domingo 12 de octubre de 2025
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Salta

Norte salteño | Tomaron una finca de la UBA tras denuncias por deforestación masiva sin respuesta judicial

La Agrupación Gauchos de Güemes Fortín Frontera tomó los terrenos de 20 mil hectáreas en Salvador Mazza que están bajo custodia de la UBA. Las denuncias por tala ilegal de 250 mil especies nativas se acumulan desde 2019 sin resolución.

Productores locales ocuparon la finca El Aybal en Salvador Mazza, escalando el conflicto territorial que se mantiene sin resolución desde hace cinco años. Los terrenos de casi 20 mil hectáreas permanecen bajo custodia de la Universidad de Buenos Aires tras la detención por narcotráfico de su propietario original, el narco Delfín Castedo.

Las primeras denuncias formales por desmontes ilegales datan de 2019, cuando se detectó la tala de aproximadamente 250 mil especies nativas, incluyendo maderas finas de alto valor comercial. Cacho Moro, referente que participó en las inspecciones iniciales, señaló a la prensa que «se llevaron madera en grandes volúmenes sin autorización ni control» en lo que describió como un «descontrol total».

Los denunciantes apuntan al empresario Miguel Ojeda, de Mosconi, como responsable de las actividades de desmonte y extracción de recursos dentro del predio sin documentación habilitante. La explotación habría continuado pese a que la justicia federal, a través del juez Federico Villena de Lomas de Zamora, ordenó que los terrenos quedaran bajo administración universitaria.

La Agrupación Gauchos de Güemes Fortín Frontera justificó la ocupación por la falta de espacios para actividades productivas locales. Los pobladores denunciaron además el despojo de 850 cabezas de ganado y la instalación de gasoductos cuyos beneficios no alcanzan a la comunidad. «No tomamos las tierras por decisión propia, sino por necesidad. Tenemos animales que terminan en la ruta porque no hay dónde meterlos», explicaron.

Según información del medio Nuevo Diario, los referentes locales exigen intervención de los gobiernos nacional y provinciales ante la continuidad de la depredación ambiental. «No queremos más atropellos. Basta de que nos arrinconen en los peores rincones del monte mientras otros hacen negocios millonarios», remarcaron los dirigentes comunitarios.

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