Crece el número de figuras y organismos que advierten lo que el país prefirió no mirar: que aquellos que se alejan de la idea de sociedad blanca y europeizada sufren diferentes formas de rechazo y discriminación en Argentina.
El repudio que generó el crimen del afroamericano George Floyd en EEUU provocó un hondo rechazo en nuestro país, pero según distintos informes el racismo atraviesa también a nuestro país y se trataría de un rasgo que moldeó nuestra cultura e instituciones desde nuestros inicios como nación.
En un informe reciente, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) consigna que el racismo en sus diferentes formas concentró el 17,2% de las denuncias entre 2008 y 2019. La mayor proporción tuvo que ver con discriminación contra migrantes (7,9%), el 4,1% hacia afrodescendientes, el 3,1% por condiciones socioeconómicas, el 1,8% por el color de piel y el 1,3% contra los pueblos originarios. En lo que va del año, las denuncias por este tema alcanzan el 16,2% del total.
Esos datos fueron utilizados por la periodista Lorena Oliva que publicó ayer un informe en el diario La Nación donde enfatiza que tal racismo a veces muestra su cara más brutal como en el reciente caso de la agresión a una familia qom en Chaco, pero que “en la mayoría de los casos es tan camaleónico, que pasa inadvertido en muchas de nuestras costumbres y hábitos sociales sin ser, por eso, menos nocivo”.
“El desprecio hacia los ‘negros’ lo padecen los afrodescendientes, los pueblos originarios y los inmigrantes de ciertos países, como Bolivia, Paraguay y Perú, dejando en claro que el color de la piel es uno de los principales factores de discriminación en nuestro país. Por otra parte, la variable socioeconómica alumbra otro tipo de «negritud» igual de despreciada por buena parte del cuerpo social: los «negros villeros», los «negros de alma» o, sencillamente los «negros de mierda», resaltó Oliva quien resalto que tal racismo se expresa de muchas maneras; la violencia que perpetran las fuerzas de seguridad; a través de discriminación en contextos laborales; la imposibilidad de acceso a lugares públicos por «portación de cara»; o ciertas costumbres naturalizadas como burlas y frases despectivas.
La titular del Inadi, Victoria Donda, está convencida de que la discriminación racial y socioeconómica van de la mano. «Está muy instalado en una clase dirigente de la Argentina eso de los ‘negros de alma’, ‘negros de cabeza’. El caso del hombre que metió a su mucama en un baúl para llevarla a su casa del country es discriminación por condición socioeconómica y racial, además de otros delitos más. El caso de Villa Gesell (por el asesinato a Fernando Báez Sosa) es discriminación racial y de clase, además de ser un homicidio», expresó recientemente en una entrevista a LA NACION.