Servían para neutralizar a la policía montada. Fue una de las grandes militantes que mantuvo durante décadas el espíritu de Eva Perón. Su nieto Fidel Puggioni la evocó hoy en el aniversario de la muerte de la abanderada de los pobres.
Hortensia Rodríguez de Porcel, una militante peronista reconocidísima en Salta, se destacó por su activa participación política antes, durante y después la época de proscripción del peronismo. Su nieto, Fidel Puggioni, compartió recuerdos y anécdotas sobre la vida y militancia de su abuela en una entrevista con el programa radial Cuarto Oscuro (FM La Plaza 94.5).
Rodríguez comenzó su militancia en Campo Quijano, junto a su hermana Seferina Rodríguez, quien llegó a ser la primera diputada nacional por Salta. Ambas se involucraron en la lucha por el voto femenino, recorriendo pueblos de la zona andina para convencer a las mujeres de que debían sumarse a la vida política.
Durante la proscripción del peronismo, Hortensia participaba en marchas y actos de todo tipo. Puggioni relató: «Mi abuela llevaba pimienta y bolillas para la caballería. Pegaban al hocico del caballo cuando se te venía el cana con pimienta y si no cuando venían corriendo con la bolilla».
La casa de los Rodríguez-Porcel en el barrio Villa 20 de Febrero se convirtió en un punto de resistencia peronista. Allí se realizaban actos conmemorativos el 26 de julio, incluso con la presencia de guardias policiales en la puerta. «Había una guardia de caballería armada en la puerta de mi casa con diez policías, diez caballos, para que no entre nadie. Pero, obviamente, la gente entraba por el fondo», recordó Puggioni.
También rememoró que, ya fuera de la proscripción, Hortensia seguía vinculada a la conmemoración de la figura de Eva Perón, en la plaza que hoy lleva su nombre: «Mi abuela siempre era quien organizaba el chocolate para los chicos en la Plaza Evita, por ejemplo. Ir a desde tempranito, llevar la leña y comenzar a armar ahí el fuego, nosotros siempre ayudando, con mi hermano, con Tupac, y con otra gente también del barrio».
Y se ganó el cariño de otras barriadas, tal como recordó su nieto: «Hay una historia de un barrio que está arriba del nuestro, que es San Cayetano, que siempre hay gente grande que va y me agradece porque mi abuela fue una gran luchadora para que se haga ese barrio, porque los querían sacar y estaban ya con todas las maquinarias para mover todas las casillas, digamos, y mi abuela intervino y logró que al final eso termine siendo un barrio».
El reconocimiento a esa militancia con las personas hizo que luego Hortensia Rodríguez fuera elegida diputada provincial. Su nieto destacó su estilo de trabajo: «Mi abuela llevaba un escritorio en una camioneta, en un flete, y un escribiente y un abogado. Entonces, iba y la gente le planteaba los problemas y lo iban escribiendo e iban haciendo los proyectos».
Durante la última dictadura militar, la familia sufrió la represión. Padre y madre fueron asesinados. El esposo de Hortensia -y abuelo de Fidel- estuvo preso ocho años, mientras que ella misma pasó dos años en prisión. Ahí fueron torturados. A pesar de las dificultades, Rodríguez continuó su militancia después de la dictadura, involucrándose en la defensa de los derechos humanos.
Puggioni reflexionó sobre la fortaleza de su abuela: «Mi abuela fue una persona que nunca se dejó vencer. Siempre tengo ese recuerdo de esa fuerza de voluntad». Y agregó: «Esa fuerza voluntad generaba todo eso. Y una contención que para nosotros fue muy importante. Logra que uno pueda salir adelante».
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