El vicegobernador pasó de los timbreos en la ciudad a recorridas por el interior. Lo hace acompañado por un gobernador que invierte recursos tecnológicos y presencia física para apuntalar a un Isa a quienes varios señalan como el ungido de Urtubey.
Terminó el mundial del fútbol y empezaron las eliminatorias para la candidatura a gobernador en el oficialismo provincial. Con un Javier David poco activo y un Pablo Kosiner enfocado en el rearmado del justicialismo nacional que reditúe beneficios a las aspiraciones presidenciales del Urtubey; el que sigue revitalizando sus aspiraciones para suceder a éste último es Miguel Isa.
Hasta ahora sus movimientos se habían caracterizado por un desembarco permanente en los barrios capitalinos, aunque hace un par de semanas sus visitas se expandieron al interior provincia con la venia de Urtubey primero y ahora con la compañía del mismo. Hay quienes aseguran que ese “andar juntos” es un reconocimiento del gobernador al trabajo realizado por Isa en la ciudad y que según algunas encuestas estarían dando frutos por una combinación de variables: el alto nivel de conocimiento de Miguel Isa tras 12 años de intendencia, sus propias recorridas por los barrios para reconciliarse con los desencantados y la caída en la imagen positiva de los potenciales candidatos a gobernador de Cambiemos afectados por el desprestigio en que cae el presidente Mauricio Macri.
De allí que el vicegobernador sumara a sus trabajos en la ciudad un abierto proceso de instalación en la provincia al que Urtubey siempre apoyó, aunque ahora tal apoyo se intensifique. Conviene recordar que antes del Mundial de Fútbol, desde su oficina en el Grand Bourg, Miguel Isa aparecía en las pantallas de Tartagal, Orán y municipios del Valle de Lerma explicando los avances de la gestión provincial en esos lugares, las consecuencias entre la población de las medidas ejecutadas por el gobierno nacional y anunciando que trabajaba para articular en Salta una alternativa superadora al macrismo.
De las transmisiones televisivas salpicadas por visitas solitarias de Isa al interior, se pasó ahora a la presencia compartida. En los primeros días de la semana estuvieron en las fiestas patronales de General Ballivian; de allí pasaron por Tartagal para fotografiarse con Sergio Leavy y luego viajaron a Rosario de la Frontera en donde se mostraron junto al intendente Gustavo Solis en la entrega de viviendas construidas por el IPV. Una y otra cosa son un clásico de la política salteña: lo primero porque en los pueblos chicos y no tan chicos de la provincia, participar de las procesiones suele concitar más audiencia e influencia entre los votantes que un programa del Canal Trece en horario central; lo segundo porque como ocurre en otros puntos del país, los resultados de la gestión estatal suelen ser capitalizados por quienes controlan el aparato del Estado.
De allí que el dato político sea otro: la “generosa” actitud de un gobernador que impugnando siempre y sin complejos a los gabinetes con alto voltaje político, ahora invierte recursos tecnológicos y presencia física para apuntalar a una figura que también sin complejos anunció su candidatura a gobernador. El gesto de Urtubey está lejos de ser políticamente inocuo. Menos aún en una provincia donde el gobernador suele controlar lo que un candidato a sucederlo no: esa intrincada red de senadores, diputados, intendentes y cientos de punteros capaces de llegar a los rincones más periféricos del territorio para garantizar logística y calor popular a una candidatura por la que Miguel Isa trabaja recorriendo las calles de la ciudad y del interior, pero sin descuidar las relaciones con los aliados poderosos que siempre son claves para empresas de ese tipo.