El gobernador fue reelecto con una enorme diferencia respecto a sus opositores. Gobernará hasta 2027.
Con casi el 98 por ciento de las mesas escrutadas, Gustavo Sáenz suma más del 47 por ciento de los votos y logra la reelección. Sus principales competidores, Miguel Nanni y Emiliano Estrada, no pasan del 17 por ciento. El gobernador de Salta consigue un triunfo aplastante que lo consolida como el líder político de la provincia. La enorme cantidad de votos que obtuvo (más de 327 mil) y la gran diferencia confirman su estrategia, que no necesitó de una campaña de gran impacto para lograr la victoria.
El gobernador logró recomponerse, pese a que en 2020 estuvo contra las cuerdas por un sistema sanitario que hacía agua por todos lados, no sólo ya con habituales y tristes casos de desnutrición que excedían a su gestión, sino con una pandemia que desbordó a todos los profesionales y trabajadores de la salud de la provincia y mostró la fragilidad con la que convivíamos.
Pero Sáenz logró enderezar el barco provincial. Al menos desde la imagen. El coronavirus quedó sepultado por la inflación, un problema nacional que el gobernador nunca tuvo que pagar debido a que se alejó todo lo que pudo de la grieta entre kirchneristas y macristas.
En su habitual «canción con todos», Sáenz se reunió con funcionarios nacionales, trabaja codo a codo con políticos del PRO en su gabinete y sigue de cerca la evolución de su ex compañero de fórmula presidencial, Sergio Massa. Así, se mostró alejado del ruido nacional y aseguró formar parte de una salteñización necesaria.
De esa provincialización estuvo hecho parte de su triunfo. Un discurso que priorizaba Salta por sobre los problemas políticos de todo el país. Una provincialización que también sirvió como estrategia para alejarse de toda especulación K o macrista al desdoblar las elecciones. Fue uno de los primeros gobernadores que lo decidió, algo que se repite en varias jurisdicciones.
La suspensión de las PASO fue otra jugada perfecta. Generó caos en la oposición y consolidó aún más la fuerza de Sáenz, que después de las legislativas de 2021 abrió aún más el espectro. Le dio la bienvenida a Emiliano Durand tras su triunfo en el Senado y no se ató a la candidatura de Bettina Romero en la capital provincial. Así, logró que los dos principales competidores por la intendencia de la ciudad más importante de la provincia jugaran a su favor. Entregó tablets con Emiliano, inauguró obras con Bettina. Siempre mantuvo la sonrisa.
La división de la oposición también lo favoreció. Mientras que Sáenz pudo aprovechar el origen heterogéneo de su frente, el macrismo y el kirchnerismo salteño no pudieron resolver una división que fue su condena. Avancemos nunca logró esa química. Sus parches se notaban demasiado. Al mismo tiempo, Juntos por el Cambio implosionó por el factor Matías Posadas, un elemento que parecía haber sido puesto por el propio Sáenz.
Los problemas de la vereda de enfrente le dieron a Sáenz una tranquilidad mayor a la hora de encarar la campaña. No hizo grandes actos, no recorrió la provincia con caravanas sino con inauguraciones o eventos oficiales. No hubo despliegue proselitista. No lo necesitaba.
Con la reforma de la Constitución, un logro que Sáenz se apropió como un triunfo personal, el gobernador encarará sus próximos cuatro años de gobierno que también serán los últimos por el momento. El tiempo dirá si en 2027, Sáenz seguirá siendo el líder sin sombra que es hoy.