Hace una década se detectan entre 300 y 400 casos en nuestro país. Capital Federal, el Gran Buenos Aires y el norte del país concentran a la mayoría de los pacientes. Aunque hoy es curable y el contagio casi imposible, ciertos estigmas siguen existiendo.
La Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) lanzó la 19ª Campaña Nacional de Educación y Prevención de la Lepra, cuyos ejes son que la enfermedad es ciento por ciento curable y que el paciente en tratamiento no contagia y puede (y debe) llevar una vida completamente normal.
En ese marco, el diario Página 12 publicó en su edición de hoy una nota que da cuenta del estado de la situación en el país: actualmente hay en el país 436 pacientes en tratamiento, de los cuales 250 fueron diagnosticados durante el año pasado. “Esto no significa que no existan más enfermos de lepra. Hay que considerar a las personas que ahora están enfermas y no fueron todavía diagnosticadas”, enfatiza la publicación.
A su vez, el coordinador de la campaña, el dermatólogo Jorge Tiscornia, explicó que uno de los problemas más graves con esa enfermedad es el subdiagnóstico que obedece a distintas causas. “Hay que ser un dermatólogo muy avezado, con experiencia, para poder diagnosticarla rápidamente. Yo hace treinta años que trabajo en hospitales y sigo encontrando casos de varios años y médicos con dificultades para diagnosticarla. Lo primero que hay que saber es que lepra no está erradicada, es más, es endémica en el norte y centro de nuestro país. Hace muy poco, los médicos de la guardia del hospital me llamaron por un paciente que había ingresado con un cuadro de deshidratación y diarrea. Algo les llamó la atención y nos avisaron. Y tenía lepra desde más de diez años. No lo sabía”.
Otro de los factores que contribuyen al subdiagnóstico es el prejuicio que rodea a esta enfermedad. “Es necesario destacar que es ciento por ciento curable y que no es tan contagiosa como se creía. La mayoría de la población es inmune. Por eso la gran mayoría de los médicos, enfermeros y los que atendemos personas con lepra no nos contagiamos”, insistió Tiscornia.
Como se sabe, la lepra fue estigmatizante desde la antigüedad en todas las culturas y de ello quedó registro en la tradición india, en la china, en la Biblia. Durante la Edad Media, la enfermedad implicaba el destierro, el aislamiento, la reclusión en los lazaretos o leprosarios. La lepra es una enfermedad infecciosa provocada por la bacteria Mycobacterium leprae. Se trata con un conjunto de medicamentos (antibióticos y otros), en forma ambulatoria. El tratamiento dura entre 6 y 12 meses, dependiendo del tipo y gravedad de cada caso en particular.
Hay que consultar con un especialista cuando aparecen manchas (máculas) con disminución o pérdida de la sensibilidad, del vello y/o de la transpiración. Según la forma clínica pueden presentarse nódulos (lepromas) y engrosamiento de la piel (placas, infiltración) y/o nervios periféricos con dolor espontáneo o a la compresión. Generalmente se produce un trastorno de la sensibilidad, que va desde un leve adormecimiento a una anestesia total. Así, poco a poco, por falta de cuidado y de un tratamiento oportuno, las heridas se infectan ocasionando un daño que al cabo del tiempo producen las discapacidades y deformidades que forman parte del imaginario social respecto de esta enfermedad.