Con casi la totalidad de las mesas escrutadas, el representante de las ideas más fundamentalistas de la religión apenas supera el 3 por ciento de los votos.
Andrés Suriani se mostraba convencido de sus posibilidades. Lo hacía hace apenas unos días, cuando la campaña todavía estaba vigente. Y lo hacía incluso a pesar de que en sus años en la Legislatura presentó muy pocos proyectos.
«Muchos me preguntan cuáles son los proyectos que uno ha aprobado y a veces digo que no son tantos, sino los valores y principios que uno ha defendido», decía Suriani en una entrevista publicada en El Tribuno a principios de este mes. Sus valores habían sido los mismos que los del fundamentalismo religioso. Como un cavernícola cruzado que pretende gobernar a la sociedad bajo sus ideas, sin tolerancia a lo diverso.
Ese pensamiento defensor del pañuelo celeste, en contra del aborto legal, en contra de la Educación Sexual Integral, en cotra de la diversidad de una Salta que ya no es la de hace cincuenta años, lo dejó afuera de la Legislatura a Andrés Suriani, que todavía cree que los valores de la provincia se reducen a una tradición que convive con otras ideas.
Con casi el 100 por ciento de las mesas escrutadas, el candidato apenas supera el 3 por ciento de los votos. Sólo supera a Política Obrera y al Frente Grande.
De esta manera se acaba la aventura legislativa de un político que en los últimos años se destacó más por sus bravocunadas anticuarentena y en contra de las medidas sanitarias que por un trabajo en la Cámara de Diputados.