La desaparición de Tomás Vargas, un joven de 29 años con discapacidad intelectual, conmocionó a la comunidad de Iruya. Tras una intensa búsqueda, su cuerpo fue encontrado sin vida en una cisterna abandonada.
La pesadilla de una familia en Iruya terminó de la peor manera. Tomás Vargas, un hombre de 29 años que padecía retraso mental y epilepsia, había desaparecido el 27 de abril pasado, desatando una denuncia por extravío de persona presentada por su angustiada madre. Desde aquel día, el joven no regresó a su hogar en el paraje La Cuesta, llevándose consigo una frazada.
Inmediatamente, se desplegaron operativos de rastrillaje en las zonas de Quebradas, la Ruta Provincial 133 y otros lugares aledaños. Efectivos de distintas áreas especiales de la Policía, la División Canes, Bomberos, familiares y baqueanos se sumaron a la exhaustiva búsqueda. Sin embargo, no fue hasta el 17 de mayo que un familiar dio el alerta decisivo.
Mientras realizaba trabajos de recolección de chirimoyas, el hombre descubrió una cisterna abandonada entre los arbustos. Dentro, yacía un cuerpo en avanzado estado de descomposición. Al día siguiente, las autoridades confirmaron la trágica noticia: el cadáver pertenecía a Tomás Vargas, y la causa de muerte fue un paro cardiorrespiratorio provocado por un traumatismo encéfalo craneano grave.
Tras una investigación exhaustiva, la justicia determinó que no existían elementos que sugirieran un delito. Se presume que el joven buscaba resguardarse del frío en la cisterna cuando sufrió el fatal accidente. Finalmente, su cuerpo fue entregado a los familiares para brindarle la despedida merecida, poniendo fin a una angustiante búsqueda que conmocionó a la comunidad.