martes 18 de marzo de 2025
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“No nos afecta y menos al narco y al coquero” | Referente bagayera sobre la “alambrada” de Salta

María Elena tiene 54 años, 40 de bagayera y es la encargada de la Playa a donde arriban los bagayeros con mercadería proveniente de Bolivia. Fue entrevistada por un medio nacional sobre la “alambrada” de la polémica.

Es la encargada de la denominada Playa de Transferencia que, ubicada en frente de la Terminal de Ómnibus, es el lugar donde los bagayeros acopian la mercadería que ingresan desde Bolivia. Allí ingresan vehículos de diferentes tamaños y colores cargados de bultos. La mujer recibió en el lugar al equipo de Clarín a quien explica que por sus casi 40 años de oficio sus compañeros la convirtieron en la principal referente de los bagayeros.

“Cualquier cosa que pase, todos vienen y me preguntan a mí, yo les respondo todo. Tengo alguna reunión, también me llaman el concejal o el comandante. Cuando hay problemas me llaman ellos para ver cómo podemos solucionarlos. Siempre en diálogo para tratar de apaciguar todo, para que no haya problemas”, responde y aclara que lo que molesta es que pongan a todos – bagayeros, coqueros y narcos – en “la misma bolsa”.

Sobre la decisión de alambrar los 200 metros de frontera en Aguas Blancas, desde la terminal de micros hasta la Aduana, la mujer dijo no creer que les afecte a los suyos. “El coquero, el narco, todos tienen su manera de trabajar y nosotros tenemos la nuestra. Nosotros trabajamos bien y queremos ser revisados. Pero en cambio el narco y el coquero no. En definitiva, a nosotros no nos afecta y menos al narco y al coquero. El coquero va a correr por cualquier lado, el narco va a correr por cualquier lado”, comenta a Clarín.

“Acá se distribuye todo lo que hay. Y los productos electrónicos también, de acá se van a distintos lados. Pero por ahora el electrónico ya paró porque volvió a aumentar el dólar y se volvió a elevar el precio. Ahora lo que está bien, digamos, es la ropa”, explica Elena. Allí, del lado boliviano, los bagayeros en su mayoría compran con peso argentino y otros directamente en dólar.

“Estos micros salen a Buenos Aires, a Córdoba, a Santiago, a todos lados. Es un trabajo heredado. Yo tengo gente que viene desde Tartagal, se queda un fin de semana y se van. Viene gente de Embarcación, de Colonia, de Pichanal, todos ellos vienen a trabajar para acá. Todos los que quedan sin trabajo, todos se quedan acá”, dice Elena.

Después de las fiestas era habitual que mermara el flujo de gente para comerciar con Bolivia, pero ahora “es imposible, porque es muy barato”. La referente señala el ejemplo más claro: ahora un micro llega y el mismo día carga y sale. Antes podían tardar tres o cuatro días para cargar y hacer la entrega. Un bagayero que es rápido, “canchero”, puede hacer dos o tres viajes en un mismo día.

“Vos vas a ver que los más chicos que empiezan aquí, empiezan con compras chicas. Esta es una fuente de trabajo que se armó. Es ilegal, pero es una fuente de trabajo grandísima. Que ninguna empresa tiene ahora. Yo no podría dejar el bagayeo, es mi vida”, se enorgullece la mujer. “Yo hacía un peso allá [siendo adolescente] e iba juntando lo que ganaba. Invertí, compré mercadería para mí, empecé a traer y a revender. Y no paré más. Después trabajé en el ingenio, pero la temporada son 3 meses, y yo tenía que seguir trabajando”.

“Si Orán está como está es porque el bagayero lo ha levantado. Porque si no hubiese trabajo acá, ahora no sería tan grande. Antes, esto de acá alrededor, era de madera o de caña, eran rancheríos. Ahora mirá, porque el bagayero trabaja bien, no tan bien, pero gana. Un bagayero puede tener un hijo abogado, puede darle algo digno a su hijo para comer. Y de a poquito van haciendo sus casas. Me siento orgullosa, porque veo que mi gente progresa”, remarca.

Cuenta que en la frontera también está el narco que busca al bagayero para ofrecerle una comisión para el transporte de la droga. Pero que los bagayeros mayoritariamente rechazan las propuestas porque “es muy poco lo que pagan por el trabajo, y ellos ganan mucho más”. No faltan, tampoco, los “perejiles” que caen por algún engaño y transportan la droga sin saberlo.

Después del último enfrentamiento que se vivió en el Puesto 28, en diciembre de 2024, en donde hubo un muerto en un cruce con Gendarmería, Elena dice que busca sostener la paz y calmar las aguas entre unos y otros. Según relata, el muerto era un bagayero que ese día trasladaba hojas de coca. Eso, para ella, hizo que todos los bagayeros terminaran apuntados por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, en el ojo de la tormenta.

“Ellos dicen que nosotros, los bagayeros, somos narcos. ¿Vos no ves gendarmes que caen? Hay algunos que son políticos. Nosotros no los queremos meter a todos en la misma bolsa, como ellos quieren hacer con nosotros. Los bagayeros somos una cosa, los narcos son otra, y los políticos son otra”, concluye.

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