sábado 14 de diciembre de 2024
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A 54 años de su fusilamiento | Historia de la guerrilla que el Che Guevara organizó en Salta entre 1963-1964

Se acumulan los artículos que recuerdan al revolucionario argentino en un nuevo aniversario de su asesinato. Acá recordamos su primer intento por continentalizar la revolución cubana y que tuvo como escenario la selva de Orán. (Daniel Avalos)

Jorge Paul, uno de los 35 guerrilleros que formaron parte de aquella experiencia guevarista en la provincia de Salta, declaró alguna vez que “la selva en Orán crecía cinco centímetros por día”. La confidencia fue hecha desde su Córdoba natal cuando el que esto escribe recopilaba testimonios que luego dieron luz al libro “La guerrilla del Che y Masetti en Orán”. Paul, de veinte años en 1964, había llegado a esa conclusión a partir de un método sencillo: cada día el guerrillero elegía uno de entre los miles de arbustos existentes y lo medía con precisión de mecánico. Repetía la operación al día siguiente y comprobaba que en el transcurso de 24 horas la hierba seleccionada había crecido un promedio de cinco centímetros.

Esa selva voraz fue la que terminó comiéndose a Jorge Ricardo Masetti y al guerrillero Atilio. El primero era el Comandante Segundo, el líder de la experiencia que terminó cercada por la gendarmería. Huyendo de ese cerco el jefe junto al joven Atilio decidieron quedarse en un punto de la selva a la espera de que los hombres a su mando volvieran a buscarlos. El comienzo del fin había ocurrido semanas antes, cuando varios gendarmes apresaron a cuatro insurgentes que cavaban un vivac en La Toma de colonia Santa Rosa en el departamento de Orán.

Entre esos guerrilleros se encontraba Alberto Castellanos, un lugarteniente del Che en Sierra Maestra y en cuya casa contrajo matrimonio el propio Guevara con su segunda esposa.  Los que dejaron a Masetti y a Atilio para volver a hacer contacto con el resto de los hombres estaban comandados por otro cubano de confianza del Che: Hermes Peña, un experimentado combatiente que llegó a ser jefe de la guardia personal del legendario guerrillero argentino-cubano. El grupo de Hermes hizo contacto con los otros guerrilleros aunque la mayoría de ellos terminaron apresados, muertos por inanición o en combate como fue el caso del propio Capitán Hermes.

De Masetti y Atilio nunca más nada se supo. El primero había sido periodista de radio “El Mundo” en la década del 50 del siglo XX y encontró notoriedad cuando logró transmitir un reportaje a Guevara y Fidel Castro desde la Sierra Maestra, antes de que estos protagonizaran la entrada triunfal a La Habana en 1959. La experiencia marco la vida de Masetti quien terminó comprometiéndose con la revolución cubana cuando, invitado por sus líderes, organizó Prensa Latina: el servicio de informaciones de la nueva Cuba. Allí Masetti consolidó su amistad con el Che y abrazó la idea de continentalizar la revolución a partir de la lucha armada. Atilio Altamira, por su parte, era uno de los muchos jóvenes cordobeses que simpatizando con la experiencia caribeña se sumaron a la aventura de Orán en donde experimentados combatientes de la isla estaban involucrados.

Crónica de una revolución frustrada

El 21 de junio de 1963 Masetti ingresó clandestinamente y por tierra a Orán desde Tarija. Lo hizo junto a cuatro hombres –un cubano y tres argentinos– que se habían adiestrado militarmente en la isla. El objetivo de la organización era simple y desmesurado: acondicionar el terreno para que Ernesto “Che” Guevara retornara al país para emprender la lucha revolucionaria. En agosto arribó un contingente de guerrilleros reclutados en Córdoba y Buenos Aires. La mayoría eran universitarios y militantes escindidos o expulsados del Partido Comunista por apoyar a la revolución cubana y el método de la lucha armada. Hasta marzo del 64, la selva de Orán albergó poco más de treinta guerrilleros que se abocaron al reconocimiento del terreno, la construcción de vivacs y el traslado de armamentos y equipos de comunicación desde Emboruzu (Bolivia).

Masetti, el primer desaparecido | La tinta

En noviembre del 63, por ejemplo, los insurgentes Héctor Jouvé, Henry Lerner, Jorge Guille y Federico Méndez trasladaron desde Bolivia a Orán y por medio de la selva alimentos, armas y un equipo de comunicación de la CIA que años antes los cubanos arrebataron a los invasores de Bahía de Los Cochinos que habían recibido el apoyo militar y financiero de EEUU.

En marzo del 64 comienza el principio del fin. En un campamento de la localidad de La Toma, a escasos kilómetros de la localidad de Colonia Santa Rosa, se encontraban la mayoría de los guerrilleros que se aprestaban a recibir a nuevos reclutas. Entre estos se encontraban dos agentes del servicio de inteligencia de la Policía Federal que infiltrados desde hacía meses en organizaciones de izquierda, tenían órdenes de adherir a los grupos que manifestaban simpatías castristas.

Cuando el arribo ocurre, Masetti y parte de sus hombres se internan en la selva dejando en cercanías de La Toma al experimentado Alberto Castellanos junto a Federico Frontini y Oscar del Hoyo para instruir a los “novatos” y esperar provisiones desde la ciudad de Salta. El cuarto día de ese mes, el periodista devenido en guerrillero envía a Castellanos desde el interior de la selva dos guías: Diego Magliano y Henry Lerner. Uno debía acompañar a los “nuevos” hacia el grupo del jefe; el otro esperar a que Castellanos, Del Hoyo y Frontini terminaran de ocultar provisiones para luego guiarlos al mismo lugar. Magliano fue el encargado de escoltar a los reclutas nuevos. Mientras lo hacía debió lidiar con un incidente protagonizado por los dos agentes infiltrados que luego de desarmar a Magliano y herirlo en una pierna escaparon. Paradójicamente, esos infiltrados fueron atrapados por la gendarmería que desde hacía tiempo patrullaba la zona por denuncias de los lugareños en torno a la presencia de personas que vestían ropas militares.

Los datos que aportaron los policías encubiertos resultaron letales para la guerrilla. Los cuatro guerrilleros que habían quedado en la Toma desconocían los hechos y se dividieron en dos grupos. Castellanos y Lerner se acercan al campamento para hacer contacto con los que arribaban de la ciudad de Salta, mientras Frontini y del Hoyo continúan excavando. Los primeros son sorprendidos por los gendarmes e inmediatamente amarrados y la misma suerte correrán los que, confiados y desarmados, excavaban en las cercanías. Un día después es apresado en una pensión de la zona céntrica de nuestra ciudad al estudiante cordobés Agustín Bollini Roca a quien le secuestraron materiales del EGP y una camioneta con la que se trasladaba al norte. Lo mismo ocurrió con otras personas de la capital provincial y Orán, en las localidades jujeñas de El Quemado, Ledesma, La Mendieta e incluso en la ciudad de Córdoba.

4 de abril de 1964 | El día que la guerrilla del Che Guevara fue descubierta en las selvas de Orán - CuartoEs la caída del campamento de La Toma, sin embargo, lo que aísla a los hombres del EGP que se internaron en la selva y explica el fin de la experiencia que incluyó a muertos por inanición. En la selva los hombres de Masetti intentaron reorganizarse para resistir el asedio per ello resultó imposible. A las inclemencias del terreno y a la falta de provisiones se les sumó su propia dispersión. Héctor Jouvé, Miguel Colina, Jorge y Antonio Paul volvían del un pequeño poblado cuando encontraron una nota de Hermes Peña que informaba sobre los hechos de La Toma. Ambos grupos logran hacer contacto y con Masetti incluido deciden alejarse del escenario hacia Campichuelo para aprovisionarse de alimentos y volver en busca de compañeros que ya estarían padeciendo las consecuencias del hambre. La idea era de Jouvé, un joven estudiante de Medicina que llegó al monte en agosto del 63 y cuya importancia en la guerrilla fue creciendo paulatinamente.

Su plan era sencillo: apostaba a que la presencia del grupo en Campichuelo atrajera a la Gendarmería y liberara en parte la zona de La Toma en donde se encontraba el resto de los hombres; y también a que el retorno fuese rápido usando las aguas del río Piedras. Luego de días de caminata Masetti abortó el plan y ordenó el retorno. Comisionó a Hermes Peña, al mismo Jouvé y al resto a que retornaran y contactaran al grupo. El primero debía organizar un pelotón que se dirigiera hacia Yuto en busca de comida mientras Jouvé debía hacer contacto con los asediados y luego volver con ellos a recoger al propio Masetti quien decidió esperar en ese lugar por dolencias que lo aquejaban desde hacía tiempo. El guerrillero Atilio Altamira quedaría escoltándolo. El retorno de los hombres resultó trágico. Los accidentes ocasionados por la debilidad que padecían los guerrilleros, la misma hambre y un enfrentamiento con la gendarmería culminaron con muertes, hombres dispersos y combatientes hambrientos finalmente arrestados.

Atilio Altamira y Jorge Ricardo Masetti, el Comandante Segundo, el que había logrado, al decir de Rodolfo Walsh, “la mayor hazaña individual del periodismo argentino” al llegar hasta Fidel Castro y el Che en medio de la Sierra Maestra desaparecieron para siempre. Uno de los últimos compañeros que los vio fue Héctor Jouvé quien en una entrevista que finalmente terminara publicada en el libro “La guerrilla del Che y Masetti en Salta” me declaró que esa última vez fue un 21 de abril del 1964 a mitad del camino entre La Toma y Campichuelo. “Creo que quedó ahí, al lado de las hamacas. Ya estaba mal para seguir subiendo”.

Ese “ahí” era un minúsculo punto en medio de una selva espesa y plagada de tipas, pacaráes, cebiles, tarcos y cochuchos sobre los que se levantaban las maromas, esa especie vegetal que germina sobre los mismos árboles. Todo coronado por esos helechos arborescentes que van de un árbol a otro dificultando la visión del cielo mismo.

Las noticias llegaron rápido a La Habana, pero sólo unos meses después el Che tendría un informe pormenorizado de lo ocurrido. Se lo transmitió Ciro Bustos, un pintor mendocino que en 1962 partió a Cuba para ponerse a disposición de la revolución y también devino en hombre de confianza del Che quien solía admirar a quienes se esforzaban por pasar inadvertidos. Bustos también había partido a Orán en 1963. Abocado a las tareas de reclutamiento en las grandes ciudades del país se enteró por los diarios que el EGP había sido desmantelado por la gendarmería en las selvas de Orán.

Se abocó desde el anonimato a organizar un equipo de abogados que se hiciera cargo de la defensa de los guerrilleros detenidos y en mayo de 1964 recibió un mensaje del Che para que viajase a Cuba. Bustos viajó a La Habana para dar cuenta al comandante Guevara sobre lo ocurrido. Relató ese encuentro en su libro “El Che quiere verte” publicado por la editorial Zeta en el año 2007. “La reunión no duró más de una hora. El Che había forzado un espacio entre otros compromisos, más que anda impelido por la necesidad de formalizar dos o tres interrogantes. Después repasaríamos el resto. Él había tenido ya informes del ´Furry´ y el ´Papi´, no obstante lo cual quería entender mejor (…) Las incógnitas a despejar era fundamentalmente tres: cómo podía explicarse que muriera gente de hambre en una selva llena de animales silvestres; por qué nos quedamos tres meses en un mismo lugar; y cuál había sido la opinión de Hermes en relación a tales cosas”.

Transcribir las respuestas de Bustos a esos interrogantes es imposible en esta nota. Resaltemos que el hombre que fue parte de la experiencia en Salta admitió ante el mítico guerrillero que carecía de respuestas terminantes al respecto pero dio su visión de las cosas que acá no tenemos más remedio que resumir: errores operativos, aislamiento político, empecinamiento militar de Masetti y hasta situaciones que él vivió como injustas e incluyeron fusilamientos. Tres años después, Bustos y el “Papi” serían parte del contingente guerrillero que acompañaría al Che Guevara a Bolivia y cuyo final hoy de recuerda. El “Papi” también encontró la muerte en esa experiencia. Bustos terminaría apresado junto al intelectual francés Regis Debray. Fue liberado en 1970 y se radicó clandestinamente en su Mendoza natal. En 1976 debió partir al exilio en Suecia. Falleció el 1 de enero del 2017 en la ciudad sueca de Malmo.

Los cubanos presentes en Orán

Hermes Peña (primero de la izquierda) junto al Che.

Hermes Peña: Campesino del oriente cubano, se unió a los rebeldes y luchó en la columna de Ernesto Guevara. En diciembre del 58, a días de la entrada triunfal a La Habana, durante los combates de Cabaiguán, el Che recorría la provincia en un jeep conducido por Alberto Castellanos y con sus guardias personales, Harry Villegas (Pombo) y Hermes Peña. Los sobrevivientes del EGP confiesan su admiración por Hermes. Imitando al Che, Hermes llevaba un diario de Orán que va desde el 21 de junio del 63 a los últimos días de febrero del 64. Las faltas ortográficas y de redacción son comunes y obedecen a que Hermes fue analfabeto hasta su incorporación a la columna de Guevara en donde aprendió a leer y escribir. En un encuentro con la gendarmería mató al gendarme Romero y días después fue emboscado en la finca El Bananal. Su cuerpo fue enterrado en una fosa del cementerio de Orán descubierta hace unos años y sus restos fueron repatriados a Cuba.

Alberto Castellanos.

Alberto Castellanos: a diferencia de Hermes, el “mono” provenía de las ciudades del interior cubano. Castellanos relató al autor de esta nota la charla por medio de la cual el Che le informó sobre la misión en Orán y que también la testimonió a otros autores: “Vas a ir a un lugar y vas a encontrar gente conocida. No te vayas a disfrazar de indio que vos nos indio (…) y le dices a Villegas (Pombo) que no va porque adonde tú vas no hay negros. Y un negro y un blanco juntos en nada bueno andan. Yo voy pronto”. Castellanos fue detenido el 4 de marzo del 64 y estuvo preso en Villa Las Rosas hasta el año 1.968. En todo momento mantuvo su coartada de estudiante peruano de nombre Raúl Dávila. Al volver a Cuba se reincorporó al ejército de su país y llegó a General. Hace unos años volvió a Salta. Es el protagonista de un documental rodado por Alejandro Arroz que relata los momentos trascendentes de su vida: su lucha junto al Che Guevara, la Batalla de Santa Clara, la victoria final sobre el régimen de Batista y sus misiones internacionalistas en África, Nicaragua y Argentina.

Ricardo «Papi» Tamayo.

Ricardo “Papi” Tamayo: en Cuba combatió en las columnas que dirigía Raúl Castro. Triunfada la revolución, el “Papi” se convirtió en un valioso elemento de la inteligencia cubana que fue la que lo puso bajo el mando del Che. Su misión en Orán era asistir al foco en las etapas iniciales con el objetivo de preparar el terreno para la incorporación del mismo Guevara al norte. Cuando cayó La Toma, el “Papi” no se encontraba en el lugar y huyó del país. Volvió a Cuba y junto al Che se dirigió a pelear al Congo y luego a Bolivia, en donde fue muerto el 30 de julio de 1967. El Che se refirió a su muerte en el “Diario de Bolivia” de la siguiente manera: “…era el más indisciplinado del grupo cubano y el que menos disposición tenía para el sacrificio cotidiano, pero era un extraordinario combatiente y un viejo compañero de aventuras en el primer fracaso de Segundo, en el Congo y ahora aquí” (Anotación del día 31 de julio de 1967).

 

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