A partir del libro “Los escombros del progreso” de Gastón R. Gordillo, la autora del artículo se sumerge en el departamento de Anta poniendo en diálogo varios textos que pincelan distintos periodos de esa región. (Raquel Espinosa)
Michel de Certeau, que fue un investigador jesuita, historiador, teólogo, semiólogo y filósofo, considerado una figura inclasificable del pensamiento francés del siglo XX, dice que “los lugares son historias fragmentadas y replegadas, pasados robados a la legibilidad por el prójimo, tiempos amontonados que pueden replegarse pero que están allí más bien como relatos a la espera”.
Comparto este pensamiento porque pienso que hay lugares de los que no podemos dejar de hablar ya que forman parte de nuestra existencia, de nuestro medio, de nuestro entorno más próximo. Tal el caso del Este de la provincia de Salta. Por esta razón invito a desplegar algunos de esos tiempos y espacios y comenzar a explorar el mágico encanto del Este.
“Este” o sus nombres más antiguos “Oriente”, “Naciente” y “Levante” es uno de los puntos cardinales que conforman el sistema de referencia cartesiano con el que se representa la orientación en un mapa o en la propia superficie terrestre. El Este, pues, viene señalado por el lugar aproximado donde “sale” el sol o donde “vemos” la salida del sol cada día. Estamos invitados a mirar hacia esa región de la provincia que habitamos.
El punto de partida puede ser el libro Los escombros del progreso de Gastón R. Gordillo. El autor es Profesor de Antropología en la Universidad de British Columbia, en Vancouver, Canadá. Doctorado por la Universidad de Toronto. El libro, publicado por Siglo XXI editores en la edición de 2018, enlaza, según quien escribió el texto de la contratapa, la Antropología con la Filosofía, la Historia y la Geografía. Yo agregaría que tiende estos lazos también hacia la Literatura y hacia los imaginarios sociales de la región y de nuestra provincia, sin descartar la dimensión política.
El propio autor nos informa que comenzó sus exploraciones y trabajos de campo en el año 2003, época en la que llegó “al epicentro del “boom de la soja” en la provincia de Salta, donde la llanura del Gran Chaco converge con los Andes. Debido a que la devaluación del peso el año anterior (2002) había hecho que la exportación de soja fuera mucho más rentable, la acción de las topadoras estaba en ese momento ganando impulso…” Seguidamente el investigador aclara que su idea original era trabajar sobre el concepto de “ruinas” y sobre las historias locales antiguas ligadas al colonialismo español, como los vestigios de fuertes y misiones jesuíticas pero que, como les ocurre muy a menudo a los investigadores, sobre la marcha tuvo que ampliar sus horizontes. Así incorporó los “escombros” como concepto y como objeto de estudio y trabajó también sobre épocas no tan lejanas llegando incluso a la actualidad. Analizó vestigios de estaciones del ferrocarril abandonadas, viejas estufas de tabaco en fincas, barcos de vapor encallados para siempre en los lechos de los ríos que atraviesan la zona este de la provincia, etc. De esta manera, se encontró rodeado por la confusión de rastros de distintas épocas, superpuestas unas a otras en un espacio que va diseñando distintas versiones de sí mismo. En este sentido, el libro se conecta con el pensamiento de Michel de Certeau por lo que comenzaremos a desplegar parte de esos tiempos del pasado poniendo en diálogo varios textos.
Gordillo advierte que la región descripta en el texto fue una frontera violenta y turbulenta definida por múltiples esfuerzos del imperio español y luego del Estado argentino para derrotar a los grupos indígenas que hasta fines del siglo XIX dominaban el Gran Chaco, la llanura subtropical que hoy cubre gran parte del norte de la Argentina, el oeste de Paraguay y el sudeste de Bolivia. Sobre este tema trabajé en mi ensayo La antigua Frontera del Este, editado por la Secretaría de Cultura en 2006, utilizando como fuentes los trabajos de Vicente Solá, Adrián Perdigón, Ana Teruel, Sara Mata de López, Rosana Córdoba, Orlando Mario Punzi, Héctor Trinchero, etc. y, lógicamente con documentos de archivos y fuentes históricas de distintos reservorios de la provincia.
A los fines de sistematizar y presentar una síntesis de lo que significaba la idea de “frontera” rescato la frase de Vicente Solá, citada en mi ensayo: “El origen del término está en que por allí, pasaba el camino seguido por los colonizadores, el que dividía el territorio salteño en dos partes: una ocupada por los indios y la otra ya conquistada para la civilización”. (Solá, 1975:158). Esta frase refleja un viejo paradigma pero que lamentablemente aún tiene vigencia en algunas mentalidades.
En la Frontera de Salta (o Frontera del Río del Valle o Frontera del Este, como se lo denominaba en la colonia) el actual departamento de Anta fue, a fines del siglo XVIII, lugar de asentamiento de fuertes y misiones. La cadena del río Pasaje o Juramento constituía la línea que supuestamente separaba la tierra de “salvajes y civilizados”.
La cadena del río Pasaje o Juramento constituía la línea que supuestamente separaba la tierra de “salvajes y civilizados”. Esa línea era la frontera, una línea imaginaria, un límite que separaba dos territorios.
La frontera se presenta como un espacio de interacción –con el medio y con otros- que se crea y recrea. Aparece y desaparece porque forma parte de un proceso complejo. En principio, es una línea arbitraria, no natural, trazada sobre un territorio; no permanece estable, pues de acuerdo al terreno “ganado” o “perdido”, “arrebatado” o “recuperado”, según las perspectivas, la línea oscila, avanza y retrocede. En cuanto a su función, la frontera es un intervalo, un espacio entre dos, que a la vez separa y une.
Los fantasmas del Este, libro que recientemente edité, incorpora un poema dedicado a esta línea imaginaria:
DIBUJANDO EL HORIZONTE
I
La cadena del Pasaje / nos une y nos separa. / A registrar estos cambios / ya la pluma se prepara. /
En la zona hubo fuertes, / estuvieron las misiones / y nacieron las estancias, / contra asaltos, los bastiones.
Propietarios y familias / establecen sus hogares / en las márgenes del río / protegidos por chañares.
Es un monte casi virgen: / algarrobos, mistolares / con sus sombras generosas / más quebrachos y talares.
Estribillo: Es la tierra un espacio / por los hombres codiciado / que comienza y termina, /ya perdido, ya ganado.
II
En el mapa de los pueblos / una línea se dibuja; / real o imaginaria, / a geógrafos embruja.
Es una zona entre dos, / que avanza y retrocede. / A solteros y casados / seductora los envuelve.
Se crea y se recrea / a los hombres alejando / y sigue en su conquista, / dando y arrebatando.
Quien camina La Frontera / va dejando cierta huella. / No podrá volver a verla; / el viento norte la sella.
Raquel Espinosa