jueves 6 de febrero de 2025
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El interior de Salta | Cerrillos, como una sultana

La crónica de un viaje en tren por el Valle de Lerma pincela lo que entonces era una aldea: Cerrillos. Publicada por “El Cívico” en el año 1900, la misma se convierte en una llave que la autora de esta nota utiliza para bucear en esta ciudad del interior. (Raquel Espinosa)

El lunes 5 de febrero de 1900, El Cívico, diario salteño que “sostiene los principios del Partido Radical”, publica una columna con el título de Brisas del Valle y el subtítulo de “jentil veraneo” (sic).

Caracterizan a este texto la ortografía de la época y una prosa cargada de lirismo que contrasta con otras notas publicadas en la misma página que refieren a las altas temperaturas registradas hasta la fecha de publicación, la sequía y sus consecuencias, la fiebre amarilla y los cultivos malogrados tanto en el Valle de Lerma como en el Valle de Siancas, lo que representa un panorama sumamente negativo para todos los agricultores de esas zonas mencionadas.

Luego del anuncio de tan malas noticias aparece esta otra columna que se presenta como la contracara de la realidad. El anónimo escriba comienza narrando un viaje en tren que atraviesa el Valle de Lerma: “Ajita la veloz locomotora sus álas de fuego y cruza el delicioso valle poblado de grandiosos panoramas, donde las frescas brisas cargadas de perfumes, jimen su eterno lamento en el frondoso ramage de los árboles”.

La locomotora atraviesa un paisaje que es percibido y mostrado con desmesura; el recurso más utilizado es la hipérbole: “el inmenso valle”, “las inmensas playas de sus ríos”, “sus gigantes bosques de álamos”, “las montañas de moles gigantes”, “el horizonte lejano”. Esa geografía idealizada por el periodista se sintetiza en la frase “la campaña deliciosa”. El adjetivo elegido refiere tanto a lo que produce placer por el olfato como por el gusto pero trasciende a ambos pues agrada a los sentidos en general, a todos los sentidos. Por su etimología refiere a aquello que nos atrae y seduce y es capaz de torcer nuestra voluntad.

¿Qué podría tener esa naturaleza, aparentemente ingenua, casi bucólica, que llama la atención de quien transita el valle al que le diera su nombre Hernando de Lerma? El paisaje es hermoso pero no puede competir con la belleza de la primera población a la que llega el tren: Cerrillos.

Wikipedia describe esta localidad como la ciudad cabecera del departamento homónimo, en la provincia de Salta, en el noroeste de Argentina, que a tan sólo 15 km al sur de la capital, es famosa por sus carnavales. Está rodeada de cultivos de tabaco y cereales y es paso obligado para los turistas que viajan desde la ciudad de Salta a Cafayate, en el sur de la provincia, por la RN 68. Es el comienzo del Ramal C14 del Ferrocarril Belgrano, en el famoso recorrido del Tren a las Nubes.

La cita me parece útil tanto para ilustrar a aquellos que no conozcan esta zona de la provincia de Salta como para comparar a la misma a través del paso del tiempo. Así, por ejemplo, hoy hablamos de Cerrillos como una ciudad pero antes sólo era una aldea. El Cívico la describe de la siguiente manera: “…la estación Cerrillos, aldea hermosa, que duerme perezosamente como una sultana reclinada sobre su mullido lecho de enervantes perfumes”.

Dejando de lado las hipérboles el autor de la nota elige la comparación para resaltar las cualidades de  Cerrillos. No es la primera vez ni el único caso en que una ciudad es comparada con una mujer, en este caso, una sultana. Así, por ejemplo, Cali, ciudad de Colombia situada en el Valle del Cauca, también fue denominada “La Sultana del Valle”; en México, Monterrey, fue llamada “La Sultana del Norte”; Riobamba en Ecuador es conocida como “La Sultana de los Andes” y  Granada, en Nicaragua es “La Gran Sultana”, por citar sólo algunos casos de ciudades de América. En España, Córdoba también recibió esta denominación  y en la célebre Serenata a la mezquita se escucha decir: “ Sultana, mi novia de Andalucía,/ te has querido hacer cristiana/ para ser por siempre mía”.

En el antiguo imperio otomano, las consortes de los sultanes marcaron una era. Muchas de ellas tuvieron influencias y poder y fueron las sultanas las que inspiraron películas, libros y hasta óperas sobre sus vidas y, en Turquía, series y telenovelas.  La palabra “sultán/a”, de origen árabe, significa “autoridad” o “dominio” y las sultanas que ejercían el poder también lo hicieron validas de su belleza y seducción. En este caso, Cerrillos, “como una sultana”, seduce con su belleza a viajeros y turistas que no se cansan de admirar los paisajes a través de las ventanillas del tren y luego son atrapados por su embrujo cuando llegan a la estación y se ven envueltos por “los perfumes enervantes” de esa “aldea deliciosa”.

Lo que el articulista no dice expresamente, pero lo sugiere, es que en realidad el poder de esta supuesta sultana se lo debe a la locomotora, “la imponente mensajera del progreso”. Ella es la que lleva los pasajeros y los deposita en su seno. La estación se ve inundada por una concurrencia extraordinaria de pasajeros y muchas veces se cruzan dos trenes, “el que viene de Zuviría y el de recreo que va de esta ciudad para aquella estación terminal”. La aldea recibe el numeroso contingente de familias que lleva el tren. Quienes no se bajaban en esa estación proseguían hasta La Merced o Zuviría, donde a la hora de la siesta aprovechaban las brisas del valle para consumir algunas copas de cerveza helada “en franca y amena sociedad”. El final para esta estampa lugareña es la imagen de personas dedicadas al placer de la bebida, un verdadero jardín de las delicias que en este caso sólo representa el paraíso. El cuadro está incompleto. Este mismo periódico nos entregará otras visiones de Cerrillos, la ciudad-sultana en el valle de Lerma.

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