En la semana de la diversidad se realizaron distintas actividades. Una vigilia en Comisaría 2° que es símbolo de la violencia institucional y la marcha del día sábado. Crónica de una lucha que empezó hace años y en donde apenas se visibiliza con una performance arrolladora. (Andrea M. y Octavio Franco)
La violencia institucional y el abuso de poder que ejerce la policía sobre la comunidad no es un tema nuevo, tampoco desconocido, pese a que muchos todavía argumenten lo contrario. Cuando hace quince años un grupo de mujeres trans de Salta se juntaron para marchar por sus derechos, pocxs acompañaron el reclamo. Sin embargo, gracias a su militancia activa y la fuerza de sus convicciones, este año se llevó a cabo la quinceaba marcha por el orgullo y la diversidad, esta vez bajo el lema “CON MIS DERECHOS NO TE METAS”.
Memoria de lucha
Entre las que salieron a la calle por primera vez, se encontraba Pelusa Liendro, una activista trans que en la época de su asesinato, se encontraba organizando una iniciativa para modificar la Ley de Contravenciones Policiales y para la creación de una zona de trabajo para las trabajadoras sexuales de la calle, a fin de evitar la violencia policial a la que eran (y son) sometidas constantemente. Una semana antes de ser asesinada, se había dado a conocer una cámara oculta en la que Pelusa Liendro dejaba en evidencia la represión violenta por parte de la policía provincial y el pago de una coima para liberar a una compañera. Aunque luego la justicia sentenció a Silvio Elías Soria y Sergio Alfredo Núñez a prisión perpetua por el crimen, la familia de Liendro aún hoy no recibe el resarcimiento económico que le corresponde y, a pesar de haber sido modificado el código en el año 2015, los principios siguen respondiendo al régimen de la dictadura basados en la moral y buenas costumbres.
Rosario Sansone, otra de las primeras que salieron a marchar, recordó el primer recorrido de la marcha: nació desde el corazón de la zona de trabajo, fue por la calle Tucumán haciendo una primera parada en la Comisaría Segunda, en la que siempre se procedió con violencia hacia las trabajadoras sexuales: desde detenciones con agresión física hasta violaciones y coimas. La primera marcha continuó por Pellegrini hasta la calle Urquiza, siguió por Buenos Aires y llegó a la plaza 9 de Julio, en la que se dieron dos vueltas para terminar luego en la Legislatura para pedir que los legisladores tomen cartas en el asunto y pongan un freno ante tanto abuso.
Orgullosxs
Gracias a la organización de la comunidad, la relevancia que tomó el caso de Pelusa Liendro y por la violencia sostenida del poder político y policial, la lucha de la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Transexuales y Transgéneros, Intersexuales, Queer, Pansexuales y Asexuales siguió y conquistó cada vez más espacios. La semana pasada en Salta, se llevó a cabo la Semana de la Diversidad en la que se realizaron distintas actividades políticas y artísticas en pos de visibilizar las injusticias y las problemáticas que atañen a la comunidad hoy.
Lamentablemente el transodio y la violencia institucional por parte de la policía y del Estado demandaron una vigilia afuera de la Comisaría Segunda ubicada en Pellegrini y Tucumán. Con velas y la bandera de la comunidad, casi cincuenta personas se reunieron para visibilizar y decir “basta de violencia a compas trans trabajadoras sexuales”. El reclamo se centró en “la lucha contra la fuerza represiva que ejerce violencia sobre los cuerpos e identidades no heterosexuales avalándose en el contravencional y sus artículos que rigen desde épocas de la dictadura a pesar de algunas modificaciones que siguen respondiendo al régimen”, según la convocatoria que circuló por redes sociales. Se hizo especial hincapié en la problemática de lxs trabajadorxs sexuales que en Salta son perseguidxs por la policía y en la mayoría de los casos las compañeras trans son las más afectadas ya que se las violenta físicamente y se atropella sus identidades. En la vigilia, además, se denunció el accionar y el ensañamiento de la oficial Guaymás, quien mostró una actitud transodiante en cada accionar respecto a las detenidas trans.
El cierre de las actividades estuvo coronado por la XV Marcha del Orgullo y la Diversidad. En palabras de Octavio Franco, transfeminista y activista por los derechos de la comunidad, “el orgullo es resistencia política, la identidad no como mera frase armada de amor es amor, sino salirse de ese lugar, resistir al sistema cisheteropatriarcal. Es importante saberlo en este momento en el que el fascismo se manifiesta impunemente; nuestra existencia es resistencia al odio. Durante mucho tiempo se creyó que orgullo era buscar de algún modo la aceptación de la sociedad. No buscamos aceptación. Vamos a existir y resistir conquistando los derechos que nunca debieron ser negados”.
Nel López Díaz, militante kirchnerista y Cristinista por los derechos de la diversidad, también dialogó con CUARTO sobre los sentires que despierta en su lucha la marcha. Al respecto, aseguró: “orgullo para mí es vencer prejuicios. Es demostrar y luchar por una sociedad más igualitaria; para todos y todas, el orgullo es política y si levantamos una misma bandera no hay obstáculo imposible”. Sin embargo, Nel reconoce que “de ninguna manera está garantizada la equidad de derechos de la comunidad, las compañeras trans no cuentan con el acceso a la salud, a la educación, a la vivienda”.
Más allá de que el orgullo conlleva glitter, arcoiris, carroza y una celebración de las identidades de la comunidad, se reivindicaron consignas políticas históricas y bien claras de una lucha que parece ser cada vez más ardua, incluso cuando algunos sectores del feminismo parecen sólo abogar por los derechos de las mujeres cis.
El transfeminismo planteó, en esta jornada, la derogación de los códigos contravencionales, justicia por los transfemicidios y travesticidios, la detención de la violencia hacia personas lgbtiq+, no a las violaciones correctivas, ley de cupo laboral trans, infancias libres de violencias, aplicación de la ley de Educación Sexual Integral con perspectiva de género y el derecho al aborto legal para lesbianas, varones trans, bisexuales y no binaries.
Por una tarde, todo el centro salteño fue lgbtiq+, y mientras la música sonaba y los trajes desfilaban, el megáfono resonaba alto y claro con las consignas de la movilización. Fue, como todos los años, una expresión que conserva la ambigüedad de una lucha por la liberación: por un lado, el baile y el brillo, y en simultáneo, la reivindicación de las consignas políticas. La furia travesti tiene esa particularidad, no llora las penas y las injusticias, sino que las visibiliza a través de una performance arrolladora, de la que los y las espectadoras salteñas parecían disfrutar desconcertadxs.
Como una marea de colores y consignas, la marcha terminó en la plaza 9 de Julio, en la que se realizó un cierre entre artistas y tensiones, ya que la palabra, justicieramente, era disputada arriba del escenario. Hacia las 23 hs. la plaza quedaba desierta. El silencio hacía eco del grito de una comunidad invisibilizada y vulnerada pero fuerte, valiente y poderosa. Solo restaba escucharlo: “CON MIS DERECHOS, NO TE METAS”.