El 21 de marzo fue institucionalizado como el Día Internacional de los Bosques. Como todos los años, se celebra o se recuerda la fecha, y ya son un clásico las actividades en torno a esta temática. (Sandra Carral Garcín)
En la provincia de Salta, por décadas, la protección de las zonas naturales con las cuales los salteños hemos sido bendecidos es algo que fue olvidado por las diferentes administraciones encargadas de la gestión pública. No obstante, el ejercicio de la planificación fue quedando registrado, como resulta en el caso de la capital con el Código de Planeamiento Urbano Ambiental y el PIDUA -Plan Integral de Desarrollo Urbano Ambiental- I y II.
Esta planificación por una parte puede ser vista como algo positivo, a pesar de que pueda resultar intervencionista en ciertas zonas naturales: el eterno problema del manejo administrativo sobre aquello que debiera permanecer virgen o inalterado en lo más posible, y por el contrario, debiera ser apoyado para sostener esa “naturalidad” (lo que es el desarrollo sostenible en realidad).
Todos hemos percibido, sobre todo si somos muy urbanos, la energía y la fuerza de vida de un espacio natural sin intervención humana. Ésa es la fuerza que hay en el bosque, cuyo equilibrio es consecuencia del natural juego de fuerzas de la vida. Es un cuerpo vivo que ya viene bien programado, y donde las intervenciones deben ser calculadas correctamente en caso de necesidad (por ejemplo, en el cuerpo humano en caso de enfermedad).
Podemos ver en el caso de nuestra capital, que no siempre han ganado las fuerzas de la vida en cuanto a los espacios naturales, sino las del negocio, sea éste inmobiliario o turístico por ejemplo. Como es el caso del Predio de la Virgen del Cerro, actividad por demás intervencionista en esta zona protegida de las Serranías del Este, descripta en el Documento Técnico N° 12 “Reserva de Usos Múltiples” del PIDUA II como “fenómeno Social – Religioso – Turístico que transformó progresivamente este medio natural, generando un gran impacto incluso en el sector urbano que rodea a las serranías en este sector”.
Las Serranías del Este de la ciudad representan un caso emblemático de la destrucción del bosque a través del tiempo, por lo cual, en lugar de los clásicas remembranzas de los días del bosque o del árbol, por ejemplo, son bienvenidas las acciones de nuestros representantes, tanto como las de los vecinos, para frenar lo que luego podría ser catalogado de “antropización irreversible” (citando lo expresado en el DT 12 para el caso mencionado: “Queda claro que estas últimas intervenciones han afectado irreversiblemente cualquier estrategia urbanística y ambiental tendiente a mantener el área en estudio bajo planes de manejo orientados a una óptima conservación del entorno natural”).
Refiriéndonos a la resistencia vecinal, un homenaje sería necesario para valorar los esfuerzos frente al bombardeo permanente que representan los desmontes no autorizados o mal autorizados (cuando no se respeta la normativa vigente). Todo aquél que ha protestado en defensa no sólo del entorno de su lugar de vida sino de la riqueza natural que hay que preservar para todos, sabe que es un esfuerzo que puede llevar años de vigilia…
La participación vecinal incluso es promovida en el mismo CPUA, en su artículo 55, no sólo a nivel de diferentes estadios de organización (global, barrial, sectorial) sino también puntual, según el inciso IV: “a través de la participación de los ciudadanos en Audiencias Públicas u otras instancias de participación directa que pudieran generarse con motivo del análisis de iniciativas de Impacto Ambiental y Social”.
Por ello, la planificación territorial que puede modificar zonas naturales, en catastros de dominio público o privado en zonas con restricciones, debiera respetar este criterio democrático en las decisiones y no constituir la excepción para la concreción de una decisión política al respecto, lo cual se ha observado en varios casos de proyectos especiales de estudio de impacto ambiental y social en la zona, a pesar del excelente trabajo que puedan realizar funcionarios realmente comprometidos con el cumplimiento de la normativa vigente.
La dicotomía que se presenta entre la preservación de un bosque natural, un monte, como tesoro prístino, y la configuración de un “espacio verde” intervenido como “espacio abierto”* (concepto que incluye posibilidad de accesibilidad y apropiación social, lo cual permitiría mejorar el ratio de 3,58 metros cuadrados de espacio verde/habitante a un valor más adecuado -por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud de un valor mínimo de 10 m2/hab a un valor óptimo de 15 m2/hab-), a todas luces puede ser resuelta de manera participativa, lo cual se ha evitado en Salta durante muchos años.
Esperemos en lo sucesivo que cambien los modos, para el bien de nuestros bosques.
* Según el Documento Técnico N° 4 “El Sistema de Espacios Abiertos” del PIDUA II son:
1.- Espacios Abiertos Activos: Aquéllos en los que se fomenta, permite o tolera una utilización pública, orientada principalmente a usos deportivos, recreativos o turísticos.
2.- Espacios Abiertos Pasivos: Aquéllos en los que, por determinadas características de los espacios (generalmente condicionantes para la seguridad, la salud o el ambiente) la utilización pública es prohibida o restringida, siendo su finalidad la de contribuir a la regeneración de ecosistemas, proporcionar pulmones verdes, permitir la accesibilidad a fuentes de aprovisionamiento de agua o instalaciones urbanas primarias, generar áreas de drenaje natural y buffers para acuiferos, aportar a la calidad paisajística de la ciudad, y otros. Se trata en general de zonas destinadas a la forestación, y parquización, sin perjuicio de que, a través de adecuados procesos de saneamiento o recuperación ambiental, pueden ser convertidos a futuro en Espacios Abiertos Activos.