belgrano contaba así a su regreso su parecer: “Compañero y amigo muy querido: mi viaje fue feliz, aun viniendo con coche en pedazos, todo lo componía la satisfacción que me asistía y asiste de haber hablado y tratado con Ud afirmándome en el concepto que ya tenía de que sus miras por el bien general son conformes a las mías”.
Como puede verse, fueron sinceros amigos y hasta compartían alegrías como el nacimiento del “nuevo Martincito” por el que Belgrano daba “mil veces enhorabuena, a mi amigo y compañero querido”. Felicito a Ud, a la Señora Da Carmencita y a ambas familias… por haber dado un hombrecito a la Patria que herede las virtudes de su padre y el amor de tan digna madre.”
Así con estas pequeñas muestras de afecto mostramos a nuestros próceres más allá del bronce, hombres con todas las letras que nos dejaron su ejemplo de lealtad y patriotismo. Vale el recuerdo también en estas facetas.